El trabajo informal ha aumentado
La lucha diaria de trabajar con wawas en las calles
En la plaza Luis de Fuentes está América, ella tiene dos pequeños niños uno de siete años y una niña de cinco. Desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde vende jugos de naranja, mandarina y pomelo. Su corazón de madre ha tenido que asumir muchos riesgos
Su nombre es Richard tiene 22 años se dedica a limpiar autos con su pequeño bebé a marcas. Haya sol o no, siempre está en la calle Potosí, que coincidentemente lleva el mismo nombre del departamento de donde viene.
A su edad ya tiene dos hijos, una niña de siete años y un bebé de poco más de un año. Cuenta que a partir de la pandemia ha quedado sin trabajo, por lo que se ha visto en la necesidad de limpiar vidrios.
Para Richard el tan sonado debate sobre los roles de la mujer y el hombre en la sociedad actual no es más que eso, un debate, pues como dice “en la pobreza y por los hijos ambos hacen de todo”.
El joven padre realiza su labor desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde y aunque no tiene grandes ganancias afirma que este oficio le sirve para alimentarse y comprar los pañales de su bebé.
Su esposa vende dulces en la ex terminal de buses, acompañada por su pequeña hija, pero también alterna este trabajo limpiando vidrios.
Limpiar vidrios con la wawa a marcas
Aunque vive una situación difícil Richard está muy agradecido con Dios, pues durante toda la pandemia, y pese a estar expuesto, no se ha enfermado, tampoco su esposa y sus dos hijos por los que lucha a diario.
Sin embargo, admite que estar en las calles con los pequeños no es tarea fácil. En su espalda lleva un cargador en el que se encuentra su bebé, quien jamás se baja de éste hasta que la tarea del día concluye.
“No lo puedo bajar, si lo bajo se me va para los lados y se mete entre los autos. Así que prefiero tenerlo en la espalda nomás”, explica.
Vender jugos con dos niños
En la plaza Luis de Fuentes está América, ella tiene dos pequeños niños uno de siete años y una niña de cinco. Desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde vende jugos de naranja, mandarina y pomelo.
Cuando se le pregunta si tiene wawas suspira y de inmediato dice “¿con los hijos es difícil no?” y cuenta que despertarlos, alistarlos y tener todo preparado para comenzar la jornada no es un trabajo sencillo.
Añade que una vez que llega a la plaza los niños corren hacia la fuente u otras zonas de la misma plaza, por lo que ella que se encuentra vendiendo, poco puede verlos. “Hay que confiar nomas, ellos se corretean por todos lados y de rato en rato vienen por aquí donde estoy con mi carrito”, explica.
Dice que una de las grandes preocupaciones que tiene es la pandemia, pues al no ver a sus niños no tiene mucho control sobre los cuidados de bioseguridad que deben tener. Pero también está instalada en su corazón una preocupación igual de grande: el darles el pan de cada día. Así América, según dice, confía en Dios y la Virgen para que los continúe protegiendo.
La tarea de vendedor ambulante
Pero ella no es la única, también está Damián quien recorre la ciudad vendiendo medias a tres por diez las delgadas y a tres por veinte las “atoalladas”. Tiene una niña de cinco años que con una gran sonrisa te ofrece los modelos y en cuestión de segundos te oferta una decena de colores.
Mientras te muestra la variedad no deja de llamarte casera y cuando no encuentra el modelo que le pides su mirada se apaga y es entonces cuando es imposible irte sin comprarle algo. Damián cuenta que la pequeña es uno de sus más grandes tesoros en la vida, es muy apegada a él y lo ayuda en todo lo que puede.
Sin embargo, admite que no es tarea fácil estar en la calle a cargo de una menor. “A veces el sol está muy fuerte, o llueve, o mi hijita se cansa de caminar tanto, aunque trata de no decirme eso. Me apena no darle mejor vida y más en esta pandemia”, dice.
La crisis y la expansión del comercio informal
La crisis económica agravó la situación del comercio informal, si bien en Bolivia este tipo de trabajo ya estaba más que instalado ahora se ha multiplicado. Incluso muchos como Richard, América y Damián se han visto en la necesidad de trabajar en compañía de sus hijos pequeños.
Según datos de la Organización Internacional del Trabajo a 2018 Bolivia encabezaba el ranking de empleo en el sector informal de la economía, alcanzando el 73.2%. Una reciente encuesta de octubre del Instituto Nacional de Estadística muestra que la tasa de desocupación alcanzó un 10,76 en Bolivia.
Para la economista Fátima Zambrana, esta actividad económica informal responde a la realidad del país. “Nuestra economía que ya era altamente informal ahora se vuelven aún más informal porque las personas que han perdido su empleo o han sufrido la reducción de su salario necesitan generar algún tipo de ingreso (…) Eso es lo que se ve en nuestra economía, el traspaso de las personas o el incremento de la economía informal”, asegura Zambrana.
Pero también se ha visto un incremento del trabajo infantil, de niños que sin la compañía de sus padres trabajan a diario en las calles de Tarija y de toda Bolivia. Para los expertos este sector está sufriendo un gran impacto en todos los ámbitos.
Apuntes sobre la temática
Desempleo
El analista económico Jaime Durán afirmó que se triplicó el desempleo en Bolivia a causa de la pandemia del coronavirus, alcanzando una tasa de 11,6%. “12 de cada 100 bolivianos en el área urbana no tienen trabajo”, afirmó.
Impacto
A lo largo de los primeros 100 días de cuarentena rígida provocada por el Covid-19, el impacto ha generado una destrucción del capital laboral que implica un fuerte efecto sobre la pobreza en Bolivia.
Comercio informal
La crisis económica agravó la situación del comercio informal, si bien en Bolivia este tipo de trabajo ya estaba más que instalado ahora se ha multiplicado