Tarija de antaño
El oficio de campanero y sus secretos en la antigua Tarija
Años antes tanto en Tarija como en todo el mundo, la campana del pueblo era el sonido referencial de muchos acontecimientos, frecuentemente no trascendentales, pero significativos para el vecindario. Hoy el ronco y constante rugir de motores encendidos por todas partes ahoga esa melodía



El oficio de campanero, fue antiguo y en la actualidad ha disminuido considerablemente en el mundo católico. De acuerdo al columnista Antonio Borda no se precisaba títulos ni mucha sabiduría. Ni siquiera dotes musicales singulares, sin embargo tampoco era tarea sencilla. Se trataba de gente del común, generalmente piadosos colaboradores del párroco y que incluso se trasmitía de padre a hijo o al menos entre parientes y conocidos.
Años antes tanto en Tarija como en todo el mundo, la campana del pueblo era el sonido referencial de muchos acontecimientos, frecuentemente no trascendentales, pero significativos para el vecindario. Hoy el ronco y constante rugir de motores encendidos por todas partes ahoga ese sonido que resuena todavía en el corazón de la infancia de casi todos los católicos del mundo.
Llamaba a misa, anunciaba la Resurrección del Señor en la Eucaristía de Gloria, doblaba dolorosamente "a finados", en algunas iglesias señalaba en la misa diaria el solemne momento de la Consagración cuando el pan y el vino se hacen cuerpo y sangre de Jesús. También estaban las campanas de Navidad que resonaban con una alegría especial o invitaban a una celebración litúrgica particular.
Los poetas románticos alcanzaron a convertir en versos muy bonitos tantos imponderables de las campanas, el campanario y el doblar de ellas en lo alto de las torres.
De acuerdo al registro histórico éste es un viejo oficio que se remonta a la Edad Media y que va ligado a la historia de la Iglesia. Tradicionalmente era el propio párroco, un monje o monja, un sacristán o un monaguillo el encargado de hacer sonar las campanas de los distintos templos, pero cuando éstos crecieron y se convirtieron en colegiatas o catedrales con juegos de 6, 8 ó 10 campanas la especialización de este oficio se hizo necesaria.
Lo primero que tenía que aprender un campanero eran los distintos toques, ya que durante mucho tiempo el lenguaje de las campanas era comprendido por todos los fieles que sabían en todo momento si tocaban para un fallecido y si el difunto era hombre o mujer, si era la hora de rezar el ángelus, si había un incendio, o si amenazaba tormenta, si la misa era con sermón, si había o no procesión tras la misa, etc.
Con el tiempo Morales se hizo diestro en el “repiquetar” llegando a hacer sonar hasta tres campanas de una sola vez, “era cuestión de combinar”, relata y añade que había que tener habilidad y buen oído”.
También variaban los toques en función de la festividad del año eucarístico, así había un toque para el día de Navidad, otro para el de Pascua, y así para cada día señalado del calendario litúrgico... Con una excepción. El viernes santo las campanas enmudecían, en su lugar se tocaban las matracas de campanario, unos tremendos artilugios, cuya función era hacer enmudecer a los fieles y que simbolizaban el dolor por la muerte de Cristo. Pero ¿qué pasaba en Tarija?
El oficio de campanero desde Tarija
De acuerdo al escritor Agustín Morales Durán en la antigua Tarija fueron los mismos curas o monaguillos quienes se ocupaban de esta tarea, más aún tiempo más tarde hubo “el campanero mayor”. Morales relata que se hizo muy amigo de los curas y sacristanes por lo que llegó a conocer todos los interiores de la sacristía, casa parroquial, huertillo, campanario, etc.
Así cuenta que llegar a subir hasta el campanario de la iglesia matriz de la antigua Tarija (que luego fue derruida) era toda una proeza, sobre todo para los pequeños, pues tenía unas gradas difíciles, muy empinadas, separadas y peligrosas.
Cuenta Morales que desde esa altura se veía toda la ciudad. Pero lo que más le impresionó fueron las campanas, una en especial. “La central me pareció descomunal por su tamaño y sonido, y me causó una fuerte impresión de miedo y temor”, escribe.
Agrega que de inmediato quiso ayudar a repicar las campanas, más aún pronto se dio cuenta que la tarea no era nada fácil. “Porque con el vaivén del badajo y de la misma campana, parecía que todo el campanario se movía y había el temor de que me fuera abajo”, describe el escritor.
Más aún destaca que poco a poco se fue acostumbrando a subir y bajar sin dificultad, y luego aprendió a “campanear”. Cuenta que para “ser campanero” había que tener equilibrio y dar un ritmo especial al movimiento de brazos y cuerpo a fin de sacarles una tonalidad melodiosa y diferente para cada asunto y festividad.
Así Morales supo que no se podía repicar todas las campanas o cualquiera, sino que cada una tenía su ocasión. Por ejemplo en Tarija la más grande solo se repicaba en fiestas especiales. “Ahí me di cuenta de la frase que nos decían las madres `cuando repiquen fuerte´ no era de gana, tenía su razón de ser”, apunta el escritor.
Cuenta que a ésta no había que tocarla así nomás. Luego había una campana mediana, un poco delgada que era algo así como privilegiada y que tampoco había que tocarla cualquier momento, era el “esquilón”, campana de sonido suave y con largo eco después de cada golpe. Cuentan que era especial para tocar el “Ángelus” a la oración (6 de la tarde).
Con el tiempo Morales se hizo diestro en el “repiquetar” llegando a hacer sonar hasta tres campanas de una sola vez, “era cuestión de combinar”, relata y añade que había que tener habilidad y buen oído”.
Se hizo tan experto que el cura y el sacristán lo mandaban a tocar las campanas en cualquier ocasión.
La llegada de la modernidad
En Bolivia aún suenan las campanas, aunque la situación y la modernidad les han quitado la importancia de años antes. En muchos países este oficio está prácticamente extinguido, pues las campanas se programan mediante un ordenador conectado a un GPS que activa un mecanismo electromecánico.
Apuntes sobre la temática
Ritmo
El oficio de campanero aunque no requería títulos no era muy sencillo, pues requería destreza y equilibrio
Modernidad
Con la llegada de la modernidad este oficio fue desapareciendo, tanto que en muchas partes del mundo las campanas obedecen a un mecanismo electrónico
Los toques
Los toques de las campanas variaban en función de la festividad del año eucarístico, así había un toque para el día de Navidad, otro para el de Pascua, y así para cada día señalado del calendario litúrgico