Tarija de antaño
La llegada del primer automóvil y el primer aeroplano a Tarija
Cuentan que el avión era una máquina muy linda con su cabina corrediza y abierta, tenía el motor en la nariz rematado de reluciente hélice, la bandera boliviana estaba pintada en círculos en las alas y el cuerpo



Años antes en nuestra hermosa Tarija todo era un acontecimiento importante, así la llega de un circo, de algún personaje o de algún tipo de tecnología significaba la reunión de mucha gente para admirar la novedad. La tradición oral cuenta que cuando llegó el primer automóvil y el primer aeroplano toda Tarija se volcó a ver estas dos “máquinas”.
Familias enteras fueron con sus niños, parejas de enamorados y todo quien quería observar la novedad. Pero lo primero que llegó fue el automóvil. Así cuentan que con motivo del Centenario de Tarija se realizó la inauguración del primer camino carretero que une a Tarija con la punta de rieles, situada a más de 200 kilómetros en la frontera argentina de Villazón.
De acuerdo al escritor tarijeño Agustín Morales Durán, éste fue un acontecimiento que revolucionó el tranquilo ambiente de la ciudad, pues la población íntegra se volcó a las alturas de la loma de San Juan, llegando hasta “Las Barrancas”. Allí se reunió todo el pueblo a esperar la llegada del primer automóvil que vendría por la flamante carretera, pues ya antes habían sido traídas “a lomo las bestias”, “algunas máquinas que bufaban por las calles empedradas de Tarija”, escribe Morales.
Se tenía previsto en alguna parte del camino realizar la ceremonia, pero lo que más se recuerda fue la llegada del fantástico auto. Fue algo grandioso toda la multitud situada en los cerros y cuanta altura había deliraba al avistar desde lejos una nube o polvareda que poco a poco se acercaba hasta aparecer en medio de ella un hermoso automóvil largo y potente.
Cuentan que con motivo del Centenario de Tarija se realizó la inauguración del primer camino carretero que une a Tarija con la punta de rieles, situada a más de 200 kilómetros en la frontera argentina de Villazón
“Era como una bañera con la capota doblada hacia atrás, color de borra de vino, con lindos estribos y cuatro puertas, venía manejado por un piloto extrañamente ataviado de pies a cabeza con un mameluco”, describe el escritor tarijeño, añade que el piloto llevaba antiparras o chofas como se le llamaba antes a los anteojos de viento. Sumado a ello tenía las manos cubiertas por gruesos guantes de cuero, la cabeza con pasamontaña, también de cuero, que le cubría ambos lados de la cara.
Narran que cuando éste hizo parar a la máquina fue sacado como un héroe, era un gringo que después echó raíces y formó una familia de apellido Burri, (suizo-alemán) y que luego con sus hermanos atendieron el servicio de correos y transportes hacia Villazón. Se constituyeron en los pioneros de esa actividad, manejando el primer automóvil de servicio público. Al tiempo trajeron un ómnibus.
Pero otro gran espectáculo, seguramente más sorprendente fue la llegada del primer avión a Tarija. Este acontecimiento no se lo quería perder nadie y así fue, todos concurrieron como a un show.
El primer aeroplano
Cuentan que por aquella época o quizás uno o dos años después (1925-26) se produjo este acontecimiento que alborotó a toda Tarija. La gente iba por los callejones que quedaban al final de la calle 15 de Abril, pasaban por El Tejar, famoso establecimiento agrícola, cruzaban la quebrada “Ojo de agua” y subían hasta la extensa planicie de San Gerónimo, que en ese entonces estaba cubierta por tupidos churquiales.
Parada la gente, precisamente bajo los churquis, se guarecía del ardiente calor. Llegado el mediodía bajo un intenso sol la gente se acercaba a la pista con la vista hacia el cielo. Finalmente de tanto mirar se pudo divisar un puntito que iba creciendo y se acercaba con extraño ruido. Luego hubo correteos y una vez tranquilizada la marea de gente se dirigió hasta la pista a ver el famoso “aeroplano”, como entonces se lo llamaba.
“Ahí estaba con sus dos hermosas alas superpuestas y sujetas al plateado cuerpo que brillaba más y le daba verdadero aire fantástico”, describe Agustín Morales. Minutos después bajó el piloto y lo alzaron en hombros.
Éste parecía un extraño personaje con su gorro de cuero que le cubría la cabeza y costados de la cara, llevaba extrañas gafas y venía bien abrigado, luego se lo llevaron donde las autoridades y la gente con menos apretura ya pudo tocar y observar el avión de cerca.
Cuentan que era una máquina muy linda con su cabina corrediza y abierta, tenía el motor en la nariz rematado de reluciente hélice, la bandera boliviana estaba pintada en círculos en las alas y el cuerpo.
“No nos cansábamos de admirar el pajaru i’lata”, escribe Morales y añade que tal fue la impresión de los niños que desde entonces el principal juego de los menores fue la construcción de aeroplanos de cañahueca con todos sus detalles, casi idénticos al original, pero claro pequeños.
Apuntes sobre la temática
Loma de San Juan
De acuerdo al escritor tarijeño Agustín Morales Durán, éste fue un acontecimiento que revolucionó el tranquilo ambiente de la ciudad, pues la población íntegra se volcó a las alturas de la loma de San Juan, llegando hasta “Las Barrancas”.
Avión antiguo
Cuentan que el primer avión era una máquina muy linda con su cabina corrediza y abierta, tenía el motor en la nariz rematado de reluciente hélice.
Piloto de auto
El piloto llevaba antiparras o chofas como se le llamaba antes a los anteojos de viento. Sumado a ello tenía las manos cubiertas por gruesos guantes de cuero, la cabeza con pasamontaña también de cuero