Mirian venció al Covid-19, pero hoy le quedan secuelas
Mirian, “nacida para ser guerrera”, la vida de una mujer luchadora
El calendario marcaba un 11 de mayo de 2011, ella se encontraba sentada al lado de su esposo, cerraron los ojos y empezaron a orar, pero él no volvió a abrir los ojos nunca más. Desde ese día su lucha se volvió más fuerte



Mirian es una mujer de 73 años, que se quedó sola después de la muerte de su esposo, quien era carpintero. Desde ese día la luchó mucho más e hizo lo posible por salir adelante.
El calendario marcaba un 11 de mayo de 2011, ella se encontraba sentada al lado de su esposo, cerraron los ojos y empezaron a orar, pero él no volvió a abrir los ojos nunca más. Mirian sintió un fuerte escalofrío y un gran dolor en el alma.
El reloj punteaba las siete de la noche, llamó al médico, llegó a la habitación y le dijo “lo siento mucho, ya no se puede hacer nada”. En ese instante, temblorosa, se comunicó con su hija quien se encontraba en Argentina. Mirian se quedó toda la noche en vela pensando en todo lo vivido con él.
Amaneció, y a las ocho de la mañana alistó todas las cosas para el velorio, su hija llegó un día después de su muerte y se quedó siete días. Después regresó a la Argentina y Mirian se quedó sola.
Los días transcurrieron y ella no tenía ganas de hacer nada. Había perdido al único compañero que tenía y poco a poco se le fue acabando el dinero. Sofía, su hija, le mandaba 500 bolivianos al mes, con ello se mantuvo por unos meses, pero cada día la situación se le ponía más difícil, pues tenía que pagar recibos de luz y alquiler, y el dinero ya no le alcanzaba.
En noviembre de 2012 encontró la forma de ganar dinero, así decidió vender comida. Para esto cada día se levantaba a las tres de la mañana, la preparaba y la tenía a tiempo a las doce del mediodía, “tenía varios clientes, por lo que permanecí con ese negocio hasta marzo del año 2013. Hasta ese momento me fue bien, después casi no tenía venta por lo que ya era una persona mayor y pensaban que no era higiénica”, cuenta apenada. De esa manera, decidió dejar ese negocio y se dedicó a vender ropa.
En este nuevo oficio cuenta que viajó a Cochabamba en el mes de abril juntando todos sus ahorros, el objetivo era comprar prendas al por mayor, “estuve dos días allá, tenía que salir a las cinco de la mañana del hotel para encontrar a esas personas que vendían las cosas al por mayor”, relata.
Regresó a Tarija un jueves, al día siguiente agarró un puesto en el mercado Abasto, lastimosamente se lo quitaron a la semana y no pudo hacer nada para defender su derecho. Sumado a ello tampoco pudo vender mucho. “Sentí que todo era un fracaso, pero no me rendí, me senté en la acera a vender la ropa. Todos los días le pedía a Dios que me ayude a salir adelante. A pesar de mi larga edad siempre vi la manera de trabajar”, dice.
Un mayo de 2013 fue a la tumba de su esposo, habían pasado dos años de su partida, cuando salió del cementerio y se subió a un taxi, Mirian comentó su situación al taxista de nombre Joaquín y éste le dijo que en la zona de Torrecillas estaban dando lotes a los que no tenían casa propia y que debería apersonarme por ahí. Así que Mirian le tomó la palabra y ese mismo día en la tarde fue a ver el lugar.
“Pregunté a las personas que estaban ahí, no me dieron mucha información, pero se trataba de un asentamiento, había muchas personas con sus carpitas. Se me acercó un joven y me comentó que aún había espacio, tenía que adueñarme de un sector y cuidarlo por un tiempo para que luego sea mi terreno”, explica.
Mirian no lo dudó más, así que regresó al lugar donde vivía en alquiler, alistó una carpa y se fue a armarla al asentamiento. Aunque no vivía aún allí cada día iba a darse una vuelta: en la mañana, al medio día y en la tarde. Pasó cuidando el lugar durante seis años, “en ese tiempo había muchos problemas, nos querían quitar el terreno, pero después nos lo donaron”, dice.
De esa manera, empezó a construir un cuartito con sus ahorros, poco a poco comenzó a hacer construir más, “mi esposo siempre deseó tener su propia casa, pero no nos alcanzaba con lo poco que ganaba”, dice.
Al empezar el año 2018, Mirian se sintió mal, fue al hospital, y le dijeron que tenía asma, no conocía mucho de esta enfermedad, pero ya con el tiempo aprendió a vivir con ella. Ahora no podía hacer mucho esfuerzo.
Con el dinero que le mandaba su hija se mantuvo por mucho tiempo, tomó un curso gratis de tejidos y empezó a hacer chalecos para vender, pero esto conllevó a que se lastime la vista, sobre todo porque en el lugar donde vivía no había electricidad.
Con el paso del tiempo cada vez se ponía más enferma, algunos días no podía hacer nada, el año se le puso más difícil por la falta de plata, sumado a ello en su pequeña casa aún no tenía luz, ni agua potable.
En el año 2019 al fin les llegó la electricidad y también el agua potable, pero en un solo grifo para cinco familias, así que hasta ahora se turnan para poder recibirla.
El año de la pandemia
El 2020 comenzó como una pesadilla, al igual que para muchos. Mirian se enfermó con Covid-19, pasó dos meses en cama, pero logró vencer la enfermedad. Una vez más Mirian la luchó y triunfó.
Sin embargo, aún le quedan secuelas, por lo que en este tiempo de pandemia sus vecinos le ayudaban con algunas cosas que necesita para cocinar.
Apuntes sobre la temática
El asma
Al empezar el año 2018, Mirian se sintió mal, fue al hospital, y le dijeron que tenía asma, no conocía mucho de esta enfermedad, pero ya con el tiempo aprendió a vivir con ella. Ahora no podía hacer mucho esfuerzo.
Covid-19
El 2020 comenzó como una pesadilla, al igual que para muchos. Mirian se enfermó con Covid-19, pasó dos meses en cama, pero logró vencer la enfermedad. Una vez más Mirian la luchó y triunfó.
Ayuda
Quienes quieran hacer llegar alguna ayuda a Mirian pueden comunicarse al celular 67372761