Muchos migrantes han perdido sus fuentes de empleo
Caída de remesas: compatriotas migrantes la pasan mal
La abrupta caída de las remesas en los meses más duros de la pandemia, tiene como correlato la difícil situación económica que atraviesan los migrantes bolivianos en otras latitudes del mundo
Entre 2017 y 2019 el total de las remesas que llegaban a Bolivia cada mes del exterior, representaban en promedio $US 113 millones. En los meses festivos de esos años, dicho monto llegó a sobrepasar los $US 120 millones. Sin embargo, para el mes de abril de 2020 ‒el peor registrado en lo que va del año‒ las remesas que enviaron los bolivianos que viven en otras regiones del mundo se redujeron a $US 31 millones, una caída de más del 60% respecto al mes de enero.
Si bien este hecho representa un golpe a la economía nacional, que tiene una fuerte dependencia de los ingresos que envían los trabajadores bolivianos desde otras geografías, pocas veces se habla de la difícil situación que viven los migrantes compatriotas que envían estos recursos y que, desde que inició la pandemia y las medidas de confinamiento, han visto empeorar sus condiciones de vida.
Esta precarización del trabajo migrante en todo el mundo, ha sido denominada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como “una crisis potencial dentro de otra crisis [la de la pandemia]”. Para ahondar sobre esta problemática, se considera la situación actual de quienes emigraron de Bolivia hacia el Estado Español, en búsqueda de mejores condiciones de vida.
Para el mes de abril las remesas cayeron en más de un 60% respecto al promedio mensual de los últimos tres años.
Cirila Choque, boliviana que lleva viviendo seis años en la ciudad de Palma de Mallorca (en las Islas Baleares del mar Mediterráneo español), nos describe la situación: “La verdad estamos viviendo mal en otro sitio, es un poco complicado, viniendo de otro país con esta situación [de la pandemia] se ha complicado todo, nos preocupamos por cómo está nuestra familia en Bolivia, pero acá también estamos mal, han disminuido los trabajos, muchos no tenemos trabajo”.
Bolivianos en España: un gran aporte a la economía nacional
Según la base de datos del portal Expansión, la comunidad boliviana en el exterior ascendió a 878.211 personas en el año 2019, lo que representa un 7,74% de la población total del país. En términos absolutos ello significó un incremento de casi 100 mil emigrantes en los últimos diez años, aunque en términos relativos la cifra cayó una décima, pasando de 7,87% en 2010 a 7,74% en 2019, respecto a la población total del país.
Los tres países en los cuales existen más bolivianos son: Argentina, España y Estados Unidos. En el primero habitan 426.371 compatriotas, en el segundo 151.227, mientras que en el tercero la cifra asciende a 93.441. Es decir, en los tres países se acumula poco más del 75% de la población migrante boliviana.
Como se señaló anteriormente, según datos del Banco Central de Bolivia (BCB), entre 2017 y 2019 el país recibió cada mes por concepto de remesas 113 millones de dólares en promedio. Solo durante el año 2019 el total de las remesas supusieron un flujo de 1.318 millones de dólares a favor del país, una cifra para nada desdeñable ya que es equivalente al 14,7% del valor total de las exportaciones bolivianas durante ese mismo año. En otras palabras, es una inyección de divisas considerable a la estructura general de la economía nacional.
Ahora bien, la migración boliviana en España es particular porque si bien solo representa el 17,22% del total de la población migrante del país, es la que más aporta en términos de remesas. Según datos del BCB, para 2019 el 39,9% del total de las divisas que recibió el país por concepto de remesas llegaron de España, seguido por Estados Unidos (18,9%), Chile (12,1%), Brasil (8,4%), Argentina (6,9%) y otros países (13,8%).
Es decir, solo durante 2019 los trabajadores bolivianos que están en España aportaron cerca de $US 525 millones a la economía nacional a través de los recursos que son enviados mes a mes, principalmente a familiares que se quedaron en el país.
Sin embargo, más allá de los datos duros, es importante visibilizar que este flujo de remesas se sostiene en el trabajo sacrificado de más de 150 mil personas, generalmente en condiciones precarias y muchas veces soportando un conjunto de violencias a las que se ven expuestos los inmigrantes económicos, más aún si no tienen todos los papeles en regla. En España, el grueso de las mujeres bolivianas que llegan a ese país para trabajar (más del 70%), se dedican a trabajos de cuidados y tareas domésticas, mientras que la gran mayoría de varones se dedican principalmente a actividades relacionadas con la construcción.
Cirila cuenta que “la migración para su esposo fue necesaria porque la vida allá [en Bolivia] estaba un poco complicada, él ya está 13 años aquí. Y como teníamos un hijo entonces yo tenía que venir con mi pequeño. […] Mi esposo tiene un trabajito y yo trabajaba por horas, o en temporadas altas tenía contratos de 6 meses o 4 meses. Era un trabajo sacrificado, pero nos alcanzaba entre los dos antes de la pandemia, para las dos wawas más [una que ya nació en España]”.
Es así que en el paraíso mediterráneo de Palma de Mallorca, Cirila, originaria de la comunidad de Sal Si Puedes en el Municipio de Anzaldo (Cochabamba), junto a su esposo, con mucho trabajo y pese a todos los contratiempos, lograban sostener económicamente a su familia, además de enviar un poco de dinero a familiares que quedaron en Bolivia. “Yo mandaba a mis padres y él [su esposo] también mandaba a su madre, […] mandábamos cada dos o tres meses, dependiendo de las posibilidades”.
Sin embargo, cuando llegó la pandemia las circunstancias cambiaron.
La caída de las remesas y pandemia
Bolivia vio caer el envío de remesas desde marzo de este año. Ese mes el valor total de las remesas se redujo a $US 78 millones, mientras que el mes de abril caería todavía más, hasta alcanzar $US 31,2 millones. En gran parte esta caída tuvo que ver con la disminución de la actividad económica en todo el mundo, lo que afectó al empleo y al nivel de ingresos de las personas. Pero también tuvo que ver con el detenimiento de muchos canales por los cuales se transfieren recursos económicos de país a país.
Es así que durante el primer semestre de este año, el país dejó de percibir 203 millones de dólares, en comparación con el mismo semestre del año pasado. Sin embargo, posteriormente y de manera paulatina el envío de remesas se fue normalizando, llegando en julio a representar casi 100 millones de dólares, una cifra similar a la que existía previamente a la pandemia.
En unos meses habrá que evaluar si el monto de esos envíos se sostiene en el tiempo o si una parte solo corresponde a excedentes acumulados por migrantes, por lo que habría que esperar una nueva caída ‒aunque no tan marcada‒ en el corto y mediano plazo.
Lo cierto, sin embargo, es que la situación económica para los migrantes bolivianos se ha vuelto mucho más compleja a raíz de las consecuencias de la pandemia. Según un informe de la ONG internacional Oxfam, sobre el trabajo migrante en España en tiempos de la covid-19, se explica lo siguiente:
“Las personas migrantes tienen además una doble preocupación: por la situación del país que las acoge y por la de sus familias en origen, a las que envían apoyo en forma de remesas. Durante el confinamiento, un primer obstáculo ha sido la dificultad para hacer envíos de remesas ya que los operadores se encontraban cerrados y las opciones online no están al alcance de todas las personas”.
“Pero más allá de las dificultades del envío, el principal escollo se encuentra en la falta de ingresos suficientes. Muchas familias cuentan con las remesas como única fuente de ingreso, esta presión está teniendo un fuerte impacto psicosocial en las personas migrantes, sobre todo de mujeres responsables de hogares monomarentales”.
Cirila Choque comenta su experiencia al respecto: “desde que se inició la pandemia, yo la verdad no he podido mandar [dinero], porque como por un lado las personas mayores tienen más posibilidades de enfermarse más fuerte de la enfermedad, yo no quería que mis padres vayan a la ciudad, ni que nadie vaya a la casa de ellos para que lleven el dinero”.
Y continúa: “pero, además, que como no trabajo no tenemos de dónde mandar, como él [su esposo] trabaja y yo no, entonces hay que cubrir todos los gastos de la casa, de los niños y casi no nos alcanza. […] Así que desde que ha empezado la pandemia no he mandado nada a mis papás, ¡ya va a ser un año!, mi esposo mandó algo para su mamá con un primo, pero fue poco”.
Con todo, si bien la caída de las remesas representó serias implicaciones para la economía nacional, no se debe dejar de mirar que en el meollo de ese dato subyace una dramática situación que cientos de miles de compatriotas están sobrellevando en el extranjero en estos tiempos de pandemia.
La pandemia afecta al trabajo migrante en todo el mundo
Los trabajadores migrantes representan el 4,7% de la reserva de mano de obra mundial, lo que implica164 millones de trabajadores, de los cuales casi la mitad son mujeres. En muchos países, los trabajadores migrantes representan una proporción significativamente mayor de la fuerza de trabajo que presta servicios en primera línea, es decir, realizando trabajos esenciales en la atención de la salud, el transporte, los servicios, la construcción, la agricultura y la elaboración de productos agroalimentarios.
Sin embargo, luego de la pandemia la situación de muchos trabajadores migrantes se ha vuelto inestable y precaria. La OIT señala que “si bien muchos trabajadores migrantes, en particular mujeres, están realizando trabajos esenciales para las sociedades de acogida durante la pandemia, sobre todo en los sectores de la atención de la salud o la agricultura, los de otros sectores han perdido su empleo o han seguido trabajando de manera informal”.
La situación de las mujeres trabajadoras migrantes es particularmente preocupante, ya que “están sobrerrepresentadas en la economía no formal y entre los trabajadores indocumentados de muchos países”, señala la OIT. Asimismo las trabajadoras migrantes empleadas como trabajadoras de primera línea en el sector de la salud y la atención sanitaria, se encuentran en un grupo de alto riesgo frente a la covid-19.
El otro problema viene dado por el hecho de que muchos trabajadores migrantes se están viendo en la necesidad de volver a sus países de origen, lo que podría generar una presión sobre estas economías expulsoras de mano de obra: “Sabemos que muchos millones de trabajadores migrantes, que estaban confinados en sus países de trabajo, han perdido el empleo y se prevé que ahora regresen a casa en países que ya están lidiando con una economía débil y un desempleo creciente".
Migrantes son esenciales para la recuperación
Según Oxfam, los migrantes suelen ser el eslabón más vulnerable en un contexto de recesión. Sin embargo, por las labores que realizan, consideradas como “esenciales” en tiempos de pandemia, deberían recibir mayor atención de cuidado por parte de los Estados en los que se encuentran.