La recuperación de los indicadores de comercio internacional se detuvo
¿Ahora sí, la crisis?: balanza comercial en tiempos de pandemia
Nuevos datos revelan que, pese a la flexibilización de las medidas de cuarentena en Bolivia y en varios países del mundo, la recuperación del comercio internacional será parcial, lo que tiene que ver con la crisis económica global



Nada se compara con los indicadores de comercio internacional del mes de abril de este año. Si en enero el país había exportado $US 789 millones y había importado $US 782 millones, para el mes de abril el valor de las exportaciones cayó hasta $US 240 millones, mientras que el valor de lo importado lo hizo hasta los $US 294 millones. Es decir, el comercio internacional en ese mes se contrajo en casi un 65%.
Como muchos especialistas señalaron en ese entonces, aunque esa caída dramática de las exportaciones no dejó de tener implicaciones considerables sobre la economía, eso no fue lo peor. La disminución del comercio internacional durante los primeros meses de la pandemia responde al shock que implicaaron las políticas de confinamiento en el mundo entero. Gran parte de la economía mundial estaba parcialmente detenida.
Con todo, lo más importante es poder entender la profundidad de la crisis económica que viene después de los procesos de confinamiento y que comienza a reflejarse en el comercio internacional de manera sostenida.
“Las cadenas de valor mundiales fueron el principal canal de transmisión de los efectos de la Covid-19 al comercio mundial”/CEPAL
Si bien entre los meses de mayo, junio y julio el valor de las exportaciones e importaciones aumentó hasta alcanzar los $US 541 millones y $US 589 millones, de manera respectiva, el mes de agosto volvió a tener un crecimiento negativo. Las exportaciones se posicionaron en $US 471 millones y las importaciones en $US 459 millones.
Entonces, aunque existe una mejoría considerable del comercio internacional respecto al momento de shock, la misma no ha logrado superar un techo que está muy por debajo de la situación previa a la pandemia. La pregunta es si ese techo responde al nuevo contexto económico internacional en crisis o si es algo temporal.
Pandemia: crisis comercial mundial
Según varios organismos internacionales, la pandemia hizo aguas sobre una economía que ya venía de un proceso de ralentización durante los últimos años. Según la CEPAL, “la irrupción de la Covid-19 se produjo en un contexto de debilitamiento del comercio mundial que se arrastra desde la crisis financiera de 2008-2009”.
Si entre 1990 y 2007 el volumen del comercio de bienes se expandió a una tasa media del 6,2% anual, entre 2012 y 2019 lo hizo apenas a una del 2,3% anual. “Asimismo, la participación de las exportaciones de bienes y servicios en el PIB mundial, que alcanzó su máximo histórico del 31% en 2008, desde 2015 se ha ubicado en torno al 28%”.
Por el otro lado, el Banco Mundial señaló que “con el telón de fondo de unos resultados comerciales moderados en 2019, la fuerte caída del comercio causada por la crisis de Covid-19 golpeará con especial dureza a los países con cadenas de valor afectadas y con una gran dependencia de una gama limitada de productos y mercados. Este grupo incluye a la mayoría de los países en desarrollo, muchos de los cuales también sufrirán la mayor parte de la caída de los ingresos procedentes del turismo y remesas”.
Este es el caso de Bolivia, un país que es altamente dependiente de las exportaciones de un conjunto limitado de productos. La exportación de minerales, hidrocarburos y productos agroindustriales representa casi el 90% del valor total de las exportaciones.
De los tres grupos de productos, el de hidrocarburos ‒y en concreto el gas, que además es el que más aporta a las arcas del Estado‒ ha sido el más afectado, debido a la caída internacional de los precios del petróleo.
¿Qué nos dice la balanza comercial de los últimos meses?
El mes de agosto ‒el último mes sobre el cual el INE presenta información sobre comercio internacional‒ rompe con la tendencia de recuperación de los indicadores de comercio internacional que se habían presentado desde el mes de mayo, luego del estrepitoso desplome comercial.
En el caso de las exportaciones, lo que se puede observar es que la leve mejoría luego de los primeros meses de la cuarentena se ha frenado considerablemente. Tal es el caso del Gas Natural. Si en el mes de enero el país exportaba 249,7 millones de dólares, para el mes de abril ese monto había caído hasta $US 116 millones. Posteriormente, entre junio y agosto el monto de exportación osciló alrededor de los 160 millones de dólares.
Muy parecida ha sido la tendencia de la exportación de minerales no preciosos. El caso del zinc es bastante elocuente. Si para enero de este año se exportaban 99,7 millones de dólares de este mineral, para abril este indicador había caído hasta $US 5 millones. Sin embargo, en junio la exportación se recuperó hasta alcanzar los 64,9 millones de dólares. En los siguientes meses la recuperación se detuvo e incluso retrocedió, cerrando el mes de agosto con una exportación de $US 59,7 millones.
Lo mismo sucede con la castaña ‒principal producto agrícola no industrial exportado por Bolivia‒, cuyo valor remontó hasta alcanzar los 10,3 millones de dólares en el mes de agosto. Aunque es un valor que continua siendo mucho menor a lo exportado en agosto del año pasado, que alcanzó los 17,3 millones de dólares.
El caso de la soya es particular debido a que es uno de los pocos sectores que ha mantenido sus exportaciones en niveles similares a los del año pasado. Si bien en los últimos meses se ha reducido el valor de sus exportaciones, esta no tiene comparación con la que han resentido otros sectores.
Debe considerarse que la disminución del valor de las exportaciones viene como consecuencia no solo de la caída de la demanda, sino también de los precios, tal y como lo explica la CEPAL: “la caída del valor de las exportaciones regionales de bienes entre enero y mayo de 2020 se explica por una reducción del volumen del 8,6% y de los precios del 8%, desplome que agudiza la pérdida de dinamismo de las exportaciones desde 2019”.
En el caso de las importaciones también se puede observar una contracción importante en los últimos meses. Si en enero el país importaba en total un valor de 782 millones de dólares, para el mes de agosto se importó tan solo 458 millones de dólares.
Sin embargo, llama la atención que la disminución de las importaciones se centró en sectores relacionados con la producción. Por ejemplo, el valor de las importaciones de bienes de capital se redujo en 43% en el trimestre junio-agosto de este año, respecto al mismo trimestre del año pasado. En cambio, el valor de las importaciones de artículos de consumo se redujo tan solo en un 13% en el mismo periodo de tiempo. Esto significa que en este tiempo de crisis el aparato productivo está siendo el más afectado.
Algo no cuadra: ¿la exportación aurífera cae?
En agosto de 2019 el oro fue el segundo producto más exportado del país, con un valor cercano a los $US 227 millones. Pero para agosto de este año las exportaciones cayeron hasta alcanzar los $US 38 millones.
Esto se podría justificar si es que el oro no habría sido la mercancía cuyo precio alcanzó máximos históricos durante la pandemia. En enero de este año la onza troy de oro se cotizaba en $US 1.485, sin embargo, durante el mes de agosto el precio rebasó los $US 2.000.
Asimismo, en un informe presentado por el CEDIB se plantea que “más allá de la cuarentena y la emergencia sanitaria de la Covid-19, lo que queda claro es que esta forma de agresiva explotación minera en los ríos sigue imponiéndose y creciendo”.
Entonces, las preguntas que quedan abierta son: ¿Por qué si la producción de oro no ha cesado de crecer y sus precios se han disparado, el valor exportado es tan bajo? ¿Será que esto tiene que ver con el bajo nivel de formalidad del sector?