El objetivo era sacar arrancar el premio que llevaba el animal en su capa
Las corridas de toros y los “toreros con copas” de la antigua Tarija
El espectáculo comenzaba con la enredada de algún toro bravo, previamente preparado, al que le colocaban una especie de capa de color en la que prendían billetes y otros adornos coloridos
Aunque las corridas de toros son un espectáculo singular y vergonzoso, que tiene mayor fuerza en España, años antes en Tarija también se practicaban. Éstas se realizaban para las principales fiestas patrias y religiosas, pero al último sólo se acostumbró con motivo de la fiesta de San Roque.
Sin duda era un espectáculo peligroso para chicos, más aún por la novedad “todos iban”, escribe Agustín Morales en su libro “Estampas de Tarija”. Cuenta que se montaban plazas especiales sea en la pampa o en los baldíos que existían al final de la “calle ancha” (calle Cochabamba). Para este objetivo cerraban con palos todas las salidas y levantaban una tribuna para las autoridades.
El espectáculo comenzaba con la enredada de algún toro bravo, previamente preparado, al que le colocaban una especie de capa de color en la que prendían billetes y otros adornos coloridos.
Los singular era que el "torero" siempre era alguien con copas encima, que además solo buscaba el premio que el animal llevaba en su capa. En este caso billetes
El toro se daba vueltas y correteaba por toda la plaza buscando lugar para salir o algo a dónde embestir, hasta que ingrese el valiente “torero” que resultaba siendo siempre algún mozo con “copas” en la cabeza para darse “valor”.
“Ahí llegaba la fiesta con griterío, consejos y silbatina de la multitud animando al torero para que hiciera tal o cual cosa y enfrente a su rival. Todo se iba en correteos, hasta que al fin lograba acercársele al animal para arrancarle el premio que llevaba encima. Queda claro que no había toreada propiamente, salvo que en alguna u otra ocasión aparecía algún valiente que enfrentaba al animal”, cuenta el escritor.
Agrega que ninguno llegaba a ser sacrificado, sino cansado y espantado, pero también muchas veces la fiesta terminaba con desgracias, ya que los toros muy bravos llegaban a cornear a los aficionados toreros o a algún imprudente espectador. Fue por este motivo que esta distracción fue desapareciendo.
Sobre los orígenes de esta sangrienta distracción la historia da cuenta que tiene sus raíces en los sangrientos juegos romanos y en las crueles venationes (espectáculos que se celebraban en el circo romano) en las que se mataban miles de animales para divertir a un público sediento de sangre y de fuertes emociones.
Pasados los años la práctica ganó fuerza en España desde donde se nos heredó la tradición. En Tarija ésta persistió hasta poco antes de la Guerra del Chaco. Pero ésta no fue la única práctica que entretenía a la Tarija de antaño.
Carreras de caballos
Carreras de caballos en el Chaco
Se cuenta que con motivo de alguna fiesta se preparaban carreras de caballos, atrayendo a toda la población hasta las planicies que existían al final del parque Bolívar. Allí se veía un lujo de cabalgaduras.
Aparecían jinetes de la ciudad y del campo para intervenir en las carreras que siempre resultaban emocionantes, pero más lo eran para los apostadores. Las autoridades generalmente ofrecían premios que se disputaban en las diferentes justas, llamando más la atención y provocando mayor interés en los jinetes concursantes.
Ahí se apreciaba la variedad de caballos. “Resultaba realmente un lindo espectáculo aquellas memorables carreras, lástima que cuando en parte de la planicie hicieron cancha de fútbol y se levantaron construcciones, se perdió la extensa pista, acabándose también esa interesante distracción en la ciudad”, dice Carlos Figueroa de 95 años.
La práctica que persiste
Pero hoy en día las carreras de caballos han logrado sobrevivir, si bien no en la capital chapaca, lo hicieron en el Gran Chaco. Uno de los municipios donde más se las practica es en Caraparí. Éstas se realizan en fechas especiales o en acontecimientos como la Feria Agropecuaria Artesanal y Cultural, entre otras.
“Poca pinta”, “Condorito”, “Rosillo”, “Niño”, “Vengador” son algunos de los sobrenombres que usan los contendientes, quienes se enfrentan a carreras desde los 100 a 300 metros.
De acuerdo a los participantes y a la fama del caballo los espectadores hacen correr sus apuestas.
De acuerdo al reporte histórico el origen de las carreras asciende a la más remota antigüedad. Fueron el objeto principal de las fiestas de Grecia y cantadas por sus poetas. La fábula de los centauros parece probar que ciertos pueblos de este país, particularmente los tesábanos, habían adquirido desde muy temprano una grande habilidad en el arte de la equitación.
De la Grecia pasó el gusto de estos ejercicios a los romanos quienes los hicieron entrar en sus festejos públicos. Los historiadores datan en 1835 la primera carrera de caballos que se celebró en España.
Apuntes sobre la temática
El inicio
El espectáculo comenzaba con la enredada de algún toro bravo, previamente preparado, al que le colocaban una especie de capa de color en la que prendían billetes y otros adornos coloridos.
Las vueltas
El toro se daba vueltas y correteaba por toda la plaza buscando lugar para salir o algo a dónde embestir, hasta que ingrese el valiente “torero” que resultaba siendo siempre algún mozo con “copas” en la cabeza para darse “valor”.
Cansados
Ninguno de los toros llegaba a ser sacrificado, sino cansado y espantado, pero también muchas veces la fiesta terminaba con desgracias, ya que los toros muy bravos llegaban a cornear a los aficionados toreros o a algún imprudente espectador. Fue por este motivo que esta distracción fue desapareciendo.