¡Desahógate!

En este nuestro mundo, bello y maravilloso, vivimos días diferentes. Cada uno a su manera y con sus propias vivencias muy particulares.

Uno trata de estar bien siempre. Uno trata de que lo que planeamos y lo que sucede sea siempre equivalentes.

Ojalá comprendiéramos el fluir de la vida y viajáramos con él.

Nuestra mente se opone a este mágico circuito y nos causa dolor y sufrimiento. Resiste a aceptar los sucesos del Universo, se desgasta, consume mucha energía y al final el resultado es dolor y sufrimiento. Primero dolor y luego, cuando este permanece, nace el sufrimiento. Por ello alguien dijo que a veces el dolor es inevitable, pero el sufrimiento si podemos controlarlo, manejarlo.

Cuando el dolor clava sus puñales en el corazón y el alma, hay que buscar una forma de canalizarlo para que haga el menor daño posible.

Una forma de desahogo es contarlo, hablarlo, decirlo, escribirlo, llorarlo, cantarlo, pintarlo, etc.

Formas simples y muy curativas, que alivian y liberan de ese dolor.

Los incas hacían un hueco al pie del cerro donde estaba su Apu y allí contaban su pena, su dolor. Luego enterraban este desahogo y se lo entregaban a Pacha Mama, liberándose de esta energía perturbadora y dañina.

Busca una forma de hacerlo, la que mejor se acomode a ti, pero hazlo, no te quedes con eso.

¡Ya es hora alma mía!


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