Que los hombres lloren
Que los hombres lloren y con ello rompan el decreto, que les ha dicho que los hombres no lloran.
Que rompan el mandato, que ha marcado tanto su alma.
Que los hombres lloren: por sus muertos, por los duelos no resueltos, que lloren por sus padres, por el calor de su madre y la dureza de su padre, por el maltrato y el dolor físico impuesto.
Que los hombres lloren sus amores, por las mujeres que han amado, lastimado o abandonado.
Por las traiciones sufridas, por las expectativas y las comparaciones.
¡Que los hombres lloren!
Que se quiten la coraza.
Que no lloren a escondidas avergonzados o no recibidos
Que lloren frente a nosotras, frente a sus hijos, frente al mundo.
Que lloren el dolor no permitido, cuando les arrancan a sus hijos, cuando no se les permite llegar a sus corazones.
Sí, que lloren por sus hijos, que se conmuevan profundamente, que lloren a sus hijos.
Que los hombres lloren porque no siempre pueden, no siempre tienen, no siempre quieren.
La fuerza se acaba, el dinero no alcanza y los amigos fallan.
Que los hombres lloren, que se arranquen la coraza, que abran ese río, de esa agua bendita contenida en generaciones.
¡Qué fluyan!
Que sus lágrimas los sanen.