La muerte forma parte o es la continuidad de la vida

En occidente hemos aprendido a tenerle miedo a la muerte, cuando es lo más certero de nuestra vida, va a suceder de todas maneras, es de lo único que podemos estar seguros.

En la vida damos muchas vueltas. En la última de ellas encontramos la muerte. Ella es la única certeza indiscutible. Porque somos, por esencia, seres mortales, vamos muriendo lentamente, un poco cada segundo, en prestaciones, hasta acabar de morir.

El sentido que damos a la muerte es también el sentido que damos a la vida. Cada pueblo con su cultura interpreta, a su manera, la muerte.

No considero la muerte como el fin de la vida. Morir es un acabar de nacer. La vida va más allá de la muerte.

Lo que aquí llamamos muerte es un nacimiento en otra dimensión y lo que aquí llamamos nacimiento, es una muerte en dicha dimensión, y la vida como tal, sigue su curso.

José Martí, escritor, poeta, filósofo cubano decía “morir es cerrar los ojos para ver mejor”.

Cuando queremos concentrarnos e ir al fondo de nuestro pensamiento, cerramos los ojos de forma natural. Al morir, cerramos los ojos para ver mejor el corazón del universo, nuestro lugar en él y la realidad suprema que hace existir y persistir todo.

Para la mayoría de nuestros pueblos originarios, la muerte es solo pasar al otro lado de la vida. Los que han pasado al otro lado, especialmente los sabios y los ancianos, los visitan en sueños y les aconsejan. Acompañan a los que aún están en el lado de acá. Solo están invisibles, pero nunca ausentes.

La muerte no es ‘una bruja’ que viene a quitarnos la vida. Es la hermana querida que nos abre la puerta de la eternidad feliz. La muerte no es la última barrera. Es un puente que nos hace pasar del espacio y del tiempo pasajero a la eternidad sin fin. La muerte es una invención de la vida para dar un salto y seguir viviendo más y mejor.


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