La mente

Así como el arquero, con gran cuidado y destreza endereza una flecha, de modo similar, el sabio pacientemente endereza su mente, la cual es vacilante, inquieta, inestable, difícil de sujetar y difícil de controlar.

Así como el pez, cuando es sacado del agua, salta y se mueve convulsivamente, así también, la mente se mueve con gran agitación cuando se la trata de sustraer del domino de las pasiones.

La mente es difícil de sujetar; es movediza, siempre corre hacia donde más le agrada. Trata de controlarla, porque una mente controlada conduce hacia la real felicidad.

La mente es difícil de subyugar; ella es extremadamente sutil y tiene el hábito de correr detrás de sus fantasías. El sabio debe vigilarla atentamente; una mente controlada conduce hacia la real felicidad.

La mente es por naturaleza dispersa, vagabunda e incorpórea; ella vive como si estuviese oculta en una cueva. Aquellos que logran vencerla se libran de los poderosos lazos de la Ilusión.

Aquel cuya mente carece de firmeza, que ignora los preceptos de las enseñanzas sagradas, que es inestable e inquieto, jamás podrá alcanzar la sabiduría perfecta.

Una persona atenta, cuya mente no es agitada por las pasiones, que se halla libre de odio y que ha trascendido los pares de opuestos, ya nada tendrá que temer ni en este mundo ni en los mundos del más allá.

Aquel que sabe que su cuerpo es tan frágil como una vasija de arcilla y que hace de su mente una ciudadela fortificada, con la ayuda de las armas de la sabiduría, logrará vencer al ejército de las pasiones. Una vez controlado debe esforzarse por mantenerse firme y libre de apegos.

Recuerda siempre que la vida humana es muy breve; en un abrir y cerrar de ojos, tu cuerpo, ya sin conciencia, yacerá sobre el suelo, con tan escaso valor como un trozo de leña arrojado, al azar, al borde de un camino solitario.


Más del autor
Tema del día
Tema del día
El MAS y el cambio de época
El MAS y el cambio de época