A un naranjo y a un limonero

Naranjo en maceta, ¡qué triste es tu suerte!

Medrosas tiritan tus hojas menguadas.

Naranjo en la corte, ¡qué pena da verte

con tus naranjitas secas y arrugadas!.

 

Pobre limonero de fruto amarillo

cual pomo pulido de pálida cera,

¡qué pena mirarte, mísero arbolillo

criado en mezquino tonel de madera!

 

De los claros bosques de la Andalucía,

¿quién os trajo a esta castellana tierra

que barren los vientos de la adusta sierra,

hijos de los campos de la tierra mía?

 

¡Gloria de los huertos, árbol limonero,

que enciendes los frutos de pálido oro,

y alumbras del negro cipresal austero

las quietas plegarias erguidas en coro;

 

y fresco naranjo del patio querido,

del campo risueño y el huerto soñado,

siempre en mi recuerdo maduro o florido

de frondas y aromas y frutos cargado!


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