Me gusta mirarte
¡Qué hermoso es sentir tu fuego y mirarte
lejana arder y hervir la sangre de tu cuerpo
de eterna virgen sobre el mío!
No puedo hacer otra cosa sino mirarte
y volverlo a hacer hasta morirnos
y al nacer de nuevo hacerlo como tu hijo.
Yo te sigo, como el lejano eco de un grito,
callado, juntando piedras por do camino
para crear tu altar de sacrificio divino.
Y caminas, y camino, ¡y qué hermosa eres
cuando me abrazas y ya no soy mío
y me besas y me ensancho como un río!
Me gusta mirarte y leerte como un libro
y al llegar al último capítulo
empezar de nuevo cual dos desconocidos.
¡Qué vacío siento si no estás conmigo,
es como condensar en un día un siglo
en un bucle infinito de hastío!
¡Ay mujer, en tu corazón me abrigo
del mundo como un fugitivo
y me duermo, y te sueño y me siento vivo!