Espacio publicitarioEspacio publicitarioEspacio publicitario

El bote vacío

Un monje al que le gustaba meditar en silencio, decidió un día subirse a un bote y remar hasta el centro de un lago. Allí estaría mucho más tranquilo y podría meditar mejor. Ya estaba en el centro del lago y cerró los ojos. ¡Qué paz se respiraba!

Pero de pronto, cuando estaba en la fase más profunda de sus reflexiones, algo golpeó su barca y le desconcentró. Le molestó tanto que pensó:

– “En cuanto abra los ojos, se va a enterar la persona que me golpeó”.

Estaba furioso. Sin embargo, al abrir los ojos, solo vio una barca vacía, que seguramente arrastró el viento a la deriva hacia allí. Entonces se dio cuenta de que la ira no venía del exterior, sino que residía en él.

– “Cada vez que me enoje con alguien- pensó- recordaré que ese enfado está dentro de mí”.

Reflexión: La ira nace dentro de nosotros, por mucho que pensemos que el culpable está fuera.

La paz interior que algo externo perturbó hace que pienses que ese algo es el culpable. Tal vez pienses que existe un culpable para la ira, que algo hizo que te enojaras y que es precisamente el culpable de que te sientas así. Pero en realidad eres tú quien escogió la ira como forma de expresión de tu turbación. Las emociones nacen dentro de nosotros, y debemos ser capaces de controlarlas. ¿Por qué enfadarnos con alguien si es una emoción que creamos nosotros mismos?


Más del autor
Tema del día
Tema del día
Cuida la energía de tu casa
Cuida la energía de tu casa