Ejes transversales de la práctica docente de Paulo Freire
La educación es un campo que genera constante discusión, no solo porque afecta directamente a las vidas de quienes formamos, sino también por la responsabilidad que implica en la formación de sociedades futuras. La idea de que la educación es la herramienta para desarrollar las capacidades y cualidades de los estudiantes para transformar la realidad no es simplemente una cuestión de técnicas pedagógicas, sino que refleja visiones más amplias sobre cómo el mundo comparte y modelamos su realidad. En este sentido, la perspectiva de Paulo Freire en la educación genera también una visión revolucionaria y crítica porque desafía estas visiones tecnocráticas y busca formar personas educadas en transformación social. Freire, sin embargo, señala que el trabajo docente también involucra cierto conjunto de saberes que, más allá de la mera ideología, están anclados a principios éticos y un genuino compromiso con el ideario educativo.
Dentro de este marco, Freire propone un modelo educativo compuesto por cuatro momentos metodológicos: Práctica, Teoría, Valoración y Producción. Si bien estos momentos se presentan de forma continua, su descripción es separada. En este sentido, cada uno de los momentos no es una entidad separada; de hecho, no es más, menos ni tiene un orden predeterminado dentro del proceso.
La Práctica es el primer momento y el punto de partida para el proceso educativo porque se basa en la única experiencia directa que tiene el estudiante con la realidad. De esta manera, el aprendizaje se conecta con la vida cotidiana e individual de la persona; por otro lado, la actividad debe tener como principio la experiencia del tema, es decir, lo concreto y no lo abstracto. Por ejemplo, en el área de química podría ser la realización de un experimento donde los estudiantes realicen una titulación. Durante este proceso, los alumnos pueden medir la concentración de una solución ácida utilizando un indicador, generando aprendizajes a través de la experiencia directa. Esto les permite aplicar los conceptos teóricos en un contexto práctico y ver de primera mano los principios de la química en acción.
La Teoría es el segundo momento y sigue a la práctica. Este elemento proporciona al individuo un marco conceptual. Vale la pena mencionar que la mera existencia de la teoría, según Freire, no se trata de que el estudiante memorice, sino que comprenda y cuestione la teoría en función de su realidad.
En el área de química, la realización de experimentos de laboratorio fomenta la observación, la manipulación de materiales y la interpretación de los resultados, lo que permite a los estudiantes aplicar la teoría química en situaciones prácticas. Además, se busca desarrollar habilidades como la observación y la interpretación, la reflexión crítica sobre los conocimientos adquiridos y su relación con la realidad.
Como menciona Freire (1970) “La teoría debe ser una herramienta de cuestionamiento y reflexión, no una mera repetición de conceptos. La tarea del educador es problematizar la realidad y usar la teoría de manera crítica para entender y transformar esa realidad. La teoría no se impone de manera mecánica, sino que se adapta y se resignifica a partir de la práctica” (p. 77).
Por otro lado, la Valoración es un paso crucial en el proceso educativo y va más allá de la mera evaluación de los conocimientos adquiridos. En primer lugar, es una perspectiva moral y reflexiva que demuestra una profunda lealtad al desarrollo completo del individuo. Socialmente, la educación no es producto de la imaginación, sino que es parte del tejido social en el que se produce.
Finalmente, en la Producción, los estudiantes descubren la oportunidad de transformar y comunicar información en productos. La producción es el final del viaje, ya que es el tiempo en que los estudiantes expresan sus aprendizajes a través de algún producto creativo. Freire recomienda el proceso de producción donde los conocimientos se vuelven acción.
“La producción es donde el conocimiento se convierte en acción. Es el momento en el que los estudiantes utilizan sus aprendizajes para crear, innovar y transformar su realidad. La producción no solo implica la elaboración de productos tangibles, sino también el desarrollo de nuevas formas de pensar y actuar que reflejan un entendimiento profundo y crítico de la realidad” (Freire, 1970, p. 102).
El enfoque de Paulo Freire hacia la educación es una forma completamente nueva de enseñar que va más allá de las prácticas pedagógicas tradicionales. Freire nos desafía a reevaluar la función de la educación en la sociedad. Utilizando la interacción entre práctica, teoría, evaluación y producción, su enfoque educativo ofrece una valiosa guía para construir un sistema educativo que no solo transmita conocimientos, sino que también anime a los estudiantes a adaptar y transformar su realidad.