Relatos románticos y sociedad en el siglo XIX boliviano: Cinco apuntes sobre un nuevo libro

1. ¿Son novelas o cuentos?

En su introducción al libro El cuento sentimental romántico en Bolivia (siglo XIX): Estudio y antología, el investigador y crítico Leonardo García Pabón propone una reclasificación de la narrativa boliviana decimonónica. Los seis relatos seleccionados y estudiados en el libro, dice, tanto por su estructura como por su extensión, se acercan más al cuento que a la novela (porque, según un concepto tradicional, lo que diferencia a estos géneros es la extensión). El estudioso explica: “Las características más importantes como la brevedad y el carácter poético del cuento frente a la elaborada extensión de la novela son los criterios que destacamos y usaremos”. Es, por supuesto, una definición algo controversial: otros investigadores de la literatura boliviana del siglo XIX, como Juan Pablo Soto y Fernando Unzueta, consideran novelas algunos de los mismos relatos que García Pabón redefine aquí como cuentos.

 La caracterización de los relatos del siglo XIX es una dificultad que han enfrentado diferentes ensayistas. El compilador cruceño Soto, en su introducción al primer tomo de Ficcionalización de Bolivia: La novela/leyenda del siglo diez i nueve 1847-1896 (la más importante recopilación de novelas bolivianas decimonónicas) señala: “El material con el que nos hemos encontrado como resultado de nuestras pesquisas no se acomodaba de ningún modo a los esquemas teóricos de lo que hoy conocemos como novela; aunque actualmente las dudas acerca de la validez de categorías como 'género literario', o 'modos' o 'novela' son mayores que las certezas”. Soto decide mantener la denominación que sus autores escogieron para los relatos recogidos en su monumental trabajo de recopilación: “Hemos respetado la decisión del autor en los casos en que él mismo clasificara su obra como 'novela', 'novelita' o 'tradición'”. Por su parte, el investigador Fernando Unzueta, en su artículo “Soledad o el romance nacional como folletín: Proyectos nacionales y relaciones intertextuales” discute la novela Soledad (1847) de Bartolomé Mitre, uno de los textos reproducidos por García Pabón. “Es la primera novela americana que se publica en Bolivia –escribe Unzueta– y seguramente la de mayor importancia antes de la aparición –también como folletín– de Juan de la Rosa, en 1885”.

 

2. Sobre la publicación y las partes del libro

 El profesor y crítico García Pabón publica este libro como parte de la colección Letras Fundacionales de Plural editores, una colección que dirigió para esta editorial por más de dos décadas. Se trata de un estudio crítico que aborda seis relatos (o novelas) de la segunda mitad del siglo XIX. Más allá de su trabajo de selección y recopilación, el libro ofrece un diálogo crítico en torno a la temática de la construcción de lo nacional y el modo narrativo más empleado en la época: el relato sentimental. El crítico entrelaza así su análisis de estos relatos románticos con la recurrente cuestión (en la crítica de los últimos cuarenta años) de la construcción de un imaginario de lo nacional (y sus sujetos), a pocas décadas de la Independencia en 1825.

 Como se anuncia en el título, el libro tiene dos partes: un Estudio y una Antología. El largo estudio (son las primeras cien páginas) se ocupa de la teorización de los géneros y modos literarios en cuestión y de la lectura de los seis relatos seleccionados. En la Antología, se transcriben los seis relatos: Soledad (1847) de Bartolomé Mitre, Crimen y expiación (1864) de Sebastián Dalenze, La isla (1864) de Manuel María Caballero, El Templa y la Zafra (1864) de Félix Reyes Ortiz, Misterios del corazón (1869) de Mariano Ricardo Terrazas y Corazón enfermo. Diario de una costurera (1891) de Isaac G. Eduardo. García Pabón señala que reproduce estas obras a partir de las publicaciones originales en periódicos y folletos de la época. Y una nota de edición acompaña cada relato (por ejemplo, se indica que, en todos los casos, la ortografía y puntuación ha sido actualizadas para “facilitar la lectura”).

 

3. Seis relatos sentimentales

 Según García Pabón, el relato sentimental suele reproducir la misma fórmula: una relación romántica entre dos es amenazada por un tercero que interfiere. Y, generalmente, señala el crítico, los finales son trágicos. García Pabón abre su antología y análisis con el relato Soledad del argentino Bartolomé Mitre, de 1847 (y no con Claudio y Elena de Vicente Ballivián, de 1834). Dos jóvenes criollos viven un amor imposible por el matrimonio forzado de Soledad con Ricardo, un anciano y ferviente admirador del orden colonial. El amor solo triunfa con la muerte del marido, que antes de morir se arrepiente de haber desposado por la fuerza a Soledad. García Pabón se detiene en las posibilidades alegóricas de esta historia: el triunfo del amor es también el principio de una nueva sociedad, en esa conjunción entre la suerte de un núcleo familiar y los ideales nacionales que desarrollarán narrativas posteriores. Después, en 1864, con Crimen y expiación, La isla y El Templa y la Zafra la narrativa sentimental adquiere toques costumbristas, aunque también prolonga el modelo inicial. Dalence y Caballero desarrollan más la psicología de los personajes –dejan entrever sus tormentos y melancolías– mientras que Reyes Ortiz se centra en un hecho criminal, pasional. Estos relatos terminan trágicamente en suicidios. Para García Pabón, son ya narrativas que aluden a las complejidades de una sociedad. Con Misterios del corazón (1869), relato sobre la relación sentimental entre un extranjero y la virreina de Lima, al parecer se transforma la visión de lo romántico. Temas como el poder y la política se hacen más relevantes y hasta opacan la historia de amor. Para el cierre del siglo, García Pabón escoge Corazón enfermo. Diario de una costurera (1891) de Isaac G. Eduardo, que relata –a través de un diario– las tribulaciones de una mujer embarazada. Los desfases y las contradicciones abundan: entre el amor y la sociedad, entre el deseo y las injusticias de lo real. El amor deviene alegoría del fracaso.

 

4. Una digresión: Sujetos nacionales y lectura        

El analfabetismo en Bolivia era, en el siglo XIX, un hecho claro y abrumador (al final del siglo, el censo de 1900 establece un analfabetismo cercano al 85%). Es decir, los que podían leer eran una minoría; y los que leían en efecto, podemos especular sin imaginar mucho, eran una minoría de esa minoría; y los lectores de relatos románticos eran una minoría de una minoría de una minoría. En otras palabras, si el relato romántico tuvo efectos en la “formación de la nación” o en la construcción de una “subjetividad nacional”, fueron efectos que, a lo sumo, tuvieron un carácter de élite.

 

5. Para abrir el diálogo, para romper el hielo

En la portada del libro vemos la imagen de una joven intentando defenderse de la flecha de Eros. De la misma manera, parece que, según el análisis de García Pabón, la narrativa romántica boliviana se fue alejando progresivamente del ideal de amor (y sus flechas) para optar por el realismo social, más cercano a lo cotidiano. Esa es la historia que García Pabón, un crítico conocido por sus numerosas intervenciones en la redefinición del canon de la literatura boliviana, nos cuenta. Y, como en sus contribuciones anteriores, las de El cuento sentimental romántico en Bolivia (siglo XIX) son numerosas, pero sobre todo es esta: inicia o permite la lectura y discusión de una tradición narrativa que había sido en buena medida olvidada.


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