Lechín, una leyenda del sindicalismo

“Su cuerpo y vida estaban en el movimiento obrero, pero su cabeza pertenecía sin duda a la pequeña burguesía” (René Zavaleta Mercado)

 

Fue el imán de la polémica y una leyenda del sindicalismo en Bolivia, de gran parte del siglo XX. Sus críticos asemejaron su figura con la deidad romana de las dos caras, Jano. Era obrero y pequeño burgués al mismo tiempo. Sus correligionarios lo llamaban “El Maestro”. Hoy sus restos descansan en el Museo de la Revolución junto con los expresidentes Germán Busch, Gualberto Villarroel y Juan José Torres.

Cuando la producción minera se encontraba en pleno apogeo, nació Juan Lechín Oquendo, en Corocoro, el 19 de mayo de 1912 (otros aseguran que fue en 1914).

De acuerdo a Memorias de Juan Lechín e historia de una leyenda, de Guadalupe Cajías,la aymara Juana Oquendo Cusicanqui lo crió en aguayo. Su padre, Juan Lechín Rhein, de origen libanés, fue comerciante de bayetas de la tierra y de cortes ingleses. De él adquirió el gusto por los trajes finos y bufandas importadas. Estudió en el Instituto Americano y allí conoció a Hernán Siles Zuazo, el hombre que lo sumergió en el campo político.

Minero

En Medio siglo de luchas sindicales, Agustín Barcelli detalló que ese personaje, muy joven, abandonó sus estudios secundarios e ingresó a trabajar en la minas de Catavi y Siglo XX. El nexo que lo vinculó a ese medio fue el fútbol. En 1932, combatió en El Chaco. Su vida política y sindical comenzó en 1943, cuando se integró a las filas del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).

Un año después, colaboró con Emilio Carvajal en la organización del Primer Congreso Nacional de Mineros. El 11 de junio de 1944, junto a varios dirigentes fundó la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB). Luego, fue elegido Secretario General. En 1946, coadyuvó en la aprobación de la Tesis de Pulacayo.

Según José Fellman, en Historia de la cultura boliviana, tras el sexenio, el “Mamertazo” y la dictadura de Hugo Ballivián, Lechín, Siles y el general Antonio Seleme impulsaron la caída del régimen liberal. Así, estalló la Revolución del 9 de abril de 1952. Con al menos 1.500 muertos, el pueblo alcanzó la victoria.

Revolucionario

De acuerdo a El Diario del 13 de abril de 1952, la intervención del “Grupo Lechín” –integrado por Roberto Méndez, Alfredo Franco, José Santiago, Huáscar Suárez, Rolando Requena, Arturo Asbún, Miguel Alandia Pantoja, Walter Camacho, Egberto Ergueta y Antonio Asef– “fue decisiva para el triunfo del movimiento”. Pese a sus escasos efectivos, se logró reducir a gruesas fracciones del Regimiento “Lanza” y del Colegio Militar.

El 17, en el mismo rotativo, se anunció la creación de la Central Obrera Boliviana (COB). El máximo cargo recayó en “El Maestro”. En esa coyuntura, respaldado por obreros armados, impulsó la Reforma Agraria, la nacionalización de las minas, el voto universal y otras conquistas. Paralelamente, fue designado Ministro de Minas.

Opositor

En 1963, cuando el MNR se alineó a la política de las transnacionales, fundó el Partido Revolucionario de Izquierda Nacional (PRIN). Luego, combatió a los gobiernos dictatoriales de Banzer (1971-1978), Alberto Natusch (1979) y Luis García Meza (1980-1981).

En Los Tiempos del 28 de agosto de 2001, se detalló que, tras esos hechos, se enfrentó también a los gobiernos de Siles y Víctor Paz. En 1985, rechazó el Decreto 21060.

En 1987, luego de 35 años en el cargo, dejó la Secretaría Ejecutiva de la COB y se retiró de la vida político-sindical. En agosto de 2000, el presidente Banzer le confirió la condecoración “Cóndor de los Andes”, lo que generó una serie de críticas.

Cuestionado

En Historia del movimiento Obrero, Guillermo Lora, comentó que Lechín en su forma de vivir, actuar y pensar fue “totalmente extraño” a los trabajadores. “No se identificó con ellos teóricamente, su barniz marxista no ha podido resistir las primeras lluvias y en su vida privada (donde campea el arribismo social y la molicie) ha puesto especial cuidado en aburguesarse”.

René Zavaleta, en 50 años de historia, a su turno, precisó que, bajo el gobierno de Siles (1956-1960), el máximo líder de la COB mostró su verdadero rostro. “(…) Lechín mismo, cuyo cuerpo y vida estaban en el movimiento obrero, pero cuya cabeza pertenecía sin duda a la pequeña burguesía, al servicio de sus ambiciones tan volátiles, aspiraba a lograr una convivencia con los norteamericanos. No se explica de otra manera el que, al mismo tiempo que se opusiera al Plan de Estabilización, sin embargo suscribiera el llamado Plan Triangular, que era su resultado en cuanto a la reorganización (conservadora e imperial) de la minería estatal”.

A unos días del IV Congreso de la COB, fue acusado de ser “agente de la CIA”. El artículo “¡Que entre! Lechín será juzgado por los obreros” publicado en la revista Tribuna, el 20 de abril de 1970, planteó: 1) ¿Por qué firmó el Código de Petróleo (Davenport) en 1955 siendo Ministro de Minas y entregó el petróleo a la Gulf?; 2) ¿Por qué aprobó la Ley Patiño, a cambio de una coima vergonzosa?, y 3) ¿Por qué entregó el gobierno a la rosca y al imperialismo en 1964, que dio lugar a las masacres de mayo y septiembre de 1965 y la de San Juan en 1967?

¿Jano?

Andrés Soliz Rada, dirigente de Conciencia de Patria (Condepa), por su parte, en La Razón, el29 de agosto de 2001, lo presentó como un político bicéfalo: “(…) en el día se reunía con los trabajadores, besaba a cholas y a campesinas, y en la noche se ponía su frac y asistía a cenas de embajadores, ministros y de otras personalidades”.

“Los campesinos no llorarán la muerte del fundador de la COB porque no hizo nada por mejorar la situación del sector”, afirmó Felipe Quispe, “El Mallku”“, en La Prensa, el 28 de agosto de 2001, para luego revelar que los campesinos eran “sus pongos” a quienes “mandaba a comprar sus cigarrillos”.

Despedida

El 27 de agosto de 2001, a las 18:05, a raíz de un paro respiratorio producido por una encefalopatía y nefropatía, murió en la Clínica Alemana, informó La Razón. Pese a las fuertes críticas de sus enemigos, grandes titulares y fotos a colores del líder sindical coparon las primeras planas de los periódicos. Todos publicaron suplementos “Especiales”, reportajes y crónicas.

Por ejemplo, La Razón destacó “El corazón del líder hizo un paro definitivo”; “Lechín, el de los ojos de Cristo y Rasputín”; “Ricos y pobres le tributan honores a Don Juan”; “Lechín estará en el Museo del 52”; “En sus últimos años, escribió sus memorias y quiso hacer política”, “El gobierno creó el premio Juan Lechín”. Los Tiempos tituló “Murió Juan Lechín, el padre de la COB”; “Orgulloso, rebelde… Lechín una vida de constante lucha”; “La derecha e izquierda en la trayectoria sindical de ‘El Maestro’”; “Despiden a Lechín con una lluvia de homenajes”; “Se va el último, no hay herederos”. La Prensa publicó “Muere la leyenda del sindicalismo”; “Se fue ‘El Maestro’”; “Don Juan fue una leyenda”; “Lechín se llevó la gloria del poder obrero”; “54 años de vida sindical y política”.

El también llamado “maq’anacudor” (peleador en quechua) tenía la costumbre de sostener un cigarrillo sin encender en la boca. Le gustaba el crocante “pan de batalla” siempre acompañado de un buen queso (…) y como plato fuerte, un “lomito”, rememoró La Prensa, el 28 de agosto de 2001.

Empleadores y trabajadores lloraron su partida.

 

 


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