UN DIAGNÓSTICO EDUCATIVO QUE EXIGE CAMBIOS ESTRUCTURALES

El 29 de octubre de 2020, el Ministerio de Educación publicó en su página web y de manera oficial los resultados del Diagnóstico Nacional de Logros de Aprendizaje, obtenidos a partir de la aplicación de instrumentos del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (TERCE), trabajo realizado durante la gestión 2017 por el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE). El estudio evaluó los aprendizajes de los estudiantes del tercer y sexto curso del nivel primario, en las áreas de matemática, lenguaje y ciencias naturales; el resultado cayó como balde de agua fría sobre muchos y sacó a la luz la realidad educativa de nuestro contexto.

Los estudiantes realizan acciones simples, pero no efectúan tareas más complejas. La mayoría de los estudiantes evaluados se concentran en los niveles I y II de desempeño, denotándose así la presencia de dificultades y limitaciones en la resolución de situaciones de mayor complejidad en las áreas de conocimiento evaluadas. En contraste, el porcentaje de estudiantes que logra ubicarse en los niveles III y IV de desempeño (referido a competencias más complejas), está a 5,8 puntos por debajo de la media alcanzada por los estudiantes de la región (América Latina y el Caribe). El TERCE se aplica sólo a estudiantes del nivel primario, pero, es posible inferir que el desempeño de los estudiantes del nivel secundario y de otros niveles educativos no sea muy diferente; así, se justifica la pregunta que seguramente muchos se hacen ¿qué está fallando en la educación?

Para complementar el análisis, durante la gestión 2020 LLECE publica el documento titulado “Análisis curricular. Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE 2019). Bolivia”, donde se denota que el currículo boliviano presenta ciertas limitaciones y ausencia de contenidos con relación a los currículos que se implementan en la región.

Esta cuestión es preocupante e incómoda para algunos, pero muchos parecen haber olvidado la situación con facilidad; lo ideal, es que esta realidad sea parte del debate cotidiano, ingrediente esencial para repensar los procesos educativos: curriculares, pedagógicos, didácticos, de administración y gestión educativa, entre otros. Los aspectos mencionados tendrían que generar una respuesta estructural, sostenible e inmediata en todo el sistema educativo. Sin embargo, las reacciones a nivel jerárquico no lograron trascender más allá del plano discursivo, normativo y de intenciones plasmadas en eventos de planeación educativa, en contraste, emergieron acusaciones de actores educativos y sociales en contra de la efectividad del Modelo Educativo Sociocomunitario Productivo; al final, todos son presas del olvido, las cosas volvieron a su cauce normal, a las concepciones y prácticas educativas ya acostumbradas. Y de hecho en la actualidad, es posible evidenciar la inexistencia de políticas y acciones concretas enfocadas a revertir los resultados de aprendizaje y las ausencias de contenido expuestas por el LLECE.

En tal virtud, considero pertinente postular tres criterios que podrían coadyuvar en la estructuración de alternativas de solución. Primero, el punto de partida es la toma de conciencia crítica sobre la problemática y el compromiso pleno con su transformación, esto movilizará a todos los actores educativos, sociales y políticos, permitirá la constitución de espacios comunes para el diálogo. Desde luego, como política educativa, es necesario que las autoridades generen en consenso con los actores educativos y sociales un conjunto de directrices, los mecanismos y las condiciones necesarias para la sostenibilidad de los procesos de mejoramiento de la calidad educativa, cuyo alcance sea distrital, departamental y estatal.

Segundo, en lo referente a los procesos curriculares y de concreción pedagógica y didáctica, se hace necesario el análisis profundo de los procesos de enseñanza y aprendizaje vigentes, con el objetivo de identificar los factores que están incidiendo en los bajos niveles de aprendizaje y en consecuencia plantear la reestructuración de contenidos, concepción de estrategias metodológicas pertinentes, identificación de los medios educativos y formas organizativas apropiadas, ajuste del sistema de evaluación y el diseño de procesos de gestión educativa e institucional para la mejora de la calidad educativa. Todo ello debe emerger como resultado de la realización de procesos de investigación educativa, intercambio de criterios y construcción de acuerdos pedagógicos en eventos académicos serios.

Tercero, la investigación en el ámbito educativo aún no ha alcanzado el sitial que le corresponde; Lawrence Stenhouse, reconocido pedagogo británico, considera a la investigación educativa como una indagación sistemática y mantenida, planificada y autocrítica, cuya finalidad se centra en la búsqueda de soluciones a los problemas educativos. En consecuencia y apegado al planteamiento del artículo 87 de la Ley de Educación 070, se debe crear y dar funcionalidad a los Institutos de Investigaciones Educativas en cada departamento, conformado por equipos multidisciplinarios de docentes y académicos de trayectoria reconocida, de manera que su tarea fundamental y permanente sea someter la realidad educativa a un estudio riguroso tomando en cuenta las investigaciones particulares que realizan algunos docentes desde sus unidades educativas, para así postular alternativas de solución a las problemáticas educativas que se presentan en los diferentes niveles de formación. En el contexto del análisis, es urgente avanzar de los niveles I y II en los que ubican nuestros estudiantes hacia los niveles de desempeño III y IV determinados por el LLECE.

La sociedad espera cambios en los procesos educativos de manera que la formación de los estudiantes sea en correspondencia con las exigencias educativas que impone la actualidad y en coherencia con los niveles y estándares educativos de la región.

 


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