Despatriarcalizar para transformar, Transformar para despatriarcalizar

De una manera que nadie hubiera imaginado hace unos años, la despatriarcalizacion y la lucha contra el machismo han saltado a primer plano en la agenda de la opinión pública, y han ingresado en un terreno de alta sensibilidad para el conjunto de la sociedad que, en este, como en otros temas, espera respuestas concretas por parte de sus dirigentes.

El tema del machismo y la violencia contra la mujer se han enlazado con otro que está anclado en la conciencia de los bolivianos desde hace mucho tiempo: la ineficacia, por utilizar un término suave, del aparato judicial, sospechoso de corrupción y malas prácticas en diversos niveles.

Las causas por la que estas temáticas están en primer plano actualmente son varias, y entre las principales se pueden mencionar la lucha de diversos colectivos de mujeres y defensores de los derechos humanos, que, desde hace décadas, horadando la piedra con la gota, vienen difundiendo esta problemática. También ha contribuido el hecho de que los escándalos en la administración de la justicia se hayan ido acumulando y finalmente hayan saltado con casos como los de la liberación irregular de condenados por feminicidio, lo que ha “destapado” el cansancio y la frustración de la población boliviana. Y un factor, que también ha sido decisivo, ha sido el de las paulatinos avances que en se han dado en los últimos años, bajo el amparo de la nueva ConstituciónPol´tica del Estado, en la legislación y el Estado boliviano en general.

Se trata de un encuentro virtuoso entre la actividad de la sociedad civil y los colectivos de derechos humanos, y la voluntad de cambiar las estructuras de nuestro Estado. La sociedad da el impulso para el cambio, pero este se disuelve si es que no encuentra un canal de expresión en la institucionalidad boliviana.

Sabemos la importancia que tienen los prejuicios y las costumbres sociales en Bolivia; la cultura machista que es parte del entramado cultural en que nos movemos, y genera daño a las mujeres de todas las edades en nuestra sociedad, y sobre todo a las que sienten que no encajan con estos estereotipos impuestos por la costumbre. Muchas mujeres han crecido en hogares en donde la violencia de género era la norma, fueron educadas para ser víctimas, y recién ahora comienzan un proceso de toma de consciencia respecto a su situación. Otro factor que sigue pesando es la dependencia económica de muchas mujeres, que también es fruto de las distorsiones que el patriarcado genera en la actividad económica.

Si bien es cierto que hoy la mayor parte de la población, ya no ve con malos ojos que las mujeres estudien o trabajen, si se torna reactiva frente a otras señales de independencia femenina. Es decir que en la mayor parte de los casos, el patriarcado puede aceptar que la mujer se preparé como una suerte de posible auxiliar en el terreno económico, pero no que tome sus propias decisiones, es decir que tenga un mundo propio y una perspectiva de crecimiento independiente.

 El patriarcado es un tema complejo; se encuentra en la cultura social y en el imaginario colectivo y se expresa en el Estado. Se pude modificar la legislación y el aparato estatal, pero esas modificaciones solo funcionaran si es que a la vez hay un profundo movimiento en la sociedad que cambien nuestra manera de pensar. Por eso es que las leyes por si solas no sirven, pero tampoco sirven las movilizaciones sociales sin leyes.

La reforma de la justicia, que debemos encarar en los próximos años es un escenario ideal para seguir profundizando la reforma estatal en beneficio de las mujeres y los grupos vulnerables en general. Esa reforma no será posible sin la participación de ciudadana(o)s, colectivos y movimientos sociales, pero también debemos ser conscientes, que debemos encontrar el cauce adecuado para que el activismo se convierta en ley y reforma efectiva. Tenemos que despatriarcalizar para transformar, per es despatriarcalización solo será posible finalmente si se enmarca en la reforma y el cambio institucional.


Más del autor