Lora, el artífice del sóviet del 71

El libro «Guillermo Lora, el último bolchevique» del periodista Ricardo Zelaya narró, en 20 entrevistas y dos ensayos, la existencia de un hombre que entregó toda su vida por la revolución anticapitalista.

Lora fue odiado y amado por muchos. Quizá por ello, esta obra desató, una vez más, pasiones entre periodistas de medios escritos y digitales, quienes dieron un tratamiento ligero al tema.

Algunos, aprovecharon el texto para justificar sus posiciones antigubernamentales. Otros, lo usaron para etiquetar a periodistas que presuntamente militaron y simpatizaron con el Partido Obrero Revolucionario (POR). Incluso un comentarista, al final, tuvo que disculparse y “rectificar” públicamente sus opiniones a priori. Todo eso demostró la fragilidad con la que se encaró la obra inspirada en el también ideólogo de la revolución permanente en Bolivia.

Datos

Más allá de esas estériles apreciaciones, la publicación de Zelaya incluyó significativos sucesos que pueden y deben ser ampliados con información de hemeroteca y documentos de archivos.

En sus 444 páginas, por ejemplo, reveló el sospechoso accionar del ex líder de la Central Obrera Boliviana (COB) Juan Lechín en varios procesos revolucionarios y sus posibles vínculos con agencias de inteligencia, hechos descritos igualmente por el periodista Andrés Solíz Rada.

Además, presentó datos sobre la redacción de la Tesis de Pulacayo (1946); las masacres de Catavi (1942) y Sora Sora (1964); la ausencia de Guillermo Lora en la revolución de 1952 y la creación de la Central Obrera Boliviana (COB); la red de células poristas en la mina Siglo XX; las detenciones, torturas y confinamientos de luchadores de izquierda; los asesinatos, comandados por el capitán Zacarías Plaza, de César Lora (1965) e Isaac Camacho (1967); la huelga de hambre que derrocó al dictador Hugo Banzer (1978); las jornadas de marzo de 1985, y otros hechos históricos.

Asamblea

Un tema de indagación recurrente, en 15 de las 20 entrevistas del libro, fue la sangrienta derrota de la Asamblea Popular, en 1971. Varias de las fuentes primarias coincidieron en que la organización del también denominado “sóviet boliviano” comenzó tras la victoria de la huelga general decretada por la COB, que permitió el ascenso al poder de Juan José Torres, el 7 de octubre de 1970.

El POR, en esa coyuntura, era un grupo “pequeñísimo” pero con gran influencia ideológica. “No había mucha militancia, pero sí dirigentes mineros (…)”.

En la Asamblea, el universitario Víctor Sosa era buen orador, pero “no tenía mucho chance por ser de clase media”. Jorge Lazarte era un buen cuadro pero “muy oportunista”. Quién más participó e “influyó” en la Asamblea fue Filemón Escobar. “Guillermo (Lora) casi no habló”.

Mineros

“En esa época escuchábamos a Filemón con respeto; para nosotros el obrero de Siglo XX era una enciclopedia, porque no te imaginas como eran esos mineros (…), no como los de ahora: tenían una lucidez, una forma de hablar y discutir, mejor a la de un catedrático. Cualquiera de esos obreros era maravilloso. Basta que dijeran que eran de Siglo XX y todos retrocedían. Sabían que estaban frente al jefe, que iba a decidir las cosas. Y ahí estaba Filemón y él aprovechó muy bien esa situación”, recordó una de las entrevistadas.

Las principales células poristas estaban concentradas en la Universidad Mayor de San Andrés y Siglo XX.

Durante la Asamblea Popular, las reuniones del POR se realizaban en una casa de la Avenida Montes, propiedad de Beatriz Pérez. Ella, quién fue pareja de Lora durante casi tres décadas, contó: “Guillermo ahí hablaba. No había militancia organizada (…) se reunía gente que a la larga no le reportó mucho al Partido. Además, no había tiempo se vinieron muy rápido los acontecimientos”.

Ideólogo

Todos los entrevistados, sin excepción, coincidieron que Lora –quien entró a la Asamblea como delegado de los artistas y pintores junto a Alandia Pantoja–“ingresaba a las reuniones pequeñas y ahí manejaba todo”. Era el “artífice”, “teórico”, “redactor” de documentos y “organizador” de la Asamblea. Él estaba tras bambalinas.

Entre los mineros, además de Escobar, asistieron al cónclave obrero Cirilo Jiménez,  Dionisio Coca, Arsenio Álvarez y otros.

Según testimonios, el momento de constitución del sóviet boliviano fue “extraordinario”: “El pensamiento del POR y el de la gente eran una sola cosa”. “Era un escenario radical” “Estábamos en el hervor de esa sociedad que está queriendo nacer y que está queriendo morir. Ahí estás dispuesto a dar tu vida”. Pero, vino el golpe y “desmoralizó y desubicó a todos”.

Armas

En ese marco, cuando se precipitó el golpe de Estado banzerista, el 21 de agosto de 1971, varios militantes poristas fueron a atacar a los marines, a una casa en Sopocachi, porque allí habían armas. Pero un grupo de paramilitares los esperó y los ejecutó.

Lora fue con otros militantes a asaltar a “La Victoria” –una tienda en la Calle Socabaya, donde vendían conservas finas–, pues ahí tenían armas de caza. “Guillermo estuvo en la refriega y peleó con una escopeta que se llevó de ahí”.

El texto, además, incluyó contraparte. Filemón Escobar, acusado de “foquista” (seguidor del foco guerrillero), contó su versión de la fallida entrega de armas de Cuba a Bolivia.

Viborita

En la entrevista, Escobar advirtió a Zelaya: “Así vas a escribir, mierda, lo que estás grabando” y relató: “Yo fui a Cuba, cuando (gobernaba) Torres, y eso sabía Guillermo. Negociamos la entrada de armas”. “(…) Él me dio indicaciones de cómo entrar a las pistas de las minas (…) en aviones carniceros. A Fidel (Castro) le entregué eso y aceptó mandarnos armas. ‘Operación viborita voladora’ se llamó eso”.

Todo ese plan secreto fue frustrado por el cuartelazo de Banzer, el 21 de agosto de 1971.

Zelaya en “Aporte de Guillermo Lora y el trotskismo a la comprensión de la formación social boliviana”, concluyó que “la Asamblea –inaugurada el 1 de mayo del 71 y truncada menos de cuatro meses después por un golpe militar preventivo enmarcado en la ‘Operación Cóndor’ de matriz continental–, no fue tan sólo una circunstancia histórica excepcional, sino el desenlace y validación práctica de un amplísimo trabajo político y programático previo desarrollado durante más de un cuarto de siglo por Lora y el POR”.


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