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Salgamos del tiempo de las cosas pequeñas

Le corresponde a Gloria Ardaya Salinas la autoría del título del presente artículo, presente en una entrevista que le realizara Juan Carlos Calderón en la que aborda los temas de política, sociedad y democracia en América Latina. Recuerda que fue Sergio Almaraz quien dijo en su momento que estábamos viviendo “el tiempo de las cosas pequeñas” y que ella ahora, nos propone pensar en grande para construir una nueva comunidad política, ajustada a las expectativas que siempre tuvimos para nuestro continente.

Partiendo de los espacios comunes de una pandemia que ha develado una crisis sanitaria, migratoria, económica y humanitaria de dimensiones inimaginables, repasando los retos del año 2021, plantea la necesidad de hacer una lectura ajustada a la realidad para enfrentar las urgencias como vienen, y así darles una respuesta concreta a las necesidades.

Seguimos paralogizados luego de 17 meses desde que se declaró la pandemia, y que nos está enfrentando con nosotros mismos. Reconozcamos lo incómodos que nos sentimos al comprobar que se agotaron las respuestas oportunas y que los liderazgos que nos gobiernan, deambulan entre la improvisación y la inocencia.

Desde las diferentes trincheras ideológicas se repiten certezas de breviario cada vez más difíciles de sostener, al mismo tiempo que la función pública administrada por todos los signos políticos, explota en corrupción en volúmenes groseros. Estando de por medio la vida y la salud, esa conducta asquerosa adquiere condiciones cuanto menos lacerantes.

Y en el campo privado, la prensa anuncia que 31 latinoamericanos ingresaron a la lista Forbes de multimillonarios en el último año. En la región, subieron de 76 a 107 los miembros de ese selecto grupo y el total de la fortuna acumulada subió de 284.000 millones de dólares a 480.000 millones. El cálculo proviene de un análisis hecho por el PNUD, comparando marzo de 2020 con mayo de este año.

Ese es el escenario, y en él debemos incorporar la agenda cotidiana.

La lista de acontecimientos está dejando en evidencia que no estamos actuando en consecuencia con la situación que la realidad exige. Basta revisar los titulares de los medios y las noticias que se debaten en las redes, para comprobar una suerte de negación de los hechos. Es como si producto de una confusión colectiva, siguiéramos con nuestras urgencias anteriores a la pandemia, y a la crisis mundial de la economía, estuviéramos sumando el resolver todo lo que quedaba pendiente. Se repitió varias veces que Bolivia tenía blindada su economía y se alentó una actitud distractiva con relación a la pandemia; hemos cambiado de signo político en el gobierno, y como la crisis es mundial, el impacto económico rebaza la buena voluntad de unos y otros. El dato simple que lo demuestra es la ausencia de la segunda vacuna rusa, que deja en el limbo a todas las personas mayores de 60 años que fuimos vacunados con ella.

En un acto de inteligencia elemental, va quedando en evidencia que la agenda de la política, es política, y la agenda de la gente, es económica y de salud. Si esto es verdad, va llegando la hora que la sociedad tome la iniciativa sobre los temas que le preocupa y active los instrumentos de participación democrática existentes para hacerse escuchar; se hace necesario imponer un diálogo que luego de 8 meses de gobierno, no se ha producido. Sin que sea descargo, aceptemos que al ser mundial y de cambio de época lo que estamos viviendo, con sólo agudizar el ingenio podremos identificar qué se está haciendo y dónde con resultados concretos, para innovarlos y ajustarlos.

Elaboremos una lista desde la ciudadanía, la que trabaja todos los días, la que no depende de un cargo público, la que está ocupada de ayudar a sus hijos por una educación en crisis, la que espera ansiosa el vacunarse porque ya sabe que el 95% de quienes están en terapia intensiva, son personas no vacunadas. Empecemos a hacer escuchar nuestra voz, primero, dejando de lado las confrontaciones que no resuelven los problemas de la salud, la vida y la economía. Empecemos dejando en ridículo a los violentos.

Bolivia ya pasó por una revolución hace 70 años, y hemos superado en este tiempo, todas las pruebas necesarias para saber cuales son las respuestas que necesitamos en democracia. No existe ninguna situación ni social ni política que no hubiéramos enfrentado y este es el momento de volver a mirarnos a los ojos. Este es el momento de las ideas Grandes.


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