Las redes sociales y la naturalización de la violencia contra las mujeres

En este tiempo de efervescencia política en el país, de campañas electorales para la restitución de la institucionalidad democrática interrumpida en noviembre de 2019, muchas de las batallas se libraron en las Redes Sociales (RRSS), hombres y mujeres de diferentes edades se apoderaron de las calles virtuales para manifestar su oposición o apoyo a los candidatos de su preferencia  para el ejercicio del gobierno durante los próximos cinco años y una vez elegido el presidente y vicepresidente de Bolivia, para la elección de gobernadores en los nueve departamentos del país.

En el trajín se pudo apreciar dos frentes claramente definidos, uno de ellos de oposición al Movimiento al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) y el otro, de las personas partidarias del propio MAS-IPSP; en las elecciones Sub Nacionales, fue evidente la inclusión de un frente más, ligado al movimiento aymara.

El tema que llama la atención es que en todos los frentes, los ataques de índole política en contra de uno u otro contrincante, concluyen en una agresión verbal a las mujeres que participan en la contienda; en el caso de los opositores al MAS se refieren a ellas como las “Zapatas a disposición del pedófilo”, buscando trabajo, haciendo alusión a la supeditación de tipo sexual a los hombres del partido que defendían, y en el caso de las mujeres, de los partidos opositores al MAS-IPSP, la mujer es denigrada mediante la adjetivación a la señora Añez y su vida privada ligada a sus relaciones amorosas.

Sin embargo lo que más llama la atención es la naturalidad con que se refieren los hombres a las agresiones físicas y de tipo sexual contra las mujeres en general, las callan (nos callan), o pretenden hacerlo, incluso con la amenaza de ¡violación! y de búsqueda en las calles o identificación de lugares por los que se transita para hacerlo, con imágenes explicitas de golpes en el rostro, o de grotescas figuras con niñas sentadas en las rodillas de determinados personajes.

En cuanto a quiénes son las personas que publican esas imágenes o agresiones verbales, muchos de ellos son perfiles sin rostro, o que muestran una bandera boliviana, a la Virgen María, a San Judas Tadeo u otro Santo, Joker, e inclusive a Jesús, entre otras figuras. Respecto a las normas comunitarias del Facebook, bien, gracias, ese tipo de ofensas no entran en sus normas comunitarias, o sus sistemas de búsqueda de infracciones no las detectan, ni siquiera denunciando al agresor. El problema es que esas manifestaciones machistas[1], son claramente amedrentadoras y se puede percibir que la violación o la golpiza es un correctivo normal en una discusión con mujeres.

Estas expresiones agresivas y violentas, son una amenaza flagrante a la integridad física de las mujeres, y una manifestación clara del tipo de sociedad en la que nos desenvolvemos, entonces, la cifra de feminicidios en el país, 113 mujeres asesinadas por sus parejas el año 2020, según la Fiscalía General del Estado, no es casual, no solamente depende de la mala aplicación de la Ley 348, que es la ley que debe garantizar un vida libre de violencia a las mujeres; o de las debilidades de la Ley 1173 que en procura de favorecer la lucha integral contra la violencia contra niños, niñas, adolescentes y mujeres, más bien facilita la salida de agresores, incluso sentenciados, apelando a la retardación de los procesos; tampoco es simple consecuencia de la falta de recursos asignados a las instancias encargadas del cumplimiento de la Constitución Política del Estado y de las leyes promulgadas para garantizar una vida sin violencia a las mujeres. Estas cifras alarmantes son el reflejo de una sociedad patriarcal[2] y machista, que naturaliza la violencia ejercida contra las mujeres.

En síntesis, nótese que a falta de argumentos optan por el insulto y la agresión con mensajes machistas a las mujeres que defienden una determinada posición política. Sin embargo, las mujeres que son agredidas en las RRSS, además de recibir insultos y amenazas de violación por parte de sus eventuales oponentes políticos, son vistas como culpables por el resto de las personas que observan su participación en las redes, "¿viste lo que se hace decir? ", es una crítica que corre entre sus amistades, es decir que es nuevamente juzgada como si ella fuera la culpable de la falta de argumentos y de las opiniones machistas y violentas de las personas que las emiten.

De esta manera, queda en evidencia el carácter patriarcal, machista y conservador de la sociedad boliviana, esto significa que su mirada es contemplativa respecto a la violencia contra las mujeres, entonces cabe reiterar que no sólo se trata de leyes incompletas, con deficiencias en su formulación, y sin presupuesto, sino también, de una forma de pensar y actuar en las instituciones que representan a esta sociedad, llámese fiscalía, policía, instituto de investigación forense, ministerios, medios de comunicación, iglesias, instituciones educativas, familia, etc.

La mirada de muchos hombres y también mujeres, es el origen del problema, esto significa que si de verdad nos duele la muerte violenta de una mujer cada semana, debemos cambiar la mirada y trabajar más en las instituciones que reproducen este enfoque.

 

 

[1] El machismo es una forma de entender el mundo que piensa que los hombres son superiores y mejores que las mujeres. “Feminismo para principiantes”, Nuria Varela, editorial Penguin Random House, Madrid 2019.

2 El patriarcado es una forma de organización política y social que da ventajas a los hombres y no permite a las mujeres decidir sobre sus vidas (ídem).

 

 


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