Un Gobierno que piensa en el pueblo

Entendiendo como pueblo a la mayoría de la población boliviana, a aquella que vive los sinsabores de una economía precaria, que vive al día y cuya mayoría tiene marcada en su rostro las características fenotípicas de nuestras raíces indígenas, en este escrito se pretende aclarar por qué se considera que el Movimiento al Socialismo, (MAS-IPSP) se caracteriza por ser un gobierno que piensa en el pueblo.

A diferencia de los años en que gobernó la derecha, aún en la época de la democracia pactada incluidos frentes y partidos políticos interesados en el desarrollo nacional del país, como la UDP y el MIR, y la actual oferta de la alianza política CC con Carlos Mesa como referente, que pretende ser el intermedio entre la izquierda y la derecha, el “equilibrio” que busca favorecer a toda la población; el MAS-IPSP, centró todos sus esfuerzos en beneficiar a la mayoría de la población boliviana, a los pobres y excluidos y, a partir de esa mayoría, a Bolivia en general.

Es el primer gobierno que piensa en el país, sin temor, sin vergüenza, sin baja autoestima, sin cuidar sus buenas relaciones con sus pares en el nivel internacional para salvaguardar sus negocios personales y de grupo; es el primer gobierno que incluye a la población indígena en sus planes y en los niveles de decisión del gobierno. Efectivamente se deben reconocer errores, humanos, y de imposición de determinadas visiones que marcaron la agenda gubernamental del MAS. También olvidos y descarrilamientos respecto a la descolonización, al cuidado de la Pachamama, al alejamiento de ciertos sectores de indígenas, y a un intento muy peligroso de mantener contenta a la oligarquía principalmente del oriente boliviano, con el riesgo de involucrarse en una opción desarrollista.

Sin embargo, no se puede decir que en ese proceso no se haya pensado en Bolivia, porque este país es su horizonte, no tienen la mirada puesta en la posibilidad de asentar su vida en otro lugar que no sea éste. Aman su territorio, aman sus costumbres, aman su paisaje, aman su música, aman sus raíces y por esa razón quieren el paraíso aquí y no en otro lugar. Por eso la mayoría de la población ha votado por el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos, una y otra vez desde hace más de catorce años. No sirvieron las mentiras, las verdades a medias, las falacias, las posverdades posicionadas a través de los medios de comunicación y mediante las iglesias manipuladoras de conciencias apoyadas en el temor de la gente a lo desconocido.

Un gobierno que piensa en el pueblo, dicta medidas (generalizadas como populistas), pensando en el beneficio de la población en desespero, procura bonos para generar liquidez, crea mercado interno, redistribuye las ganancias del Estado boliviano de forma más equitativa, construye caminos, se preocupa por crear y cuidar las empresas estatales porque las privadas lógicamente pensarán primero en su objetivo lucrativo, para eso fueron creadas, y aún así, tampoco descuida la atención de esos intereses, porque también generan empleo.

En ese marco, el gobierno de Luis Arce y David Choquehuanca, ha vuelto a dar tranquilidad y esperanza desde el primer día de su mandato, aunque todos los días los medios de comunicación y los opositores lo nieguen, porque la oposición sigue en guerra con Bolivia, por eso desconoce el trámite y la llegada de vacunas contra la COVID-19, gestionados en tiempo record; desconoce la apertura de hospitales que estaban concluidos algunos, y en etapa de finalización, otros, planeados y construidos durante la gestión de Evo Morales, tales como: el Hospital del Sur en El Alto, o el Hospital de Montero en Santa Cruz; desconoce la recuperación económica que permite proyectar nuevamente el crecimiento del producto interno bruto (PIB) de Bolivia que según el BM, crecerá 4,7% durante este año superando la proyección prevista por el Gobierno boliviano en el Programa Fiscal Financiero 2021, que plantea un crecimiento del 4,4% del PIB; desconoce la reactivación de la Planta de Amoniaco y Úrea en Bulo Bulo, Cochabamba, y la Planta Estatal de Envases de Vidrio de Bolivia (ENVIBOL); desconoce la protección de la economía boliviana y de sus recursos naturales, como el Gas y el Litio.

Por ello, pese a todo lo que nuestros ojos ven, la derecha boliviana insiste en sugerir que Arce Catacora es incompetente, es un títere; que David Choquehuanca es una persona delirante, cuando es el creador de la diplomacia de los pueblos, gracias a cuyas gestiones Bolivia logró respeto, dignidad y evitó la injerencia en sus asuntos internos.

Insisten en amenazar con el "cucu", con los zurdos vagos que fomentan la flojera, con convertirnos en un país como Venezuela o Cuba, obviando que ambos países sufren bloqueos abusivos de parte de EEUU y sus aliados. Aún así, lo repitieron durante catorce años sin que llegue el día señalado con vehemencia.

 Y uno de los aspectos más tristes de la campaña de guerra contra Bolivia de parte de la derecha, es el uso de los complejos racistas de la población boliviana, por eso el MAS perdió en los tres centros urbanos más grandes del país, sin considerar a El Alto, que tiene otro proyecto pero que por el momento, derecha no es, y esperemos que siga siendo así. En la ciudad de La Paz, en Santa Cruz de la Sierra y en Cochabamba-Cercado, el MAS-IPSP, perdió, principalmente porque los mestizos que lograron ascender en su posición de clase, no quieren parecer “indios” y desconocen nuestras raíces, por eso la derecha utiliza imágenes y frases peyorativas respecto a los “masis”, masiburros, masillamas, orcos, bestias salvajes, etc. saben que la baja autoestima de la población boliviana urbana, no aguantará mirarse al espejo sin despreciarse por ser así, como la nombran. Porque los otros adjetivos como pedófilos, corruptos, o populistas, describen también a personajes que coexisten con ellos mismos.

No obstante, la verdad termina por imponerse y de la misma manera que sucedió en catorce años, pese a la denostación y la mentira, Bolivia volverá a ser un mal ejemplo para los intereses del capital nacional e internacional, sólo se debe seguir defendiendo los intereses de la mayoría de la población boliviana. El 55% de votación a nivel nacional a favor del MAS-IPSP y el 71% de los municipios que eligieron alcaldes o alcaldesas masistas (240 de 336 alcaldías en todo el país, 13 más que en 2015), demuestran que el Estado Plurinacional nos representa, y el Proceso de Cambio continúa y necesita consolidarse para Vivir Bien. ¡Jallalla Bolivia!

 

 


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