Un proceso hacia la paz y la felicidad

Sin duda que todos tenemos las mismas posibilidades, más no, las mismas oportunidades. Claro, porque, todos llegamos al mundo en igualdad de posibilidades de ser personas de bien; pero, en el curso de nuestra existencia no a todos se nos presentan las mismas oportunidades y es donde aparecen las desigualdades.

La educación es la primera oportunidad y que como está demostrado en lo que vivimos, no es igual para todos; es decir, depende de la situación socioeconómica de la familia, para tener a cuál mejor o cual peor calidad de educación.

La igualdad de las personas está signada por la libertad de participación en la vida política que, incluye el sagrado derecho a la educación, a la expresión, a la libertad de religión y al sufragio, sin discriminación alguna. Es en este marco que la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia (C.P.E.P.B.), en su artículo 17 reza: “Toda persona tiene derecho a recibir educación en todos los niveles de manera universal, productiva, gratuita, integral e intercultural, sin discriminación… y, por si fuera poco, a continuación, cito lo que reza en la Ley 070, en El artículo 77. I cuando dice que la educación es: “Función suprema y primera responsabilidad financiera del Estado, que tiene la obligación indeclinable de sostenerla, garantizarla y gestionarla” y, claro, con estas declarativas, es para sentirnos orgullosos y felices, inclusive, en el contexto internacional.

Todo lo anterior, tan promisor/esperanzador para todo boliviano, no pasa de ser una ilusión, un engaño y una farsa con el que nos consolamos con el simple decir; porque en los hechos, la educación está demarcada en tres sub sistemas: fiscal, de convenio y particular y en cada una de estos sub sistemas, dependiendo si la unidad educativa está en la ciudad o el campo, si cuesta más o cuesta menos; su calidad es diversa: muy buena, buena, regular, etc.

Si como hay en otros países: Corea del Sur o Canadá, por ejemplo, entre los cinco países con mejor educación en el mundo, según el Rankin PISA; en nuestro país, en cumplimiento al artículo 17 de la C.P.E.P.B fuera universal, gratuita y sin discriminación y si como reza el Artículo 77 de la Ley 070, Avelino Siñani, fuere función suprema y primera responsabilidad financiera del Estado, que tiene la obligación indeclinable de sostenerla, garantizarla y gestionarla” se lo estaría haciendo, se estaría haciendo igualdad.

Con una educación igual para todas y para todos, se contaría con la base fundamental para generar igualdad entre personas y esta a su vez sería la base real para el logro de la unidad ciudadana, de la que lo que seguiría, sería la prosperidad.

Si se genera prosperidad sostenida, progreso, bienestar y mejor calidad de vida; se superaría la pobreza que genera confrontaciones, reyertas, división y peleas, supuestamente por el pan del día, como también por las ambiciones personales desmedidas y, por el contrario, se crearía un clima de paz; paz con la que advendría la ansiada felicidad.

Debo enfatizar que este proceso es lógico: con igual educación, tendremos igual capacidad de construir unidad; esta unidad nos permitiría ser más productores, tener mejor economía, más prosperidad; con mayor prosperidad, nos será más factible convivir/interactuar, vivir en paz y podríamos negarnos la felicidad.

Si en los años de vida de nuestra república, los gobernantes habrían puesto su mira en la educación; quien dice que no estaríamos gozando del éxito que hoy viven los seis países que ocupan los seis primeros puestos en educación en el mundo: Japón, Corea del Sur, Singapur, Estonia, Finlandia, y Canadá. (Rankin PISA 2017) 

Ahora que obligados por la pandemia del coronavirus hemos tenido que optar por un nuevo protocolo educacional, mismo que en gran medida induce a los estudiantes al autodidactismo, al autoaprendizaje; al uso de varios suplementos tecnológicos, a la integración de los padres de manera más efectiva en la educación de sus hijos estudiantes; debemos adquirir experticia en esta multimodalidad, que en suma mejoraría/fortalecería la calidad educativa.

El Estado en sus diferentes niveles y de acuerdo a sus competencias debería dotar a los estudiantes de las familias con menos recursos; por empezar, de uno o dos dispositivos de conectividad educativa, como lo hizo ya hace años con el Plan Ceibal la República de Uruguay, como lo venía haciendo, también desde hace un tiempo la provincia San Luis en la República Argentina o como recientemente determinó la República del Ecuador, de manera universal.

Cuando contemos con una educación universal como dice la C.P.E.P.B. que significa apostar por una escuela que genere sabiduría tecnocientífica, valores, ética, moral, altruismo, etc. compartidos por todas las personas, independientemente de su edad, cultura, raza o religión; tendremos, también, un país pleno de educación, con gran sentido de igualdad, con espíritu de unidad, plenos de prosperidad y una sociedad en paz, cubiertos con un manto de felicidad.


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