El velo invisible de las mujeres

Mucho se habla de la injusta y terrible realidad en la que viven las mujeres musulmanas y árabes de algunas regiones del mundo, por el uso del burka, el nicab, la poligamia aceptada de los maridos y sumisión entre las esposas, la mutilación genital femenina y sobre todo el dominio masculino en todos los ámbitos.

Sin embargo, muchas mujeres occidentales que profesan la religión cristiana o católica llevan a cuesta un velo invisible con similares características: sus esposos les son infieles, tienen la novia y la amante, son dependientes económicamente y, por lo tanto, aceptan todo tipo de actitudes machistas, desde las imposiciones del marido sobre su forma de vestir, peinar, pintarse o no y soportan varias formas de violencia.

En el primer caso, bajo la jurisprudencia matrimonial del Corán de los sunitas y los chiitas, a los hombres musulmanes se les permite practicar la poliginia, es decir, pueden tener más de una esposa al mismo tiempo. La práctica de que una mujer tenga más de un marido es un pecado en el Islam. De esa manera, un jeque puede tener cuantas mujeres puedan mantener bien; es decir, debajo de la burka llevan ropa lujosa, joyas de oro y habitan en una casa con todas las comodidades.

En todo caso, en clases sociales menos acomodadas, el analfabetismo y la pobreza en masa dan lugar a la imposición de la religión, el estancamiento de la ciencia y la supervivencia de las estructuras feudales, que exacerban prácticas extremas como el maltrato, los feminicidios por honor e inclusive la mutilación genital. Esta corresponde más a algunas regiones de África, sumidas en la miseria y la violencia, la ejercen como forma de supervivencia de la tribu. De esa manera, la mujer es un riesgo constante por su fertilidad y su “exposición a la deshonra” es un gasto por la dote y por no ser una mano de obra efectiva.

Muchas defienden al Corán como carta de derechos, dada hace siglos, derechos sin distinción, y culpan a los políticos corruptos y falsos musulmanes de la situación actual que viven las mujeres. Expresan que más que un problema religioso es un problema socioeconómico que tiene como primera víctima a la mujer.

La ignorancia, como método político para sustentar el enriquecimiento de unos pocos, se basa en la escasez educativa que ha traído consigo estancamiento, incapacidad de generar variedad productiva, explosión demográfica y sometimiento.

La educación es un elemento fundamental para la revitalización económica, social y cultural. Los cambios necesarios para mejorar la situación de las mujeres y superar el machismo se basan en ella.

Mientras en la religión y cultura occidental, la Biblia expresa que “las mujeres deben someterse a sus esposos, al igual que se someten al señor. Porque el esposo es cabeza de la esposa, de la misma manera que Cristo es cabeza y salvador de ese cuerpo suyo que es la iglesia”. Además, en muchos casos las que tienen que mantener al marido o trabajar para poder llevar adelante a la familia y a los hijos e hijas son las mujeres, situándose incluso en peores condiciones que las mujeres con velo o burka.

En ese sentido, es fundamental superar los estereotipos que nos hacen creer que las mujeres occidentales vivimos mejor que las musulmanas. Debemos ser capaces de entender que el patriarcado es mundial y está presente en todos lados. Que, así como tenemos que luchar contra el virus de la pandemia por el Covid-19, tenemos que seguir peleando contra el virus del machismo para evitar que sigan ocurriendo feminicidios e infanticidios en todo el planeta.

 

*Es comunicadora social


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