Él no sabía lo que hacía vs. ella se lo buscó
En el tema de consumo de drogas y alcohol también existe un enfoque feminista, así lo destaca Ana Burgos, coordinadora del proyecto Malva sobre género y drogas, y del Observatorio Noctámbul@s en España, desde donde abordan la relación entre el consumo de drogas y las violencias...
En el tema de consumo de drogas y alcohol también existe un enfoque feminista, así lo destaca Ana Burgos, coordinadora del proyecto Malva sobre género y drogas, y del Observatorio Noctámbul@s en España, desde donde abordan la relación entre el consumo de drogas y las violencias sexuales.
Al tratar sobre drogas y género, en la cultura patriarcal se excusa a ellos y se culpa a ellas ante cualquier tipo de violencia que se presente. Burgos demuestra la cantidad de desigualdades de género que hay en los contextos de consumo, la masculinidad asociada al alcohol, el androcentrismo en el ámbito de la droga y de la falta de perspectiva de género en los servicios de prevención, atención, y tratamiento de las drogodepencias.
En sociedades como la nuestra, el alcohol está en el centro de cualquier acontecimiento social o cultural, en el que ser abstemi@ es muy difícil y sólo está estigmatizado cuando se convierte en un problema grave de adicción.
Un psiquiatra me comentaba que muchos jóvenes caen en el alcohol o las drogas para superar su timidez, baja autoestima o miedo a no poder acercarse a una chica, pero estos aspectos no se tocan en las escasas medidas de prevención estatal.
Cuando el alcohol se convierte en un problema, es más intensa la penalización social para las mujeres en comparación con los hombres, en quienes está mucho más tolerado. Asimismo, existen muchos más lugares de rehabilitación y tratamientos de adicciones para hombres que para mujeres, y las comunidades terapéuticas están muy masculinizadas.
A pesar de que se sabe que el alcohol puede convertirse en un grave problema y en muchos casos es un fuerte detonador de la violencia machista, permanentemente nos bombardean con mensajes publicitarios de estatus, diversión y socialización a través del alcohol, además de existir en todos lados una presión social para beber.
En cuanto al Observatorio Noctámbul@s es un proyecto que analiza el consumo desde una perspectiva de género, que nace para visibilizar el riesgo de violencia sexual que corren las mujeres en los contextos de diversión nocturna y consumo de drogas.
Las investigaciones concluyen que en los contextos festivos donde hay consumo de alcohol hay una cierta tolerancia a la violencia sexual. Mencionan que el consumo de alcohol exime de responsabilidad a los chicos porque se adecúa a la norma de género al asociarse con la masculinidad.
Cuando agreden bajo efectos del alcohol se suele decir: “estaba borracho; pobre, no sabía lo que hacía”. Y cuando las mujeres se emborrachan, al romper la norma de género de “ser prudentes” se las criminaliza, se las culpabiliza de las propias violencias que reciben bajo la excusa del alcohol.
No es que haya más violencia sexual porque hay alcohol de por medio, no tiene que ver con el consumo, tiene que ver con la masculinidad y el patriarcado.
El problema no es que haya consumo de alcohol, sino la tolerancia social que hay hacia la violencia sexual, precisamente porque el consumo de alcohol perdona a ellos y responsabiliza a ellas. Ese es el caso de violencia sexual perpetrada por la denominada Manada boliviana, en la que cinco jóvenes, bajo consumo de drogas y alcohol, violaron salvajemente a una chica y, visiblemente, ella ha recibido muchos más ataques mediante las redes sociales como víctima, que ellos como agresores.
Por ello es importante que en este caso, además de no quedar en la impunidad a causa del machismo o la corrupción que campea últimamente, se revisen los prejuicios y estereotipos de género en los que el alcohol y las drogas no son excusas para ningún tipo de violencia hacia las mujeres.
*Es comunicadora social
Al tratar sobre drogas y género, en la cultura patriarcal se excusa a ellos y se culpa a ellas ante cualquier tipo de violencia que se presente. Burgos demuestra la cantidad de desigualdades de género que hay en los contextos de consumo, la masculinidad asociada al alcohol, el androcentrismo en el ámbito de la droga y de la falta de perspectiva de género en los servicios de prevención, atención, y tratamiento de las drogodepencias.
En sociedades como la nuestra, el alcohol está en el centro de cualquier acontecimiento social o cultural, en el que ser abstemi@ es muy difícil y sólo está estigmatizado cuando se convierte en un problema grave de adicción.
Un psiquiatra me comentaba que muchos jóvenes caen en el alcohol o las drogas para superar su timidez, baja autoestima o miedo a no poder acercarse a una chica, pero estos aspectos no se tocan en las escasas medidas de prevención estatal.
Cuando el alcohol se convierte en un problema, es más intensa la penalización social para las mujeres en comparación con los hombres, en quienes está mucho más tolerado. Asimismo, existen muchos más lugares de rehabilitación y tratamientos de adicciones para hombres que para mujeres, y las comunidades terapéuticas están muy masculinizadas.
A pesar de que se sabe que el alcohol puede convertirse en un grave problema y en muchos casos es un fuerte detonador de la violencia machista, permanentemente nos bombardean con mensajes publicitarios de estatus, diversión y socialización a través del alcohol, además de existir en todos lados una presión social para beber.
En cuanto al Observatorio Noctámbul@s es un proyecto que analiza el consumo desde una perspectiva de género, que nace para visibilizar el riesgo de violencia sexual que corren las mujeres en los contextos de diversión nocturna y consumo de drogas.
Las investigaciones concluyen que en los contextos festivos donde hay consumo de alcohol hay una cierta tolerancia a la violencia sexual. Mencionan que el consumo de alcohol exime de responsabilidad a los chicos porque se adecúa a la norma de género al asociarse con la masculinidad.
Cuando agreden bajo efectos del alcohol se suele decir: “estaba borracho; pobre, no sabía lo que hacía”. Y cuando las mujeres se emborrachan, al romper la norma de género de “ser prudentes” se las criminaliza, se las culpabiliza de las propias violencias que reciben bajo la excusa del alcohol.
No es que haya más violencia sexual porque hay alcohol de por medio, no tiene que ver con el consumo, tiene que ver con la masculinidad y el patriarcado.
El problema no es que haya consumo de alcohol, sino la tolerancia social que hay hacia la violencia sexual, precisamente porque el consumo de alcohol perdona a ellos y responsabiliza a ellas. Ese es el caso de violencia sexual perpetrada por la denominada Manada boliviana, en la que cinco jóvenes, bajo consumo de drogas y alcohol, violaron salvajemente a una chica y, visiblemente, ella ha recibido muchos más ataques mediante las redes sociales como víctima, que ellos como agresores.
Por ello es importante que en este caso, además de no quedar en la impunidad a causa del machismo o la corrupción que campea últimamente, se revisen los prejuicios y estereotipos de género en los que el alcohol y las drogas no son excusas para ningún tipo de violencia hacia las mujeres.
*Es comunicadora social