Crear herencias o crear personalidades

Con esta lectura pretendo llegar ante los padres de familia, presentes y futuros, a manera de reflexión, pensando en el edificio humano que en el mundo actual deberíamos crear, y que nos viene exigiendo por sentido común, la sociedad en general.

Crear, viene a ser dar una realidad material a partir de la nada, como la creación del mundo, por ejemplo, según la Biblia, o producir una persona o una cosa gracias a la capacidad imaginativa – intelectual y creativa de las personas.

Quizás haya que advertir, por lo que puedo ver, que hay personalidades de, por, para y con el bien y también personalidades de, por, para y con el mal y, que en el mundo se está echando mano a los mejores cerebros para que diseñen en un sentido u otro (Construir vs. Destruir), cuanto, cómo, con quienes y cuando hacerlo, según sea el propósito: hacer el bien o hacer el mal.

En cuanto a herencia, como sabemos, son los bienes materiales y derechos que deja una persona al fallecer a su esposa e hijos, principalmente.

Los padres de familia nos encontramos en esta disyuntiva respecto a nuestros hijos; construir y adquirir bienes materiales, pensando en qué les vamos a dar o les vamos entregar para que haga su vida o qué les vamos a dejar a nuestros hijos al momento de partir a la eternidad o, también qué clase de personalidad creo en cada uno de ellos, qué profesión, a que actividad laboral los oriento para bien vivir, con qué valores morales debe contar/actuar, a la vez que imaginarles una vida a llevar.

Los padres ciertamente somos los padres no sólo por haberlos procreado sino porque nuestra personalidad y ejemplo es el modelo que dibuja la personalidad de nuestros hijos a partir de su advenimiento al mundo, de manera muy importante durante su niñez, no menos importante durante su tierna juventud y además a lo largo de toda su vida. Los padres siempre son y serán los padres.

La pregunta que seguramente salta la vista es: ¿Es mejor crear una herencia o es mejor crear una personalidad? Yo, no tengo la respuesta precisa que más convenga. Hay padres que de pronto toman la decisión de reunir dinero para comprarles un volvo, armarles una tienda, por ejemplo, o algún otro bien del que pueda vivir tranquila y solventemente. Hay otros que inclusive, oía decir cuando niño en Sella, donde nací, por sus hijos: “yo no quiero burros cargados con plata” y, que a sus hijos las darán todo lo que puedan en educación, les darán oportunidad para estudiar y ser alguien en la vida por propia iniciativa, por su propia capacidad y me surge una nueva pregunta. ¿Qué sería mejor?

En la época que vivimos, época de la economía del conocimiento y de la economía creativa, creo que, para cualquiera de las dos anteriores alternativas, bien sea crear herencias o crear personalidades, es imprescindible recibir una buena calidad de educación  como reza la declaración del I Foro Mundial “Educación de Calidad Para Todos” (E.C.P.T)  de 0 a Siempre, realizado en Jontiem -Tailandia en 1.990: “Calidad educativa  es el desarrollo de valores, de actitudes, y la adquisición de destrezas de orden superior, como la capacidad de analizar, sintetizar, resolver problemas, tomar decisiones, manejar información, comunicarse y negociar; a la vez que tener  comportamientos requeridos en el mundo externo, como la tolerancia a la diversidad, la capacidad de trabajar en equipo, adaptabilidad y, no simplemente memorizar: conceptos, hechos, datos, fechas y fórmulas”. Esta acción de padres exige dedicarles toda la importancia y tiempo que se merecen los hijos y no abandonarlos por tener que estar trabajando a todo trapo para crear una buena herencia.

En todo caso más que crear herencias, pasa a primera importancia crear personalidades que con seguridad podrán crear por su propia cuenta, iniciativa y esfuerzo el bienestar que se merezcan de manera autónoma y ventajosa; además, por cuanto realizados se sentirían nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Hagamos que: ¨el amor se cumpla, no que se supla´ y que por nuestros hijos se dijera: “De tal palo tal astilla”.

El mayor capital que precisan los hijos está circunscrito en el amor, el cuidado, la compañía, el buen ejemplo, la orientación, el apoyo y la facilitación necesaria, la provisión de cuánto necesita para soñar y ser un buen estudiante, lo que le permitirá ser un buen profesional, una gran persona y en suma tener una excelente personalidad por todo lo que le adorne.

Lo peor que pueden hacer los padres es traerlos al mundo y creer que con darles de comer y vestir, darles juguetes y lujos se habría cumplido la tarea y luego dejarlos a su suerte en cuanto a su formación humana, a su calidad de gente, a su dedicación y esfuerzo por satisfacer sus expectativas, a velar por su bienestar y a tener en definitiva su propia personalidad, su sello de ser tal. 

Perdón, pero esta lectura no es sino, un criterio que puede provocar su propio análisis y razonamiento de cada quien o en familia; si esto lograría, mi objetivo estaría plenamente alcanzado.


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