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De las jaulas a las aulas

La infraestructura educativa, me referiré especialmente a las aulas de clases de los colegios y escuelas en Bolivia, tienen inclusive más de un centenar de años y así, menos y, menos años, hasta llegar a nuestros días; pero, muy pocas reúnen las condiciones de la arquitectura pedagógica, acorde con la pedagogía contemporánea.

Claro, el paradigma educativo prusiano de 1.794 se caracterizaba, en esencia, porque el docente en sus largos años de estudio, tenía que memorizar fundamentalmente qué enseñar, los contenidos de cada materia y exponerlos, generalmente, en un aula de clases, con el uso de la tecnología L.T.P. (lengua tiza y pizarrón), mientras los estudiantes, muy juiciosamente, atendían, para memorizar de principio a fin lo que se oía y luego reproducirlo en los llamados exámenes. Así pasaron 236 años; así se formaron los profesores y así se lo sigue haciendo; con muy marcados cambios. Se dictan clases, lo que quiere decir que, además de la llamada explicación, hay el dictado, la copia del pizarrón, la fotocopia, etc. de lo que avanzan.

Para esta manera de hacer educación, se construyeron las llamadas aulas y los muebles; aunque muebles hasta no hace mucho o existían en la mayoría de las escuelas rurales; donde por muebles se usaba hasta adobes. Con el correr de los años, de manera casi afortunada se vienen construyendo escuelas por doquiera; pero prácticamente para el mismo estilo de trabajo docente, o sea, jaulas.

Esta infraestructura desactualizada, es un obstáculo para la aplicación de metodologías interactivas, para el uso de nuevas y más tecnologías. Y claro, además, no se sale del exceso en la cantidad de alumnos por curso (30-40-50 alumnos); para lo que siguen siendo necesario las jaulas donde el profesor debe entrar milimétricamente a ubicarse al frente de la pizarra para enseñar,

Lo que se tiene por infraestructura, no cuadra con las normas pedagógicas contemporáneas que aconsejan 20 a 22 alumnos por clase, norman metodologías activo participativas, aulas hexagonales con ventanas que iluminen y aireen en un 70% del perímetro mural, 3m cúbicos de espacio por alumno; con bancos y sillas individuales que faciliten la activa participación de los que deben construir su conocimiento y no sólo memorizar conocimientos ajenos.

Ya se debió dotar de espacios donde se puedan instalar y usar otros instrumentos tecnológicos de aprendizaje, como data show, tableta, celulares inteligentes, módulos, internet, etc. Además, en las unidades educativas debían funcionar los laboratorios, salas tic, talleres, etc. de acuerdo a la naturaleza de la institución.

Todo cuanto refiero hasta acá, ya debió ser antes del COVID -19; porque con el COVID – 19, se potencializó la necesidad para sustituir la L.T.P. y, es donde se nos hizo la noche en el sistema educativo de nuestro país. Al no ser posible seguir con las clases presenciales, por razones sanitarias, ¡ya se dio la crisis!; ¡ya no se supo que hacer!

El tener que usar medios y herramientas que no se atinó apropiarlas a la educación a medida que ellas aparecieron en el mercado nacional, para que los estudiantes los aprovechen abriendo muy bien sus puertas del aprendizaje (los 5 sentidos), sus 12 inteligencias, sus 8 esferas de desarrollo humano, para construir aprendizajes significativos; resultó traumático tanto por su costo, como por  las dificultades en su manejo, ya sea para maestros, como para alumnos y el consiguiente protocolo maestro/alumno e inclusive padres de familia.

La pandemia, puso al desnudo la crisis que ya traía la educación desde hace mucho, crisis que se agigantó, dado que hubo y habrá urgente necesidad de consolidar la diversidad de recursos y medios tecnológicos (multimedia), atendiendo, además, las posibilidades de cada región/distrito. El protocolo maestro - alumno, también debe ser diferente; pues, no se trata de seguir haciendo lo mismo de antes, por intermedio de las nuevas herramientas tecnológicas. Hay que saber manejar apropiadamente estas y, además, generar acciones que orienten al autoaprendizaje, mismo que nos llevaría a una educación permanente por el camino del autodidactismo.

Una vez que pase la pandemia, las jaulas ya no servirán; por cuanto, al haberse implementado, prácticamente, un sistema educativo con el uso del internet, celulares inteligentes, tabletas, televisión, módulos y quizás otros medios y, al haber implementado un nuevo protocolo: profesor/estudiantes/padres de familia, para la facilitación del aprendizaje significativo autónomo, se tendrá que construir o por lo menos habilitar aulas adecuadas.

La educación se encuentra a las puertas de poder dar un salto cualitativo, para bien de la nación. “Dejemos de mecer/mover/menear la olla de nuestras amarguras” y pongámosle el pecho a las balas, “No hay mal que por bien no venga”. Quedó atrás creer que se hacía mucha educación, construyendo febrilmente jaulas; lo que ahora se requerirá, son aulas o ambientes funcionales: rincones pedagógicos, si no se puede cubículos, para que los padres de familia, como nunca antes, actúen en la tarea de educar a sus hijos.

El Estado, en cumplimiento al Art. 77 de la Constitución Política, debe proveer las herramientas mínimo necesarias al estudiantado nacional. También ahora que los padres de familia y maestros deben complementarse en el trabajo educativo, morirá definitivamente la violencia, cualquiera que sea: física, moral o psicológica, etc.; morirá el maltrato infantil, si todavía existía.


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