La Bolivia que emergerá de la pandemia y de la crisis política

Está naciendo un nuevo ser humano. Necesitamos superar la duda sobre si los candidatos de este nuevo tiempo, comprenderán el cambio que ya se está operando en la consciencia colectiva.

La crisis política, de la economía y de la salud, está agudizando nuestra inteligencia, nuestro ingenio, nuestra consciencia al estar de por medio el trabajo, la comida, la seguridad humana básica y la vida de todos nosotros. En ese escenario, el salto humano está siendo exponencial en sensibilidad, análisis y desarrollo de capacidades.

El incremento en el uso de las nuevas tecnologías por parte de la población, está permitiendo comprobar la inserción que ya tenía en la vida cotidiana. El paso siguiente, el teletrabajo, la telemedicina, el comercio en línea, los servicios y la teleeducación continuarán mostrando sus exigencias y posibilidades. La administración pública deberá dejar sus papeleos, la burocracia innecesaria y las largas colas para ofrecer servicios. Trámites en red y a tiempo real, deberán suplir el suplicio del vuélvase mañana y la insensibilidad de quienes se escondían tras un procedimiento para negociar derechos.

El ejercicio de la ciudadanía será otra victoria para la democracia. Todavía no sabemos muy bien cómo se desarrollarán las elecciones en esta nueva normalidad, pero quienes crean que las campañas, las propuestas y las conductas de los candidatos y las nuevas autoridades serán similares a lo que ocurría en Bolivia hasta el 20 de octubre del 2019, se llevarán sorpresas radicales. Vamos a exigir transparencia a tiempo real y como todos tenemos acceso a la memoria colectiva y a la información, será más difícil que puedan seguir jugando con nuestra vida y nuestro futuro.

La crisis de salud y de trabajo está demandando mayor descentralización y autonomía, con actores públicos, liderazgos de la sociedad civil y productores, que respondan a la gente donde vive. Se acabará el tiempo de los burócratas insensibles.

La crisis de servicios y seguridad que estamos viviendo, reconfigurará el territorio para que la administración del Estado y sus servicios públicos sean más cercanos y efectivos en favor de la gente; y la producción, innovación, integración y la competitividad, articularán las relaciones y la generación de excedentes.

Será un imperativo la independencia y autonomía de la Justicia, para que nunca más se politice la vida cotidiana de las personas y para que desaparezcan la detención preventiva como chantaje y el grotesco derecho humano a la reelección como imposición del poder.

Y para que no existan dudas, los que se fueron, los que están y los que quieran venir, vivirán con el grito por transparencia, transparencia, transparencia.

La población exige cada vez más autonomía en favor de sus necesidades políticas, económicas, administrativas y legislativas. Escuchamos repetir con mayor insistencia que es hora de que las regiones decidan sobre su destino y desarrollen las actividades que le den bienestar a la población. Con la misma firmeza que se plantea la lucha contra la pandemia, se declara la guerra contra quienes han hecho del país su feudo político y económico.

La mayor descentralización y autonomía, será consecuencia de la pandemia, la crisis política y del compromiso con la nueva realidad. No hay espacio para señores feudales ni para la improvisación. Tendremos que aprender a vivir con un modelo de desarrollo que se ha concentrado en eje troncal y que desconoció la importancia de lo urbano, del territorio rural más allá de la consigna política, y de las ciudades intermedias como apoyo a la producción y a la calidad de vida. Tendremos que aprender la importancia de la complementariedad entre lo urbano y lo rural, entre la ciudad y el campo, entre el productor agrícola y el consumidor citadino. Una dependerá de la otra para emerger económicamente y exportar sus excedentes. Es posible que la intensidad migratoria se desacelere, aunque será difícil salir de un ritmo que tiene tendencia global.

El control y censura ciudadana funcionan mejor cuando los servicios se prestan por entidades que están cerca de la población, por otro lado, la independencia y autonomía de la justicia necesita ser también la garantía para el ejercicio de los derechos individuales, la democracia, y del derecho de las personas a desarrollar emprendimientos para la reactivación económica.

Volveremos a discutir, esta vez en serio, el ejercicio de las competencias autonómicas, el pacto fiscal que le devuelva el protagonismo a la producción, a la elección de autoridades locales con responsabilidad basada en propuestas técnicas además de restablecer la destruida carrera de los funcionarios.

Todos tenemos dudas sobre los políticos y el comportamiento que han tenido. Estamos frente a la necesidad del nacimiento de otro servidor público que se comprometa con la gente y con su vida.

No necesitamos súper hombres, con personas sensibles, será suficiente.


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