Necesitamos saber

El maldito coronavirus Covid-19 ha atravesado todas las agendas privadas y públicas del país, todos los noticieros y el mundo dedican la gran mayoría de sus emisiones a hablar sobre este asunto y sus consecuencias. Ningún país está realmente preparado para afrontar una pandemia de esta...

El maldito coronavirus Covid-19 ha atravesado todas las agendas privadas y públicas del país, todos los noticieros y el mundo dedican la gran mayoría de sus emisiones a hablar sobre este asunto y sus consecuencias. Ningún país está realmente preparado para afrontar una pandemia de esta magnitud, pero también es verdad (lo que constituye una ventaja) que somos uno de los últimos continentes a los que ha llegado el Covid-19, tras haber recorrido Asia y Europa durante los últimos cuatro meses. Por lo tanto, contamos con mayor información para afrontar esta pandemia, y tendríamos que echar mano de esta ventaja cuando de buscar medidas paliativas y soluciones se trata.

En este sentido, creo que es lógico suponer lo que ya se evidencia en las calles, en las casas y en las redes sociodigitales: hay incertidumbre y miedo. Y aunque ya se ha reflexionado bastante en torno a que el papel de los Estados, no sobrar recordar que de todos ellos se espera no solo propuestas concretas para afrontar la pandemia, sino también gestión de crisis y una comunicación política adecuada, asertiva y empática. Velar por la ciudadanía implica cuidar su salud, pero también sus mentes y espíritus. Y las mentes se cuidan con información objetiva bien comunicada, generando certezas. Y los espíritus, gestionando adecuadamente el miedo.

Ciertamente conviene adoptar hoy la medida extrema que implica una cuarentena total, e incluso las nuevas disposiciones de salida a las calles limitada por el último dígito del carnet de identidad. Eso, según la experiencia mundial, debiera contribuir a ponerle un freno a la propagación masiva del Covid-19. Aunque ciertamente la economía informal que sostiene al país y la idiosincrasia boliviana son impedimentos para el cumplimiento a rajatabla de esta medida. Sin embargo, esto no quiere decir que los excesos puedan pasearse campantes por las calles vacías, y mucho menos a los ciudadanos se nos trate públicamente con exaltaciones y sin sosiego, haciendo de la agenda de seguridad la noticia diaria, con datos continuamente actualizados y socializados como si fuera la prioridad.

Como muchos, soy una ciudadana que tiene preguntas sobre el tema sanitario que, con el pasar de los días, no encuentran respuesta. Por ejemplo, ¿cuántas pruebas de Covid-19 se realizan diariamente en el país? ¿Los centros habilitados en La Paz y Cochabamba ya están funcionando para tomar pruebas? Si es así, ¿cuentan con los reactivos suficientes para ello?, ¿cuántos reactivos tenemos en Bolivia?, ¿en qué momento aumentaremos la cantidad de pruebas para que sean masivas?, ¿cuántos insumos médicos se están comprando y para cuándo se espera que lleguen?, ¿con cuántos ítems se está reforzando el sistema de salud?, ¿cuánta infraestructura se está inaugurando o adecuando para la emergencia?

Han transcurrido 17 días desde la identificación del primer caso de Covid-19 en el país, y en este tiempo la Presidenta ha emitido cuatro conferencias de prensa; al igual que los ministros de Salud y de Gobierno. Pero hasta el momento estas preguntas tan básicas que se hace la ciudadanía no encuentran respuesta. Y día que pasa urgen más datos concretos sobre la emergencia sanitaria en sí; información que nos auguren salidas, que nos dejen ver soluciones posibles, que nos permitan pensar que lo peor viene en camino pero que al menos estamos intentándolo como país. Necesitamos saberlo.

* Es comunicadora social

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