La chapaca… ¿es moza o es chola?

El 28 de enero de 2020 el Ministerio de Comunicación hizo una publicación de una mujer vestida a la moda chapaca, con el título de “chola tarijeña”. Esto generó una ola de indignación en Tarija y las redes sociales estallaron en publicaciones agraviadas al respecto. Este artículo es...

El 28 de enero de 2020 el Ministerio de Comunicación hizo una publicación de una mujer vestida a la moda chapaca, con el título de “chola tarijeña”. Esto generó una ola de indignación en Tarija y las redes sociales estallaron en publicaciones agraviadas al respecto. Este artículo es resultado de esta discusión. Primero lo primero: la chapaca es chapaca, así, sin nada. A veces también es moza y a veces es chola, según el contexto y a quién le preguntes.

Comencemos con la publicación oficial del Ministerio de Comunicación y por qué ocasionó tanta ofensa. Lo primero fue el nombre, porque “chola” se considera ofensivo en Tarija. También se quejaron de que la ropa no estaba bien, que la pollera la habían hecho con encaje, cuando es de tela lisa. O que la “cholita” estaba con chuspa y con un collar de perlas, elementos foráneos más característicos de las cholas paceñas. Yo lo resumo así: el Ministerio de Comunicación, tratando de hacerle un homenaje a la mujer de pollera tarijeña (porque estaban declarando patrimonio cultural a la “chola boliviana”), no se molestó en averiguar la forma adecuada de nombrarla (“chapaca”), ni se molestaron en encargar la de ropa a una artesana tarijeña y, lo que es peor, ni siquiera se dignaron en utilizar una modelo tarijeña. La imagen que presentaron fue una farsa, y todos en Tarija lo percibimos así. Yo personalmente, como antropólogo, pensé que fue una torpeza increíble de parte del Ministerio. Pero seamos sinceros: eso es lo que hacen los políticos; aquí en Tarija hubieran contratado una modelo citadina y hubieran utilizado la ropa estilizada que se usa para la Salida de Comadres. De hecho, el Concejo Municipal pidió que se cambie “chola tarijeña” por el neologismo de “moza chapaca”, y hasta anunció que declararían patrimonio a este nombre que se inventaron como parte de la Entrada Folklórica Universitaria, menos de 15 años atrás.

A mí, personalmente, me pareció desproporcionada la respuesta de indignación que brotó en Tarija. No es la primera vez que pasa. Una característica general que siempre se repite es ese rechazo visceral hacia lo andino, hacia lo “colla”. Al fin y al cabo la chapaca es, técnicamente, chola: una mujer de pollera mestiza, que no pertenece ni al mundo indígena ni a la élite patronal, segregada y víctima permanente de racismo y discriminación.

La discusión en Tarija eventualmente se centró en si la chapaca era chola o no. Porque en Tarija “chola” es un insulto. Lo cual no es ninguna novedad. Históricamente la chola fue acusada en Bolivia de lasciva, pecaminosa y degenerada. Es curioso que mucha gente en Tarija niega a rajatabla que la palabra tenga algo que ver con lo que denota: con la chola. Como en toda Bolivia, nuestro vocabulario y nuestro imaginario está plagado de referencias simbólicas a la chola: “vamos a cholear”, “tengo mi chola para los fines de semana”, “un sándwich de chola”, “pareces una chola”, “un encholado”, “la chola de la chichería” y “eres mi chola” (en referencia a una victoria deportiva). La referencia sexual y grosera es evidente. Existen abundantes referencias que ponen a las cholas como objeto sexual: como chichera, como prostituta, como sirvienta, como vendedora y como campesina. No es de sorprender que en Tarija la ubiquen como la amante ilegitima, la jodita de fin de semana. El poema de Oscar Alfaro Paloma del Alma ejemplifica perfectamente la naturaleza jerárquica del deseo sexual cuando se espera que la mocha, la sirvienta, sea tomada por los hijos del patrón.

Recordemos que no estamos hablando de las mujeres citadinas de ahora que se visten de pollera para salir a festejar el Jueves de Comadres. Estamos hablando de la chapaca de antaño, la que vestía de pollera. Si las chicas de ahora han decidido tomar a la campesina chapaca como ícono cultural, deben asumir también el pasado ambiguo y conflictivo que las caracteriza.

La expresión de “cholita tarijeña” suele ser normal en la gente de afuera que hace la conexión automática entre la chola boliviana con la chapaca tarijeña. Un ejemplo muy claro es la enorme cantidad de fotos tomadas por los turistas y que son subidas a internet con este título. Si no me crees googlea el cholita chapaca y vas a ver. Y es que la chapaca coincide con todas las características de la chola boliviana, tal como mencioné más arriba. Pero no son solo los visitantes que hacen esta conexión: Tomás O’Connor d’Arlach, Bernardo Trigo y Oscar Alfaro todos utilizaron la palabra chola o su versión masculina de cholo para referirse al campesino chapaco, al obrero de San Roque y las chicheras. La diferencia es que el tarijeño la utiliza en exabruptos emocionales de desprecio y asco; por lo demás evita su uso de manera categórica. En Tarija tenemos testimonios cruzados: hay los que juran que nunca escucharon utilizar la palabra chola para referirse a la mujer de pollera, mientras que hay otros que lo relatan con lujo de detalle.

Toda esta discusión muestra cuan necesario es un trabajo de análisis social profundo sobre nuestra Tarija. Nuestra historia oficial está construida sobre mentiras. ¿Cómo es posible que sigamos negando lo evidente? La tradición es, por definición, una referencia al pasado, al tiempo de nuestros ancestros. Pero es recreada constantemente. La fiesta que festejamos ahora no es la misma fiesta que festejaron nuestros abuelos, ni será la misma fiesta que festejen nuestros nietos.

Antropólogo tarijeño*

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