El Che, el Evo y el antiimperialismo
La utilización política del Che Guevara por parte del Movimiento Al Socialismo no ha permitido profundizar en la interpretación histórica de lo que supuso la presencia del guerrillero más famoso de todos los tiempos en un país que ni lo entendía ni mayoritariamente lo conocía.El relato...
La utilización política del Che Guevara por parte del Movimiento Al Socialismo no ha permitido profundizar en la interpretación histórica de lo que supuso la presencia del guerrillero más famoso de todos los tiempos en un país que ni lo entendía ni mayoritariamente lo conocía.El relato construido por el aparato gubernamental para justificar los fastos se basa en una serie de lugares comunes: al Che lo mató la Central de Inteligencia Americana que en aquellos años operaba en Bolivia y en toda Latinoamérica a sus anchas y por tanto, poco tuvo que ver el ejército boliviano. En el intento de politizar la figura, el MAS pretende establecer paralelismos entre Guevara y Morales sosteniendo de forma artificial que la revolución del Che sí hubiera funcionado en Bolivia si no se le hubiera traicionado. El remate final presenta a Morales como el continuador histórico del mensaje en Bolivia y a los resultados del referéndum del 21 de febrero de 2016 como los agentes de la CIA que en ese momento impidieron el sueño de la liberación.La interpretación le hace un flaco favor al sentimiento nacional, demasiado castigado por el largo historial de derrotas bélicas que se enseñan en las escuelas y que, paradójicamente, oculta las victorias. El Che, en sentido estricto, era un invasor extranjero que se enfrentó al ejército boliviano y que perdió. Otra cuestión es que su eliminación no se ajustara al mínimo decoro de actividad militar y sus códigos de guerra y honor.El Che llegó a una Bolivia que ya había hecho su revolución en el 52, en la que los campesinos tenían tierra y en la que, a pesar de que sus líderes políticos y militares se acostumbraban a acuchillar por la espalda, el relato populista había cautivado a las masas. Barrientos tenía eclipsados a los campesinos y en ese contexto ninguno de ellos se sumó a la guerrilla.Posiblemente el Che había recibido una información contextual errónea. Posiblemente los líderes de los partidos comunistas de Bolivia, ya divididos antes de su llegada, le habían contado mentiras con el fin de hacerlo llegar al país. Posiblemente le faltó información para tomar las previsiones necesarias.El líder de unos de los partidos Comunistas escindidos en aquella época, el tarijeño Óscar Zamora Medinaceli “Motete” explica en un valioso testimonio presentado en forma de libro en este prolífico año que en una reunión en La Habana el Che le encomendó formar el Partido Comunista Marxista Leninista que priorizará la revolución armada frente a la batalla política que había instruido el Partido Comunista de la Unión Soviética para todos sus satélites. Motete lo hizo, pero sin embargo explica que nunca más el Che volvió a entrar en contacto con él. Su interpretación pasa porque el Che decidió acatar las órdenes de Fidel Castro, que se plegó al discurso soviético. Motete va más allá y asegura que el propio Fidel lo llevó a la muerte en las sierras bolivianas al no garantizarle la logística necesaria.Esta es una de las interpretaciones más extendidas en el mundo revolucionario y socialista, pues Ernesto Guevara se había convertido antes de llegar a Bolivia en un amigo incómodo, que hablaba demasiado claro. En este año se han presentado numerosos estudios y libros al respecto.Ernesto Guevara, como el Partido Comunista Chino o el propio León Trostki, había evolucionado sus tesis del socialismo hacia el antiimperialismo y la liberación nacional como el camino para lograr una sociedad mejor y más justa. Varios análisis encuentran en estos discursos continuidad con los conceptos del Estado continente y la Patria Grande. El socialismo teórico y el marxismo cultural estaban condenados a aburguesarse y diluirse ante el empuje de las tesis capitalistas y la concepción neoliberal.El Che se encontró en Bolivia un aparato gubernamental que manejaba un discurso nacionalista y de liberación nacional pero que por otro lado frustraba los proyectos elementales de industrialización e inversión que debían lograrlo. 50 años después, la actuación del Gobierno no es muy diferente, pregonando la soberanía nacional mientras se exportan reservas y ahorro interno a los bancos del imperio y se limitan los proyectos de industrialización. Esperemos que además de homenajear, alguien en Palacio de Gobierno haya leído de qué iba su lucha.