Educación y empleo para los jóvenes
La juventud es la riqueza efectiva y potencia de las naciones. Ni el oro físico a raudales, vale tanto como ella. Debería ser, por eso, un referente ineludible.No hay estadísticas actualizadas. Al iniciarse el milenio Bolivia era un país en edad escolar; se dijo que a ese porcentaje...
La juventud es la riqueza efectiva y potencia de las naciones. Ni el oro físico a raudales, vale tanto como ella. Debería ser, por eso, un referente ineludible.No hay estadísticas actualizadas. Al iniciarse el milenio Bolivia era un país en edad escolar; se dijo que a ese porcentaje correspondía la mayoría de la población. Por tanto, así también debería ser el tiempo, esfuerzo y recursos. Pero por donde se mire, la educación no es la “primera función del Estado”, como dicen las Constituciones; póngale a la cola y estará más cerca de la verdad. En otras latitudes existe la convicción de que “el desarrollo de un país no irá más allá de donde llegue su educación”. La primaria es la base del sistema. La permanencia y la continuidad de la matrícula son índices de calidad. La reforma anterior (1994) puso énfasis en ese nivel porque de él proviene la mayor tasa de retorno social. Incluso para evitar la recurrencia del analfabetismo, había que afianzar la escolaridad en ese ciclo. Es importante saber resultados, pero ninguna reforma llegó hasta las aulas con el propósito de medir. ¿La que está hoy en curso lo hará?A la secundaria llegan pocos; menos todavía a la universidad. Pero existe para todos, sean o no estudiantes, esa otra escuela grande sin muros, la escuela del tamaño de la comunidad. Es ideal que ésta sea formadora, que contribuya a desarrollar la personalidad en el marco de los valores y principios. A veces tiene considerable peso aquello que se ve y se oye sin querer; de ahí la enorme y delicada responsabilidad de los medios de comunicación masiva.El empleo es otro problema crucial. En la Feria del empleo juvenil que se realizó en La Paz no hace mucho, se reflexionó sobre ese tema. Según la visión que se tenía entonces, esa población en Bolivia es “un presente sin futuro”. Las cifras son realmente preocupantes: “El 94% de los jóvenes en las principales ciudades del país tienen empleos precarios extremos” (Cedla, 2015). Encontrar trabajo es cada vez más difícil; el mercado laboral se está encogiendo como la “Piel de Zapa” en la novela de Balzac. Pero la última desgracia es que la juventud sea insensible, que no le interese lo que sucede en su país. El papa Francisco al observar cierta pasividad en los jóvenes, les dijo: “Hagan lío, pero ayuden a resolver”. No es que se incite a la anarquía. El Pontífice deseaba que los jóvenes asuman una rebelión consciente. Quizá rondaban por su mente aquellas palabras de José Enrique Rodó: “La juventud que vivís es una fuerza, de cuya aplicación sois los obreros, y un tesoro, de cuya inversión sois responsables”.
*El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia