A cincuenta años, el Che

Bien pronto, esto es, en octubre próximo, se cumplirá medio siglo de Ñancahuazú. “La historia del futuro pertenece a Che Guevara”, vaticinó un sacerdote argentino. Su personalidad tiene dos facetas disímiles, hasta incluso contradictorias: El Che guerrillero, el que quería expandir en...

Bien pronto, esto es, en octubre próximo, se cumplirá medio siglo de Ñancahuazú. “La historia del futuro pertenece a Che Guevara”, vaticinó un sacerdote argentino. Su personalidad tiene dos facetas disímiles, hasta incluso contradictorias: El Che guerrillero, el que quería expandir en América Latina, a punta de bala, el ideario comunista, y el personaje sublimado que siguió una ruta idealizada, semejante al del caballero de la Mancha. Lo extraordinario es que la muerte esculpió en su rostro una imagen parecida al de Nazareno.En cincuenta años se ha escrito mucho. Pero en verdad –por lo menos en el país– ninguna creación literaria alcanzó, como obra de arte, la altura de aquel suceso. Sea cuento o novela, hubiera tenido que ser de fondo trágico como “La hora veinticinco”, de Gheorghiu. En 1972 Oscar Rivera- Rodas publicó un libro titulado “La nueva narrativa boliviana”. En las obras comentadas se nota la influencia de la guerrilla, pero hubo más empeño en ensayar innovaciones en la técnica narrativa que en el tratamiento del tema.Los dos libros recientemente presentados en la FIL de La Paz fueron los más vendidos, lo cual demuestra que aún se mantiene vigente la expectativa. “La guerrilla que contamos”, escrito por los periodistas José Luis Alcázar, Juan Carlos Salazar y Humberto Vacaflor, tiene valor testimonial, como reporteros vieron personalmente muchas cosas. El otro libro titulado “Che, una cabalgata sin fin”, también escrito por periodistas, fue publicado por el diario “Página Siete”. Suponemos que el medio siglo transcurrido de la muerte del guerrillero ha generado un motivo especial para repasar la historia.En ambos libros hay datos poco conocidos. Por ejemplo, se creía que el Che vino a Bolivia con el propósito de expandir la guerrilla desde Ñancahuazú a otros países del continente. Y no es verdad. Vino a instalar un campamento de entrenamiento para formar guerrilleros, algo así como una escuela de la guerrilla. No estuvo en sus planes el enfrentamiento con las fuerzas del Ejército. “Su añorado proyecto era formar una columna a cuyo mando debía invadir Argentina: su patria”, dice José Luis Alcázar.Otro ejemplo: a tiempo de alejarse, el Che dejó una carta condicionada donde renunciaba incluso a su ciudadanía cubana; debía conocerse sólo en caso de que fracasara, fuera capturado o muerto, pero Fidel Castro la publicó antes. Según la versión de Gary Prado, recogida por Mery Vaca, eso le provocó “un ataque de furia”. Se entiende: se quemaron las naves de Cortés a sus espaldas para que ya no piense en volver.

*El autor es escritor y miembro del PEN Bolivia


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