El tenaz latifundismo
En términos de propiedad, latifundio es equivalente a una gran propiedad agraria; aunque no necesariamente propiedad y explotación coinciden: una explotación puede constituirse con varias propiedades de propietarios distintos (por arrendamiento, cooperativa u otro tipo de cesión o...
En términos de propiedad, latifundio es equivalente a una gran propiedad agraria; aunque no necesariamente propiedad y explotación coinciden: una explotación puede constituirse con varias propiedades de propietarios distintos (por arrendamiento, cooperativa u otro tipo de cesión o asociación) y una propiedad puede estar dividida en varias fincas o parcelas, así como ser explotada por diferentes empresarios agrícolas, tanto de forma directa (por el propietario, aunque dado el tamaño necesariamente habrá de hacerlo mediante mano de obra asalariada -jornaleros-) o indirecta (por arrendatarios). En el uso habitual del término en la época contemporánea, muy cargado de rasgos peyorativos, se entiende a los latifundios como caracterizados por un uso ineficiente de los recursos disponibles. Aparte de la extensión, existen otros elementos característicos de lo que se conoce como latifundismo: bajos rendimientos unitarios, utilización de la tierra por debajo de su nivel de máxima explotación, baja capitalización, bajo nivel tecnológico, mano de obra empleada en condiciones precarias y, en consecuencia, con bajo nivel de vida. El latifundismo ha sido tradicionalmente una fuente de inestabilidad social, asociada a la existencia de grandes masas de campesinos sin tierras. Para solucionar los problemas originados por los latifundios, se han probado diversas fórmulas, dependientes del tipo de gobierno en el que se encontraban: desde el cambio de estructura de la propiedad (reforma agraria), con expropiaciones incluidas, hasta la modernización de la explotación (agricultura de mercado). Esos son conceptos abstractos, veamos un caso concreto: Organizaciones campesinas denunciaron que un solo latifundista en Paraguay posee más de 44 mil hectáreas de tierra en un distrito del país con una extensión de 85 mil hectáreas.El empresario, llamado Tranquilo Favero, es propietario de las empresas que integran un grupo con su nombre, acumula actualmente en su poder la mitad de los terrenos del distrito de Ñacunday.La estadística divulgada por la prensa agrega que unas ocho mil personas constituyen la población de la zona en manos de Favero- fundamentalmente agrícola- y la mayoría de ellas sufre la pobreza. No es raro, entonces, que Paraguay sea uno de los territorios más copados por cultivos transgénicos, característicos del modo latifundista, tan difundido en los últimos años también en Bolivia, donde la corporación Monsanto (de la cual ya nos hemos ocupado varias veces) no es desconocida sino, al contrario, crece constantemente.Los latifundios se formaron por causas históricas, especialmente coincidiendo con conquistas militares y colonizaciones. Los casos notorios de lucha actual contra el latifundismo están en la organización de Los Sin Tierra, en el Brasil y en la resistencia a seguir enajenando tierras en la Argentina. Pero lo prioritario para nosotros deben ser las tierras bolivianas, que no están siendo bien utilizadas.Hay mucho que decir sobre eso y seguiremos con el tema.