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Pastores y rebaños

Pero el manoseo que denuncia ¿no habrá sido consentido y recíproco, desde hace, digamos, cinco mil años? Lo de los curas pederastas que acarician niños es un simple juego de niños en comparación con ese antiguo contubernio, con ese milenario manoseo entre los ‘pastores’ (pues ese...

Pero el manoseo que denuncia ¿no habrá sido consentido y recíproco, desde hace, digamos, cinco mil años? Lo de los curas pederastas que acarician niños es un simple juego de niños en comparación con ese antiguo contubernio, con ese milenario manoseo entre los ‘pastores’ (pues ese oficio y título se han asignado ellos mismos en todas las religiones: los guías del rebaño) y los políticos: los dueños del rebaño. Recuerdo aquí, de paso, un viejo proverbio popular castellano: “Reunión de pastores, oveja muerta”.Censura el pastor Navarro, como es habitual entre los profesionales de la religión, a todos sus demás colegas y competidores. Al deslenguado Carlos Alonso Lucio, que “hace homilías en la Iglesia de la Roca como si fuera un pastor”. A los ocasionales, como el antiguo locutor turbayista Darío Silva, que ordenó y casó a Lucio y al parecer se ha hecho rico. (Ya decía Ron Hubbard, el hombre de negocios que fundó la Iglesia de la Cienciología, que no hay mejor negocio que el de fundar una iglesia). A los tradicionales, como el Papa de Roma Benedicto XVI, al cual parece tenerle una especial inquina por ser soltero y haber sido Gran Inquisidor antes de llegar a Papa. Y denuncia el pastor Navarro que en Colombia no hay verdadera libertad de cultos porque “en todos los pueblos debería haber un capellán cristiano, pero eso no ha ocurrido. Solo hay capellanes católicos” Navarro confunde, por lo visto -y es lo propio de todos los pastores espirituales, cualquiera que sea su religión-, la libertad con la obligatoriedad, que es su contrario; y los derechos con las subvenciones.Pero no quiero criticar ad hóminem a este pastor de la Iglesia de las Asambleas de Dios. Hay tantas Iglesias, tantas Asambleas, tantos Dioses... Critico en general que se inmiscuya Dios, que sus autodesignados representantes lo inmiscuyan, en la política. El gran logro de la Ilustración había consistido precisamente en expulsarlo de ella mediante la separación de la Iglesia (las Iglesias) y el Estado.No en todas partes. La alianza de ‘el Trono y el Altar’, como se decía en el Ancien Régime de antes de la Revolución Francesa, sigue intacta en todo el mundo islámico: tanto en donde todavía hay trono -el rey de Marruecos es a la vez Comendador de los Creyentes- como en donde hay República (el Irán teocrático de los ayatolas). Y en Occidente, que iba más avanzado en esas materias, las iglesias expulsadas por la puerta han sabido volver a colarse por las ventanas. El pastor Navarro se queja con justicia de la hegemonía católica en el mundo latino. Pero tras 80 años de ateísmo oficial y anticlericalismo activo la Iglesia Ortodoxa Rusa ha recuperado los privilegios y las riquezas que tuvo en tiempos de los zares. Y en el mundo sajón no es mejor la situación: la reina de Inglaterra es cabeza de la Iglesia anglicana, y en el Parlamento hay un par de docenas de lores eclesiásticos. En cuanto a los Estados Unidos, el poder electoral de los evangélicos es descomunal, hasta el punto de poner en peligro la candidatura republicana del exgobernador Mitt Romney, porque su religión es la mormona: las demás sectas temen que, si fuera presidente, seguiría las órdenes del Profeta de su religión, que se llama Thomas S. Monson, tal como en tiempos se temió que el católico John Kennedy se pusiera al servicio del Papa de la época.En todo caso, sea cual sea la secta, es la religión la que todavía hoy manda en los Estados Unidos. Por eso el muy oportunista presidente Bill Clinton, cuando se tambaleaba por un escándalo sexual, se hizo rodear de un consejo asesor de sacerdotes verdaderamente ecuménico: un cura católico, dos pastores protestantes de diferentes denominaciones, un rabino judío, un mulá musulmán. Y, como por ensalmo, el rebaño olvidó el escándalo.Como por ensalmo, justamente. Tenía razón el poeta Octavio Paz cuando se mofaba de la llamada Teología de la Liberación señalando que el problema consiste más bien en liberarse de la Teología.

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