Vivir con menos

El tema de fondo es la crítica a una economía cuyo motor funciona a todo vapor si hay rentabilidad, en otras palabras, producir y producir mucho para luego imponer el consumismo, en su mayoría cachivaches. Y aquí viene la contradicción, consiste en que cada vez son menos los que consumen...

El tema de fondo es la crítica a una economía cuyo motor funciona a todo vapor si hay rentabilidad, en otras palabras, producir y producir mucho para luego imponer el consumismo, en su mayoría cachivaches. Y aquí viene la contradicción, consiste en que cada vez son menos los que consumen porque el dinero no alcanza para tanto o simplemente porque no se tiene. De allí se explica en gran parte la desintegración social, a contracorriente de lo que se creía que el trabajo servía para promover lazos sociales. Y más grave aún, es la amenaza a nuestro planeta, que de seguir su explotación irracional, es camino seguro hacia un mundo insostenible, esperando extraer la última gota de petróleo para cocinar la última rata cazada.Es una contravía para quienes persisten en defender el modelo de una sociedad asalariada como motor de la economía mundo. Los modelos alternativos vienen proponiendo romper con esta lógica que opera según la tríada producción - empleo - consumo. La mucha producción no encuentra su salida en los asalariados que cada vez tienen menos para consumir, apenas compran lo necesario para no morir de hambre. Esa ecuación tríadica nos lleva por un atolladero sin salida, una hiperproducción con fines hacia un rápido enriquecimiento de un puñado de empresarios. Y en consecuencia, tenemos una sociedad en desbarajuste, muchos problemas sociales por tanta inequidad, cada vez son más los elevados índices de robos, criminalidad, jóvenes apuñalan por raptar el celular de última moda, fieles a las provocaciones publicitarias que incitan en cada momento y en cada rincón en donde te halles. El debate sobre la Renta Básica tiene grandes virtudes, si se toma como una forma de cambiar el modelo de crecimiento económico por uno que sea decreciente, que implica sostenibilidad social y planetaria. El reto que se tiene es a desenchufarnos de la locomotora loca de la producción a destajo, en donde los capitalistas se guerrean a mansalva por unos cuantos compradores, apuntando recuperar los salarios pagados. Una de las primeras puntadas consiste en liberar nuestras existencias para que no dependan de un salario, que si no se tiene, la vida misma peligra, pues en este modelo de mundo, si no tienes dinero no eres nadie, todo tiene precio, todo se compra y todo se vende. «El dinero devalúa todo lo que no puede medir». De allí el chantaje de la dogmática económica: si no trabajas, no comes. El cambio de paradigma de poner en orden este culto al sistema de producción creciente por otro llamado decreciente en donde el ser humano y el planeta rescatan su dignidad en tanto se abroga por una sostenibilidad, y en la que la falta  de un empleo y un salario, no pongan en peligro la subsistencia humana. Esa vanidad de pasar la vida teniendo cosas, pasa a ser una ridiculez, y en cambio los valores de un mundo sostenible son una prioridad, al igual que la solidaridad humana. El Ser tendría toda la posibilidad de desplegar su autonomía y creatividad, liberado de la alienación que produce la dependencia a un salario. Esa expresión de ganarse la vida, entraría en desuso, y más bien la pregunta sería a qué estamos contribuyendo para la construcción de una mejor sociedad… en el ejercicio de nuestra plena libertad. Y a su vez implica  una solución a los cambios climáticos y a la pobreza. En otras palabras es tomar conciencia de los límites de nuestro planeta y de la inequidad social. O como bien se expresa: «El consumo desacerbado y el poder adquisitivo serán sustituidas por el poder del buen vivir, y una lógica que haga realidad del vivir con menos para vivir mejor». *Mauricio Castaño H. es  historiador

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