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La minería y las inversiones

así como hay otras que siendo adultas siguen creyendo en los reyes magos o en las brujas.Pero la inversión, en sentido estricto, no es sino el acto mediante el cual se adquiere ciertos bienes con el ánimo de obtener unos ingresos o rentas a lo largo del tiempo. Dicho de otra manera, consiste...

así como hay otras que siendo adultas siguen creyendo en los reyes magos o en las brujas.Pero la inversión, en sentido estricto, no es sino el acto mediante el cual se adquiere ciertos bienes con el ánimo de obtener unos ingresos o rentas a lo largo del tiempo. Dicho de otra manera, consiste en renunciar a un consumo actual y cierto a cambio de obtener unos beneficios futuros.¿Y quiénes están dispuestos a invertir? Obvio: los que han acumulado capital y que desean incrementarlo mediante esas inversiones, que según algunos estudios especializados, para la minería serán casi afiebradas  en los próximos años y se orientarán especialmente hacia América Latina.Dice una publicación europea que la minería latinoamericana registra un auténtico boom de inversiones que han convertido a este sector, junto el de energía renovable y eólica, en uno de los más atractivos para el inversor exterior. De la mano de la creciente demanda de bienes básicos por parte de los países emergentes, especialmente de China y de la India, Latinoamérica se mantuvo como principal destino mundial de las inversiones en exploración minera en 2010 y se espera que la inversión global en proyectos en este segmento económico de la región alcance en el período 2009-2015 más de 250.000 millones de dólares. No es un secreto que el oro fue a nivel mundial el destinatario de la mayoría de la inversión en 2010, con 5.400 millones de dólares.  Desde 1999, el oro representara más de la mitad (51%) del total de la inversión en exploración. Diez países concentraron los dos tercios del total de los presupuestos de exploración en oro, y entre ellos se situaron cinco naciones latinoamericanas: México, Perú, Colombia, Brasil y Chile. Es fácil imaginar que cuando toda esa millonaria inversión en “exploración” pase a inversiones en “explotación”, explotarán también, literalmente, los problemas que inevitablemente acompañan a la minería, especialmente los problemas sociales y por supuesto los ambientales. De ambos tenemos en Bolivia largas y dolorosas experiencias.Y el oro no es lo único. Dado el enorme potencial minero de la región y de la creciente necesidad de materias primas seguramente las inversiones se multiplicarán, porque actualmente Latinoamérica produce el 91,9% mundial de niobio; el 54,8% del litio; el 44,6% del cobre; el 33,5% de la plata; el 23,1% de minerales del hierro; el 22,4% del estaño; el 21,2% del molibdeno, el 18,5% del oro; el 17% de zinc; el 14% del níquel y el 10% de plomo.Que semejante “boom” no nos sorprenda despistados ni desarticulados, pues los inversores tratarán de poner a competir a unos países con otros, para lograr mayores utilidades ellos, los inversores, no los países.Es un tema para tratarlo con seriedad y con urgencia internamente y en UNASUR.

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