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Nacionalización de las minas, medida revolucionaria de liberación

La Revolución Nacional estaba en marcha, poniendo fina a la República oligárquica y al sistema antidemocrático del voto calificado y censitario. La acción de las masas conducidas por una sólida vanguardia política, el MNR, trastocó el sistema que existía desde la fundación de la...

La Revolución Nacional estaba en marcha, poniendo fina a la República oligárquica y al sistema antidemocrático del voto calificado y censitario. La acción de las masas conducidas por una sólida vanguardia política, el MNR, trastocó el sistema que existía desde la fundación de la República y más aún, los mitos y dogmas ideológicos en los que se basaba Bolivia: un “Estado Democrático” de ficción y una “Seudo Democracia”; pura retórica burlesca, mientras el país era una polvareda de siervos de la gleba, sometidos a los vejámenes y opresiones del feudalismo casi esclavista y un enclave minero industrial (el patiñismo); en esa cultura languidecían las clases medias semiletradas y la Nación no pasaba de ser una simple ficción libresca y falsa. El sistema semifeudal prevalecía en la vida rural, cuyo sostén económico radicaba en la servidumbre semiesclavista de los pueblos campesinos, en su mayoría étnicas prehispánicas quechuas y aymaras. El Estado era una apariencia ya que la autoridad de hecho estaba en manos del “Superestado minero-feudal”, y su obsecuente clientela militar, burocrática y de los dueños absentistas de los grandes latifundios situados en las zonas altiplánicas occidentales y los valles interandinos; el resto del país tropical y nororiental era un territorio aislado y vacío, apenas vinculado a la autoridad estatal a través de prefectos y alcaldes municipales, sumergidos a su vez en un gran atraso económico y desamparo cultural, una nación boliviana-strictu sensu-no existía y aún hoy, ya entrado el siglo XXI, no existe a plenitud. En realidad no hay palabras para calificar la conducta de este sistema oprobioso que dio los justificativos históricos para la acción revolucionaría del MNR que enraíza en casualidades profundas de la realidad de nuestro pueblo; una especie de onda sísmica nos comunica con el epicentro del sucesos que desde hace siglos concretan un grito de la sangre y un reclamo de justicia; no hemos sito extraños al a rebeldía de los Catari, y mucho tenemos que ver con la insurgencia de Belzu que luchó instintivamente por las reivindicaciones sociales de su tiempo; con Busch, que se hizo eco de la conciencia del Chaco cuando intentó el primer golpe contra la gran minería. Es ante una realidad así, pálidamente descrita, que la conciencia del pueblo se moviliza y propugna la formación de un movimiento político que lo interpreta y sea su vanguardia de lucha reivindicatoria frente al secante sistema de explotación minera de Patiño, Hochschild y Aramayo. Un día de 1942, trece jóvenes idealistas y decididos salen a la calle y plantan una bandera-que el pueblo esperanzado sigue- con la seguridad intuición de que ha encontrado el rumbo de su liberación; ese día nació el MNR, que empezó a crecer llenando la conciencia del pueblo que a pesar de la persecución y desprecio del sexenio (1946/52) el MNR mantuvo vivo el fuego de la rebelión contra la Rosca minero-feudal logrando que su acción desemboque en el estallido de la Revolución Nacional de 1952, iniciándose la Revolución más profunda-la única desde la independencia de 1825-que ha transformado completamente la vida de Bolivia. Bajo la égida de su Jefe y Conductor, Víctor Paz Estenssoro, el Gobierno del MNR nacionalizó las minas el 31 de octubre de 1952; medida fundamental e irreversible que significó la liberación política del Estado Boliviano del poder omnímodo y egoísta del Superestado minero. Gracias a esa liberación, la política económica pudo ser concebida y ejecutada conforme al interés nacional y ya no siguiendo los dictados de los grandes empresarios mineros. Esta medida respondía revolucionariamente a una necesidad vital de destruir los viejos vicios que han hecho de Bolivia-durante decenios y decenios- la República más miserable del continente. A 59 años de este hecho histórico, se dice del lado de los troskos-indigenistas y socialistas comunitarios trasroscados que el MNR ha caducado, tal aseveración es una sofisma; los problemas del país subdesarrollado y dependiente se hallan dentro del ciclo de la Revolución Nacional, y reclaman la solución histórica que les corresponde; de aquí fluye la demostración clara de que la vigencia política del Nacionalismo Revolucionario llegará hasta que Bolivia cristalice sus aspiraciones de liberación económica y social real a través del reencauzamiento del proceso de la Revolución Nacional hasta lograr hacer de Bolivia una Nación de verdad, supremo legado de Víctor Paz Estenssoro que con su pensamiento política y su acción transformadora entre la tónica revolucionaria de las generaciones del presente y futuro.

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