Era el “mes de las flores”

Septiembre fue durante varias generaciones en el hemisferio sur, el “mes de la primavera” y por encantadora asociación de ideas también el “mes de las flores”  y el “mes de la juventud”. Hace diez años eso se perdió, porque ahora es el mes en el que más se menciona el...

Septiembre fue durante varias generaciones en el hemisferio sur, el “mes de la primavera” y por encantadora asociación de ideas también el “mes de las flores”  y el “mes de la juventud”. Hace diez años eso se perdió, porque ahora es el mes en el que más se menciona el terrorismo.El 11 de septiembre de 2001 el norte estaba en vísperas de invierno y un atentado con aviones convertidos en bombas destruyó dos edificios emblemáticos en Nueva York, mató a más de 3.000 personas y sembró el terror, como era su objetivo, no solo en el hemisferio norte, sino en todo el planeta, por la inocultable supremacía comunicacional del norte sobre el sur, que aún se mantiene.Sobre ese acto terrorista se ha escrito y divulgado mucho en estos diez años, pero mucho más es aún desconocido, incomprensible, poco verosímil y, en una palabra, dudoso. Y así seguirá, quizás por décadas, convirtiéndonos a septiembre en el “mes del terrorismo”, “mes de las torres gemelas” y otros apelativos nada primaverales.La palabra “terrorismo” se encuentra política y emocionalmente cargada, y esto dificulta consensuar una definición precisa, por lo que nos quedamos con la elemental de que es “el uso sistemático del terror para coaccionar.Y tenemos muestras recientes en Tarija de ese uso, premeditado y planificado del terror, que para aparecer no necesita que ninguna bomba estalle. Basta con que se diga que estallará en alguna parte y el terrorismo ya está logrando su objetivo.Es un recurso extremista que utilizan no solo individuos en todo el mundo, sino organizaciones de todo tipo: partidos políticos nacionalistas y no nacionalistas, de derecha como de izquierda, así como también grupos religiosos, racistas, colonialistas, independentistas, revolucionarios, conservadores, ecologistas y gobiernos en el poder.Estos últimos cometen lo que se llama “terrorismo de Estado”, porque aunque Estado y Gobierno son conceptos diferentes, es fácil y es común confundirlos.En nuestros países sudamericanos el terrorismo de Estado más sangriento, más largo y más ignominioso (todavía no juzgado plenamente, fue la Operación o Plan Cóndor.El Plan Cóndor fue establecido el 25 de noviembre de 1975 en una reunión realizada en Santiago de Chile entre Manuel Contreras, el jefe de la DINA (policía secreta chilena), y los líderes de los servicios de inteligencia militar de Argentina (gobernada por Isabel Martínez de Perón), Bolivia, Paraguay y Uruguay (estos últimos con gobiernos militares. El de Bolivia presidido por el general Hugo Banzer Suárez)Era un plan de coordinación de operaciones entre las cúpulas de los regímenes dictatoriales del Cono Sur de América con la Agencia Central de Inteligencia, CIA de los Estados. Unidos. Se extendió  durante las décadas de 1970 y 1980 y todavía no lo hemos olvidado, ni lo haremos, porque para eso se necesitaría conocimiento de toda la verdad, perdón y solo después, quizás, el olvido. Pero en Bolivia no se conoce aún toda la verdad.

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