Espacio publicitarioEspacio publicitarioEspacio publicitario

Lo del perdón y el olvido

Más que refiriéndose a los poderes formales (ejecutivo, legislativo, judicial) aludiendo a los poderes fácticos o sea aquellos que se ejercen al margen de los cauces formales (es decir, que no coincide necesariamente con el aparato del Estado) y se sirve de su autoridad informal o su capacidad...

Más que refiriéndose a los poderes formales (ejecutivo, legislativo, judicial) aludiendo a los poderes fácticos o sea aquellos que se ejercen al margen de los cauces formales (es decir, que no coincide necesariamente con el aparato del Estado) y se sirve de su autoridad informal o su capacidad de presión para influir políticamente. El poder fáctico ni está legitimado ni siempre busca la legitimación para ejercerse, pero ejerce de facto (de hecho) el poder aunque no lo haga de iure (legalmente) ya que su mera existencia lo hace ser determinante.De la impunidad se puede decir tanto como del poder pero, esencialmente, es una excepción de castigo o escape de la sanción que implica una falta o delito. En la concepción internacional de los derechos humanos, se refiere a la imposibilidad de llevar a los violadores de los derechos humanos ante la justicia y, como tal, constituye en sí misma una negación a sus víctimas de su derecho a ser reparadas. La impunidad es especialmente común en países que carecen de una tradición del imperio de la ley o sufren corrupción política.Como en otros temas, hay periodos de mayor y de menor impunidad pues esta tiene la tendencia a trasminarse. Es posible que dada la mayor posibilidad del control social, ahora estemos viviendo actualmente un periodo de retroceso de la impunidad. Esta es solo una idea, susceptible de ser profundizada y que tiene que ver con algunos hechos aislados y poco relacionados entre sí. Mencionémoslos:La detención del presidente del Fondo Monetario Internacional es un hito todavía no agotado sobre la decadencia de un poder fáctico global. Pero lo es también la aprobación en Bolivia de la Ley de Investigación de fortunas, Marcelo Quiroga Santa Cruz y el juzgamiento en Gran Bretaña de un jerarca de la prensa como Rudolf Murdoch.Como decíamos, no hemos conocido aún ningún análisis que sirva de hilo conductor para reforzar la hipótesis de que la impunidad está por lo menos mermando, aunque no desapareciendo, como sería lo deseable. Pero indicios hay.En Colombia, (como otro ejemplo) un personaje que hace menos de un año era ministro y candidato a la presidencia en las últimas elecciones, hoy está en la cárcel por orden judicial. Y también en Bolivia se está hablando con más fuerza del tema y finalizamos la semana conociendo casos que tienen a un ex alcalde y a un gobernador “en capilla”.Es mejor, por ahora, manejar estos casos con cautela, por aquello de la presunción de inocencia, que es un principio jurídico muy saludable, pero no sobra estar pendiente, porque lo que suele suceder, históricamente, cuando un fenómeno social se vuelve notable, es que aparezcan fuerzas que tratan de llevar “el péndulo” en el sentido inverso. En este caso las corrientes de “perdón y olvido”.Pero eso es adelantarnos mucho y tiene el riesgo de inducir al juego con espejo, es decir, a la especulación.De manera que para reflexión dominical, por ahora, hasta ahí es suficiente.

Más del autor