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Adiós Facundo

con su privilegiada voz y con su inspiración para convertir hasta los más banales asuntos cotidianos en encantadoras canciones. Asesinaron al cantautor argentino Facundo Cabral, en Guatemala.Para un hombre que le cantó a la vida con una emoción que los demás no siempre entendíamos, morir en...

con su privilegiada voz y con su inspiración para convertir hasta los más banales asuntos cotidianos en encantadoras canciones. Asesinaron al cantautor argentino Facundo Cabral, en Guatemala.Para un hombre que le cantó a la vida con una emoción que los demás no siempre entendíamos, morir en la forma que murió Cabral, asesinado a tiros, es desconcertante.El mundo, literalmente, y América Latina de un extremo a otro se conmovieron y muchos lo hicieron públicamente, sin disimularlo.Para la líder indígena guatemalteca y premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú, los asesinos de Cabral tenían un plan y una estrategia perfectamente diseñados. “Tenían una información detallada de sus movimientos”, comenta Menchú, quien subraya que más que el asesinato de una persona, “esta muerte es un mensaje atemorizante para la izquierda latinoamericana y un golpe muy fuerte para la presidenta Cristina Fernández, de Argentina, y para el mandatario guatemalteco, Álvaro Colom”.De la Argentina nosotros, los bolivianos, conocemos bastante. No así de Guatemala, país del cual no podríamos hablar con propiedad, pero del cual sabemos que tiene uno de los índices de inequidad más altos del mundo. Por eso, preferimos que un guatemalteco, Carlos Maldonado, artista como Cabral, nos describa su país: En mi pequeña parcela, Guatemala, la muerte recorre en raudo caballo campos y ciudades.Cabalga la parca abriendo pechos, mochando cabezas, abriendo huecos en las sienes, desgarrando humanas piezasAniquilando pueblos enteros, masacrando más allá de los linderosQue caen más indios que ladinos, no sé; yo solo sé que caen pobres por racimosLos latifundios igual que en tiempos coloniales pululan como los manantialesSe arrinconan a los pobres en las rancherías y en los cinturones miserablesLos ricos agrandan sus ganancias, carreteras y portalesAbandonan sus propiedades a los cuidados de los guardianesNo alcanza la vida para visitar sus propiedades.Allí, en Guatemala, estaba Cabral cantándole a la paz y al amor. Allí lo acribillaron a tiros y con su muerte lo único que se nos viene a la memoria es lo que cantaba otro americano, nuestro Benjo Cruz: “En esta América nuestra sólo una frontera existe: Al norte hay un pueblo alegre y al sur veinte pueblos tristes”.Hoy la tristeza tiene una explicación concreta, inexorable, irredimible: la muerte de Facundo Cabral, que como el mismo cantaba, no era de aquí ni era de allá, porque era de todas partes, era de América Latina.Que descanse en paz.

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