El mundo al revés

Parece un chiste macabro que una de las personas, que ha visto desde la atalaya empresarial y ha sido participe del derrumbe de la economía mundial, sea premiado por ello. Pero no es el único. Los demás grandes ejecutivos de las agencias que califican la prima de riesgo de los países, a los...

Parece un chiste macabro que una de las personas, que ha visto desde la atalaya empresarial y ha sido participe del derrumbe de la economía mundial, sea premiado por ello. Pero no es el único. Los demás grandes ejecutivos de las agencias que califican la prima de riesgo de los países, a los que además les pagan por ello, han doblado las ganancias que obtuvieron en 2005. Se llama “prima de riesgo” al sobreprecio que los inversores exigen cuando van a comprar la deuda de un país, y que se compara con la alemana por considerarla la más segura. Algo así como decir si ese país es de fiar o hay que tener cuidado porque puede ser que no te pague o lo haga fuera de plazo. No hay que olvidar que estas agencias, en su momento, dieron por buenas las hipotecas basura que desencadenaron en 2008 la gran recesión y la actual crisis mundial. No parece de justicia -en el sentido de darle a cada uno lo suyo- que estos señores reciban semejantes beneficios, mientras el resto de la sociedad paga sus imprudencias. Las clases medias y asalariadas están asumiendo duras medidas de ajuste impuestas por los gobiernos nacionales, una especie de marioneta que sirve como correa de transmisión de las grandes instituciones bancarias, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE). Hay voces expertas que ya están llamando a esto “crímenes económicos contra la humanidad”, basándose en la definición de la Corte Penal Internacional, según la cual estos crímenes son cualquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los sufre, cometido como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil. La intención es investigar estos crímenes y hacer pagar a los culpables, dicen las profesoras universitarias, Lourdes Benería y Carmen Sarasúa, en su artículo Crímenes económicos contra la humanidad. Hay una minoría muy privilegiada que no asume sus responsabilidades, además de disfrutar de unos bonus desorbitados, frente a una gran mayoría que sufre sus consecuencias y mira estupefacta la realidad, como si el mundo se hubiera vuelto del revés, como en la novela Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas. Se ha consolidado la idea de que el poder se encuentra en los mercados y los gobiernos asumen un papel secundario. En Europa no ha habido gobierno que haya aguantado el pulso a los ajustes impuestos por el BCE. Se sienten maniatados, presos de los especuladores y de sus tretas. En el viejo continente primero cayó Grecia. Después Irlanda, cuyo modelo económico era el ejemplo de partidos conservadores, como el del PP en España: un modelo de crecimiento a seguir, el paradigma económico. El no va más. Pero ahora el pueblo irlandés soporta una deuda de más de 70.000 millones de euros, que le han “prestado generosamente” y que van a tener que pagar sus ciudadanos, con más impuestos y un recorte brutal en los servicios públicos. Portugal se resistía, pero al final ha tenido que admitir la “ayuda” internacional. La próxima podría ser España, aunque ahora parece difícil, nadie lo puede descartar con seguridad.Pero parece que no todo está perdido. Por primera vez, una Audiencia Nacional (España) ha admitido una querella penal contra las tres agencias privadas de rating: Moody’s, Fitch y Standard and Poor, por manipular los precios de la deuda que ellas mismas calificaban cuando “velaban por el buen funcionamiento de la economía”. Las han denunciado por alterarlas en beneficio propio. Muy poco a poco las voces críticas con estas empresas, que viven en la impunidad, comienzan a tener sus pequeños espacios en los tribunales. En este mundo al revés, hasta la Alicia de Lewis Carroll se hubiera quedado anonadada. *David García Martín es Periodista. Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España

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