Espacio publicitarioEspacio publicitarioEspacio publicitario

¡Cuidado! Viene La Niña

Pues bien, hace unos días, el SENAMHI pronosticó para el próximo periodo de lluvias una intensidad desusada, por efectos del fenómeno climatológico llamado “La Niña”, que precisamente en estos momentos tiene en grave emergencia a Venezuela y especialmente a Colombia, donde ya adquirió...

Pues bien, hace unos días, el SENAMHI pronosticó para el próximo periodo de lluvias una intensidad desusada, por efectos del fenómeno climatológico llamado “La Niña”, que precisamente en estos momentos tiene en grave emergencia a Venezuela y especialmente a Colombia, donde ya adquirió dimensiones desastrosas y ha causado la pérdida de por lo menos 200 vidas humanas y el desplazamiento forzado de más de dos millones de personas que perdieron hogar, cultivos, y bienes de toda índole, rebasando inclusive la capacidad del Estado para atender la emergencia.Quisiéramos poder entender mejor estos fenómenos  de La Niña que, al igual que el fenómeno del Niño, también producen cambios a gran escala en los vientos atmosféricos y en el clima en general.Los episodios Cálido/El Niño y Frío/La Niña, forman parte de un ciclo conocido como El Niño Oscilación del Sur, ENOS. El ciclo tiene un período medio de duración de aproximadamente cuatro años, aunque en el registro histórico los períodos han variado entre 2 y 7 años.Más detalles seguramente que son bien manejados por los expertos. Para lo que no se necesita ser experto es para percibir que el clima está cada vez más descontrolado y los periodos de sequía, alternados con los de inundaciones, castigan cada vez con más fuerza a la población, especialmente a los campesinos, que en forma casi rutinaria reclaman cada años una mejor y más oportuna intervención de las autoridades del Estado, para al menos reducir o mitigar sus pérdidas y sus sufrimientos.Para estas situaciones de emergencia, sin embargo, la “culpa” no es propiamente de la naturaleza, sino de la forma inclemente como nosotros, los humanos, hemos alterado el entorno en una forma que no resultó impune, porque ahora con sequías, derrumbes, granizadas e inundaciones estamos pagando ya un alto precio para nuestra irreflexiva acción depredadora.La deforestación intensa y desmedida y la contaminación desaforada (ambos aportes nuestro, humanos) se confabulan con los fenómenos naturales para que se vuelvan catastróficos.Y no es que no estemos alertados, pero, por lo visto, las “cumbres” reunidas para hablar del asunto y buscar soluciones reales, se quedan solo en lo primero: en hablar.No es la primera vez que estamos alertados y deberíamos esta vez tomar previsiones oportunas, para no estar corriendo luego con soluciones desesperadas, que en realidad no solucionan nada, porque llegan (si acaso llegan) cuando ya los daños están causados. Las pugnas, los debates políticos, los no siempre sesudos debates resultan totalmente nulos a la hora de enfrentar esa realidad inexorable que es la reacción violenta de la naturaleza a tanto daño acumulado que le hemos hecho y le seguimos haciendo.Y los que más sufren son, siempre, quienes están en los estratos socioeconómicos más vulnerables. Los pobres, mejor dicho. ¿Será otra vez víctimas de La Niña (o El Niño) que ahora vienen muy bien anunciados?


Más del autor