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Luz Aparicio de Fuentes Simon Bolivar

Simón Bolívar iba acompañado de sus edecanes y del hombre que estuvo a su lado durante muchos años, asistiéndole con los medicamentos, los baños de hierbas curativas, los mates  que eran muchas veces su único alimento. Este servidor leal que nunca lo abandonó, era moreno alto y bien...

Simón Bolívar iba acompañado de sus edecanes y del hombre que estuvo a su lado durante muchos años, asistiéndole con los medicamentos, los baños de hierbas curativas, los mates  que eran muchas veces su único alimento. Este servidor leal que nunca lo abandonó, era moreno alto y bien vestido que llevaba cruzado sobre su pecho una hermosa leontina de oro. Contrastaba su apariencia con la de Bolívar;  de baja estatura y  que vestía sencillamente con su traje de soldado.Bolívar vivió para luchar por la libertad de la América. Primero fue Venezuela, luego Colombia, Ecuador, el Bajo Perú y finalmente el Alto Perú o Bolivia. En 17 años, su espada no tuvo tregua. Sufrió derrotas que no lo vencieron, persecuciones, exilios, traiciones,  intentos de asesinatos… También conoció el sabor de la victoria, la admiración de las gentes, de ser considerado el Libertador más grande de la historia. Sin embargo las fiestas, los honores … jamás cambiaron su carácter ni lo ensoberbecieron.A Bolívar  le era muy difícil imponer la justicia fría e inapelable a sus enemigos; él prefería perdonarlos. Así ocurrió con Francisco de Paula Santander al que la ley le dio la pena de muerte porque estaba acusado de dirigir las acciones destinadas a asesinarlo la noche del 25 de septiembre de 1828 en Bogotá. Bolívar conmutó esta pena por la del destierro. ¡Qué grande era El Libertador  pleno de amor por sus semejantes y despojado de todo odio!Este hombre que ardía con el fuego de la libertad, cabalgó más de dos veces el contorno del planeta; por esto lo llamaron “Culo de Fierro”. Sus días fueron siempre de tormenta que cruzaba la sabana, de empuje tenaz en el paso de Los Andes, de correr por los eriales más remotos, de ganar las alturas inhóspitas, de bajar a las tierras más ardientes. Sufrió sed, hambre, sudores y fríos, aguaceros y ventarrones.  Conoció el fragor de las batallas y la serenidad de la paz.Días antes de su muerte, recibió la visita de dos patriotas, amigos de la guerra. Al  despedirse uno de ellos dijo: “Ya tiene cara de muerto”. Esto no adicionó una amargura más a las muchas que cargaba, tampoco cuando descansando por unas horas de las fiebres que lo torturaban, a pocas horas de su muerte, escuchó a uno de sus edecanes quejarse porque no había conseguido dinero para comprar los clavos ni el lienzo que necesitaban para el ataúd. Este gran hombre, murió sin quejarse de nada ni de nadie, sin rencor para sus enemigos, con el dolor de que su sueño de la Gran Colombia se convirtió en cenizas. El 17 de diciembre de 1830 cruzó el puente de este mundo entrando hacia el de la luz. Simón Bolívar antes de entrar en la contienda santa, tenía una de los patrimonios más grandes de la América, se iba pobre. Tanto que lo enterraron con una camisa prestada.. Muchos han escrito acerca de El Libertador; pero solo uno caló más hondo que los demás. Su sepulturero dejó  escrita una carta a la madre de sus hijos. Le dijo; “Era  un hombre pequeño de estatura; pero, a mí me pareció un dios, agigantado por la gloria” Tarija, 17 de diciembre de 2010


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