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La hora de SEDECA

Lo del atraco a la nómina de salarios el primero de mayo del año pasado fue solamente uno más de los muchos pasajes que todavía no han quedado del todo claros, porque la sindicación de que en ese cinematográfico asalto intervinieron trabajadores de SEDECA permanece en la bruma de las...

Lo del atraco a la nómina de salarios el primero de mayo del año pasado fue solamente uno más de los muchos pasajes que todavía no han quedado del todo claros, porque la sindicación de que en ese cinematográfico asalto intervinieron trabajadores de SEDECA permanece en la bruma de las tradicionales investigaciones “exhaustivas”, que a los únicos que tienen exhaustos es a los que seguimos esperando que finalmente se conozca toda la verdad.El directo responsable de la constitución y funcionamiento de esa dependencia fue siempre el prefecto, y no se puede alegar ahora desconocimiento sobre lo que allí sucedía porque no pasaba semana sin que se hicieran denuncias o por lo menos se alertara públicamente por la poca transparencia que existía en SEDECA. Se llegó a decir (pero no era función periodística demostrarlo) que se había organizado allí una especie de guardia pretoriana, cuasi paramilitar, que no tenía nada que ver con obras viales.Ahora que nuevamente se vuelcan las miradas sobre el Servicio Departamental de Caminos, al cual el gobernador responsabiliza de comportamientos que dice él que no era su obligación vigilar, la oportunidad es magnífica para investigar a fondo esa dependencia, desde su creación, y destapar absolutamente todo sobre todas las personas que de cualquier manera resultaron vinculadas, involucradas o relacionadas, así sea en forma leve y fugaz con SEDECA. Hayan tenido o no que ver con obras públicas viales.Si se llegara a admitir que el prefecto no tenía responsabilidad sobre el Servicio Departamental de Caminos, la cuestión no puede quedarse ahí, sino que habrá que establecer con toda claridad y sin eufemismos quien realmente la tenía y proceder en consecuencia, desempolvando todas las causas que quedaron a medias en todos estos años de existencia de ese ”servicio”.Porque ya no tiene sentido seguir creyendo que “desde que se inventaron las excusas, nadie es culpable de nada”. Precisamente para cambiar esa situación fue que se aprobó después de una interminable gestación de más de veinte años, la ley contra el enriquecimiento ilícito. Para eso existe también una flamante Procuraduría que es la entidad que debe defender los intereses del Estado.Mejor dicho: no hay argumento para que la función pública no sea transparente y el “caso SEDECA” es una buena punta de ovillo para comenzar a destapar. Y con seguridad que hay mucho, muchísimo por destapar.Hay un punto de partida favorable: la nueva administración del SEDECA, confiada hace pocos meses a profesionales técnicos que han evitado, hasta hoy, ingerencia política en sus decisiones, puede permitir que las auditorías e investigaciones sugeridas tengan resultados favorables y no se proteja a nadie.Luego se tendrá que continuar con otras dependencias, en todos los niveles gubernamentales. A ver si así dejamos de encabezar la lista de países sin transparencia gubernamental.


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