Espacio publicitarioEspacio publicitarioEspacio publicitario

Sólo es mala memoria

Gran Bretaña, por ejemplo, cuando se proclamó abanderada del libre comercio no quería recordar que para llegar al umbral de desarrollo industrial que le permitía dominar y someter a sus colonias (y también a muchas otras tierras que no era “sus” colonias) había sido irreductible...

Gran Bretaña, por ejemplo, cuando se proclamó abanderada del libre comercio no quería recordar que para llegar al umbral de desarrollo industrial que le permitía dominar y someter a sus colonias (y también a muchas otras tierras que no era “sus” colonias) había sido irreductible defensora del proteccionismo.Ese proteccionismo le permitió dejar de exportar lana y exportar tejidos, invadir con sus manufacturas la ocupada India, haciéndola totalmente dependiente de “la metrópoli”. Esa Gran Bretaña fue la que casi teologizó la división internacional del trabajo, formulada por Adam Smith, y no vaciló en declarar la guerra a sus colonias del Nuevo Mundo, cuando éstas se insubordinaron, exitosamente, por cierto.Otro ejemplo de esa “mala memoria” lo encontramos en la magnífica “Historia de la Nación Latinoamericana” de Jorge Abelardo Ramos, quien, recuperando datos de las “Crónicas de las culturas precolombinas” de Bernal Díaz del Castillo, cuenta lo siguiente:“…la conquista española ejerció una devastación de tal magnitud sobre los  monumentos, templos, archivos y manuscritos que gran parte del pasado prehispánico resulta indescifrable a la moderna investigación. Juan de Zumárraga –sigue – primer arzobispo de México, se envanecía en una carta de 1.547, de que sus sacerdotes habían destruido hasta ese momento más de 500 templos mexicanos y quemado más de 20.000 ídolos. Con sus propias manos, el ardoroso prelado ayudó a incinerar los archivos de Texcoco; imitó su celoso ejemplo el obispo de Yucatán, Diego de Landa, que en 1.562 entregó al fuego purificador los manuscritos mayas, el único pueblo de América precolombina que había logrado crear una escritura y cuyos principales testimonios históricos y literarios se han perdido por estos diligentes pastores”.Por supuesto que destruir patrimonios culturales es aberrante. Ha sido aberrante antes y sigue siéndolo ahora. Pero ahora nos parece imposible que alguien vaya a cometer semejantes excesos, digamos, con los objetos de culto islámico, o judío, o protestante, o católico, no importa a cuál doctrina, religión o credo nos refiramos. Todos merecen el mismo respeto.Y por cierto que por ahora nos estamos refiriendo solamente a objetos de culto, porque referirse a vidas humanas sacrificadas por el fanatismo religioso sería una historia mucho más larga. Judíos, “moros”, negros africanos y también indios tendrían una muy larga y muy dolorosa historia que contar al respecto.Por eso, cuando creamos que somos víctimas inocentes de algún abuso, refresquemos la memoria y recordemos si no habremos sido también nosotros impunes abusadores.Cualquier semejanza con situaciones reales que se viven últimamente es, por supuesto, pura coincidencia.


Más del autor