Pura coincidencia
El estilo para el control de los medios fue un estilo nazi: cerró o compró todos los medios. La propaganda fue su fuerte. Se habló entonces de una “sociedad hipnotizada”. Pero como todo acaba, pues cuando Hitler se suicidó, en 1945, quedaron huérfanos 3.000 directores de medios, 600...
El estilo para el control de los medios fue un estilo nazi: cerró o compró todos los medios. La propaganda fue su fuerte. Se habló entonces de una “sociedad hipnotizada”. Pero como todo acaba, pues cuando Hitler se suicidó, en 1945, quedaron huérfanos 3.000 directores de medios, 600 administradores y 8.000 empleados. Sólo los periodistas nazis estaban autorizados a trabajar. Hitler es ahora sólo un mal recuerdo.El fascista Benito Mussolini, en cambio, demoró tres años en lograr el control de los medios de comunicación, entre 1922 y 1925. El método consistió en 1) actos de violencia contra los medios, 2) aprobación de leyes siempre más restrictivas, 3) control de las organizaciones de periodistas. Sólo los periodistas fascistas estaban autorizados a trabajar. Unas semanas antes de ser colgado, Mussolini llegó a decir: “La prensa más libre del mundo entero es la prensa italiana. El periodismo italiano es libre porque sirve solamente a una causa y a un régimen; es libre porque, en el ámbito de las leyes del régimen, puede ejercer, y los ejerce, roles de control, de crítica y de promoción”. Mussolini es ahora un mal recuerdo.Cualquier parecido con lo que ahora ocurre en Bolivia es, por supuesto, pura coincidencia. Ningún periodista podrá, so pena de recibir todo el peso de la ley, decir que el actual gobierno boliviano subió también, igual que Hitler, como resultado de una etapa de decepciones provocada por una perversa crisis económica que desalentó a las actividades legales.Tampoco podrá decir que la sociedad boliviana está, como la alemana en tiempos de Hitler, hipnotizada. Eso sí, quizá se pueda decir que el efecto de la hipnosis pasó muy rápido aquí, como parece evidente en estos días.Pura coincidencia también es el hecho que aquí, como en la Alemania nazi, la compra de medios comenzó con mucho derroche. Habrá que aclarar que ese impulso se frenó cuando el régimen comprobó que no contaba con buenos administradores. Decir que el régimen actual tiene malos administradores también para otros emprendimientos sería una generalización perversa. Y punible.Será de muy mal gusto decir que el actual gobierno boliviano en lugar de campos de concentración tiene campos de práctica de fútbol. Como es bien sabido, en los campos de fútbol no se tortura a nadie. Perdón: Pinochet fue una excepción, aunque él no torturaba en persona.Habrá que aclarar, además, que los pandinos opositores no fueron llevados a un campo de concentración: se les dio la opción de partir a Brasil, o ir a la cárcel.Una última coincidencia. Los periodistas alemanes e italianos aprendieron también que aquello de lapidar colegas en el altar de los fetiches de turno, con la esperanza de halagarlos o aplacarlos, no sirve de nada: los fetiches son insaciables.Pero no son eternos. Todos los fetiches terminan siendo un mal recuerdo.