Dediquémonos a las drogas

Por eso invitamos a que investiguemos más ese mundo, puesto que en él Bolivia ha sido insertada como actor central y está ya estigmatizada por la palabra narcotráfico, cuyas connotaciones no son solamente policiales, sino principalmente políticas… y geopolíticas.   En la definición de...

Por eso invitamos a que investiguemos más ese mundo, puesto que en él Bolivia ha sido insertada como actor central y está ya estigmatizada por la palabra narcotráfico, cuyas connotaciones no son solamente policiales, sino principalmente políticas… y geopolíticas.

 

En la definición de la Organización Mundial de la Salud, OMS, la palabra “droga” ha sido sustituida por la expresión “sustancia psicoactiva”, que es más restringida y tiene una connotación farmacológica más clara.

 

Una sustancia psicoactiva es “toda sustancia química, natural o artificial, que modifica la psicología o actividad mental de los seres humanos”. Entonces están en esa categoría de sustancias psicoactivas el café, te, alcohol, tabaco y por supuesto esos “abusadísimos” tranquilizantes, analgésicos, ansiolíticos, antidepresivos, barbitúricos, que no están penalizados y muchos de los cuales  ni siquiera necesitan receta médica para ser adquiridos.

 

En consecuencia, las sustancias psicoactivas están siendo “clasificadas” fundamentalmente en lícitas e ilícitas, sin que esa clasificación se base totalmente en criterios científicos reales y claros, sino en percepciones que las sociedades consumidoras, principalmente la de los Estados Unidos, han desarrollado alrededor del tema, influenciadas por los discursos dominantes, que ellas mismas han producido y se encargan de implantar con eficiente “ayuda” de los medios de comunicación social.

 

En los convenios firmados sobre el tema bajo el auspicio de la Organización de Naciones Unidas, tanto en el de1961 como en el de 1971 se omiten entre otras, sustancias psicoactivas como el alcohol, el café o el tabaco, que reúnen todos los requisitos para ser incluidas dentro de las categorías de sustancias que representan un peligro para la salud humana y que generan dependencia.

 

Excluir esas sustancias de amplio consumo en los países centrales y simultáneamente prohibir todas aquellas producidas en los países periféricos, muestra que no es propiamente la salud humana, ni individual ni colectiva, el interés predominante al tratar el tema, sino, como inevitablemente tenía que ser, los intereses económicos y políticos.

 

Las imprecisiones de toda índole, el poco fundamento científico y aún el uso errado del lenguaje no cuentan, porque la mitología se ha impuesto. Sin ir más lejos, “narcotráfico” no corresponde gramaticalmente al tráfico de cocaína, porque la cocaína no es un “narcótico”, sino un alcaloide. La cocaína es un estimulador del sistema nervioso y supresor del hambre y del cansancio, pero a esta altura ya nadie podrá cambiar el uso gramaticalmente incorrecto de la sustancia que más menciones tiene últimamente en la prensa, en la política y eventualmente hasta en el ámbito de la salud.

 

De manera que no es mala idea dedicarnos “a estudiar” las drogas y sus efectos económicos, sociales, políticos y geopolíticos

 

Para que no se nos manipule con tanta facilidad ¿Cierto?


Más del autor