Estado punitivo

 Esta deformación del sistema judicial es propia de los regímenes dictatoriales. La historia pasada y los hechos actuales lo confirman. Otra expresión muy difundida en el presente y que indica un concepto equivalente es la “criminalización de la política”. Repito: El Estado punitivo...

 Esta deformación del sistema judicial es propia de los regímenes dictatoriales. La historia pasada y los hechos actuales lo confirman. Otra expresión muy difundida en el presente y que indica un concepto equivalente es la “criminalización de la política”. Repito: El Estado punitivo criminaliza cualquier acción o simple declaración  del adversario. El adversario será envuelto en la telaraña pegajosa de normas que le privarán de sus derechos, hasta que la araña lo devore.Esta preeminencia de la sanción conlleva generalmente el agravamiento de las penas establecidas legalmente con anterioridad. Lo que antes no constituía delito o se castigaba con una multa ahora se pagará con la cárcel. El Estado punitivo incluso suele utilizar métodos aun más cobardes, como las amenazas, la persecución a familiares, la difamación y demás agresiones injustas muy propias de la policía política dictatorial. Esta turbia maquinaria está ya en marchaEl Estado punitivo también utiliza la tipificación arbitraria de nuevos delitos que antes no eran considerados como tales. La traición a la patria que antes suponía delitos muy graves contra la seguridad del Estado, podría aplicarse, pongo por caso, por daños económicos supuestamente causados por el enemigo político. Pues bien, estas aberraciones que provocan náuseas a quien tengan algún sentido del derecho, deleita los paladares de los jurisconsultos punitivos. Así las cosas, vuelvo a lo recordado otras veces, que ninguna pena puede ser impuesta si no existe con prioridad la ley que la establezca.Frente a lo dicho hasta aquí, resulta paradójico que, mientras el Estado punitivo persigue a los adversarios políticos con saña, se toleran crímenes horrendos, como lo ha denunciado la Conferencia Episcopal de Bolivia. En un comunicado publicado hace un par de días, los obispos denuncian el linchamiento de cuatro policías  en los ayllus de Uncía, el  linchamiento a tres hermanos, luego enterrados vivos, en Tapacarí. En éstos y en otros casos de barbarie el Estado punitivo se hace ausente.Y añaden los obispos que hechos tan graves “En estos últimos años han recrudecido en número y con características de una violencia brutal e inhumana, justificados con argumentaciones insostenibles y que, en ciertos casos, rayan en la apología del delito”.Si bien se supone que estos crímenes horrendos tienen que ver con los delitos de contrabando de automóviles y de droga en la frontera con Chile, es notorio que las autoridades no han procedido con la misma presteza y rigor que  cuando se trata de castigar al adversario político. La lenidad de las autoridades judiciales y políticas se añade y agrava por las ambigüedades contenidas en la actual legislación que no reglamenta los alcances y responsabilidades en la que pretenden ampararse muchos de los culpables.  Aquí no llega el Estado punitivo. “Lo que causa aún más inquietud - dicen los obispos - es  el hecho de que las autoridades responsables del orden y de la defensa de los derechos de los ciudadanos no logran prevenir ni sancionar adecuadamente a los responsables” ¿No logran o no quieren?


Más del autor